Centros comerciales, negocio de 5 familias
Una docena más de plazas
Confusión, por la Capilla Sixtina en el Zócalo
n todo el lío que ha suscitado la construcción en esta ciudad, y no nos referimos nada más al grave problema en Santa Fe, del que siempre se dieron indicios, sino de aquellos que casi a diario sacan a la gente de sus casas para manifestar su repelús a la transfiguración que viven día a día de su entorno, la historia tiende a complicarse por la edificación de nuevos centros comerciales que han puesto en jaque, también, a las autoridades por la falta de servicios para los usuarios de esos lugares.
Ahora se empieza a definir un nuevo motivo para la protesta: los centros comerciales que han comenzado a surgir por todas partes de la ciudad, bajo la protección legal necesaria de las autoridades del gobierno central, que dan luz verde a que esas plazas se levanten sin tomar en cuenta el tamaño del impacto que recibirán los habitantes de la colonias circunvecinas.
Pero al contrario de los vecinos, los llamados desarrolladores, no más de cinco familias que se encargan de construir, rentar y controlar cada una de las plazas, viven un momento de auge sin comparación en el tiempo de los negocios en México.
Los desarrolladores más fuertes, o algunos de ellos, son: Salvador Daniel, quien tiene en operación al grupo Danhos, dueños de Reforma 222; Parque Lindavista, Toreo, Tezontle y Delta, en el DF, más otro en la ciudad de Puebla. Max Elman, el principal inversionista de la firma Hilton en México, es dueño de una empresa llamada Fibra Uno, que es un instrumento financiero que le ha proporcionado buenas ganancias, y es el propietario de la Plaza Central de Abastos, que está en expansión. También la firma de arquitectos Sordo Madaleno, que tienen en su poder Plaza Universidad, Santa Fe y ahora la muy polémica Oasis, en Coyoacán.
Pero además hay nuevas proyecciones. Por ejemplo los vecinos de San Jerónimo están un tanto asustados porque se dice, y fuerte, que muy pronto se iniciará la construcción de un Patio
o plaza en un amplio terreno del rumbo, y como ese, nos comparten, hay cuando menos otra decena de construcciones que salen del gusto o la necesidad de la gente que viven en los alrededores.
Y el problema se multiplica cuando, luego de la construcción, quienes edifican nunca buscan crear obras que mitiguen lo problemas que llegan a causar en varios kilómetros a la redonda, y no sólo el muy angustiante problema de tránsito que se crea por esas edificaciones, sino también el de los servicios, que no están hechos para recibir el impacto de esas megatiendas.
En fin, el gobierno de Miguel Ángel Mancera, a quien se acusa de todo lo que sucede en el DF, tenga o no la culpa, deberá poner mucha atención en el festín de los constructores, porque eso sí lo tenemos de cierto, ya se pasaron de la raya.
De pasadita
Mal explica eso de la construcción de la réplica de una Capilla Sixtina en el Zócalo. Se trata más que nada de la obra del artista Miguel Ángel Buonarroti, que será exhibida en la plaza mayor de México, y que no tiene, nos aseguran, ninguna intención de hacer proselitismo a la Iglesia católica, aunque su funcionamiento se dé en fecha de la visita del papa Francisco a México, porque además, que quede claro, se trata de una exhibición itinerante, que por tanto, visitará todo el mundo. Y por si siguen las dudas, el GDF que encabeza Miguel Ángel Mancera no habrá de gastar un quinto en tal cosa. Así es el asunto de la Capilla Sixtina en el Zócalo.