Las plantas de mariguana contienen hasta 70 compuestos diferentes (cannabinoides) y algunos son parecidos al principal reconocido como causante de adicción, el Delta-9-Tetrahidrocannabinol (THC), por lo que no es posible generalizar sobre sus efectos y tampoco omitir que en las pasadas tres décadas la concentración de THC en la yerba aumentó 10 veces, afirmó Silvia Cruz Martín del Campo, investigadora del Centro de Investigación y Estudios Avanzados (Cinvestav) del Instituto Politécnico Nacional.

Por eso, cuando se habla de daños a la salud que causan las drogas deben considerarse estos y otros factores, así como los resultados de las investigaciones preclínicas –de laboratorio–, donde en condiciones controladas es posible determinar los efectos específicos de las sustancias en el organismo.

En el caso de la mariguana, señaló la especialista, está comprobado que también afecta el sistema inmunológico (de defensas) del organismo, es decir, su capacidad de protegerse y reaccionar ante los virus, bacterias y sustancias causantes de enfermedades.

En entrevista durante el 17 Congreso Internacional de Adicciones, Cruz Martín del Campo también advirtió que las investigaciones en animales de laboratorio han despejado una variedad de dudas sobre los efectos de los estupefacientes, los sitios adonde llegan y la forma en que alteran el funcionamiento de las células.

Es el caso de los inhalables, de los cuales se pensó durante mucho tiempo que si el thiner es un disolvente de grasas hacía lo mismo con las que rodean a las células nerviosas. Sin embargo, con las pruebas en laboratorio se demostró que mucho antes de dañar una membrana celular, los inhalables dañan los neurotransmisores en el cerebro.

De ahí que tienen impacto como inhibidor de las funciones del sistema nervioso central, parecido en algunos casos al que provocan el alcohol y otros estimulantes. Comentó que los estudios de laboratorio tienen la ventaja de que se logra el control sobre variables biológicas, lo cual facilita establecer la relación causa-efecto y, por tanto, se obtienen las bases para la prevención y el tratamiento.

Respecto de la mariguana, comentó que si bien algunos de sus compuestos son antinflamatorios, hay otros que disminuyen la respuesta del sistema inmune.

Depende de diversos factores, como las dosis y concentraciones de cada cannabinoide, de los cuales hay hasta 70 en cada planta y con diferentes proporciones, lo que a su vez depende de las condiciones de cultivo, del tipo de suelo, la altura y el lugar de siembra.

Además, dijo la investigadora, están los nuevos derivados de cannabinoides, de tipo sintético y parecidos al THC, cuyo diseño busca generar una mayor adicción, principalmente en los receptores del cerebro que controlan las emociones, las percepciones y el estado de ánimo.

El investigador español Carlos Roncero Alonso, vicesecretario de la Sociedad Española de Patología Dual, se refirió al abordaje clínico para personas que viven con adicción a alguna droga y, al mismo tiempo, tienen un trastorno mental. Es un tema complejo porque requiere de tratamiento integral, pero no existe un medicamento que controle los efectos de la abstinencia y a la vez la enfermedad mental. En estos casos las terapias sicológicas tienen resultados limitados, admitió.