a compañía El Águila, una de las más importantes empresas privadas dedicadas a la explotación petrolera, puso en operación en 1933 una refinería que en algún momento abarcó 174 hectáreas. Ubicada en la centenaria Azcapotzalco, fue nacionalizada en 1938 por el presidente Lázaro Cárdenas junto con el resto de la industria petrolera. En 1991 fue clausurada debido a los fuertes problemas de contaminación que generaba, tanto en sus inmediaciones como para el conjunto de la zona metropolitana.
Tras una década en el abandono, en 2007 los terrenos de la antigua refinería fueron cedidos por Pemex al gobierno federal y de inmediato se comenzaron los trabajos de remediación ambiental. Se contó con el apoyo de varias universidades públicas de México, así como de asesores internacionales, ya que el trabajo era arduo y complicado. Se considera uno de los más importantes esfuerzos de limpieza de terrenos contaminados en el mundo.
Cuando finalmente se logró limpiar, arrancaron los trabajos de arquitectura del paisaje, mismos que llevó a cabo un grupo multidisciplinario que encabezó el arquitecto Mario Schjetnan, autor de otras importantes áreas verdes, como los parques Ecológico de Xochimilco y el Tezozómoc.
Recién inaugurado, lo visitamos y comentamos las cinco áreas temáticas que conforman el Parque Bicentenario: los jardines Natura, Viento, Tierra, Sol y Agua. Cada una de las cuales cuenta con características paisajísticas propias. Están integradas por agradables fuentes y canales unidos por una ciclopista, que conecta las distintas áreas del parque. Hay una réplica de unas chinampas.
Muy atractivos son los invernaderos, en especial el orquidiario, un cálido y amplio espacio con música ambiental, que permite recrearse con la belleza de estas exóticas especies vegetales. No se queda atrás el jardín botánico, con senderos e invernaderos donde podemos localizar plantas provenientes de diferentes hábitats de toda la República Mexicana.
Son muchas las atracciones que ofrece el gran parque: áreas de picnic, juegos infantiles, pista de skating, canchas de volibol, basketbol, futbol y volibol playero. En ese entonces no estaba totalmente terminado, por lo que ahora regresamos para conocer los avances. En general está bien cuidado, aunque faltan muchas de las cédulas explicativas y el crecimiento de algunas especies no permiten apreciar sitios como las chinampas. Ya funciona el lago, aunque no vimos las embarcaciones que se habían anunciado. Ya se puede visitar el Museo de la Energía, que ocupa una sólida construcción de ladrillos rojos que era parte de la antiguas instalaciones.
Sería interesante una exposición que muestre cómo era el sitio cuando lo ocupaba la refinería. La cafetería no funciona y hace falta un sitio para tomar un refrigerio. Los baños impecables.
Es el reporte que les había prometido. Vale la pena la visita; les recuerdo la dirección: avenida 5 de Mayo esquina Ferrocarriles Nacionales; la entrada es gratuita. Hay un amplio estacionamiento y si va en Metro le queda cerca la estación Refinería.
Antes de llegar aproveche para disfrutar un almuerzo excepcional, en el restaurante Nicos. Se encuentra en la cercana avenida Cuitláhuac 3102. De entrada lo reciben con una charola llena de biscochos recién horneados, que puede acompañar con nata de Toluca y atole, chocolate o café; éste es una mezcla de Chiapas con Coatepec, y la leche es del rancho Xaltipa, estado de México.
Puede continuar con el cóctel de frutas y tapioca, miel maya de Yucatán y chía, y ya estaría listo para degustar las enchiladas Nicos. Se preparan en tortillas recién hechas de masa de maíz azul o blanco, rellenas de pechuga de pollo, salsa verde, rajas de chile poblano, crema y gratinadas con queso Chihuahua.
Si prefiere huevos, mis favoritos son los tirados de origen veracruzano; combinan deliciosamente frijoles negros refritos con cebolla y chile verde y huevos revueltos, acompañados de totopos de tortilla tostada y plátanos machos fritos.
gonzalez gamio@gmail.com
