Sábado 7 de noviembre de 2015, p. a16
Está en México una de las grandes personalidades del mundo operístico en la actualidad: la soprano alemana Diana Damrau.
El jueves ofreció una gala de ópera en la Sala Nezahualcóytl, acompañada por la Sinfónica de Minería, dirigida por el huésped Srba Dinic y en algunas arias cantó junto a su esposo, el bajo-barítono Nicolas Testé, quien figura también en las grabaciones discográficas de Diana Damrau.
La presencia en nuestro país de tan excelsa cantante coincide con la aparición de sus dos grabaciones recientes: el cedé Fiamma del Bel Canto y el devedé La Traviata. Ambos de primera clase.
Como su título indica, el disco compacto flamante es inflamable: el repertorio más conocido y trillado del periodo belcantista pero puesto en vida de manera tan potente que resulta sumamente disfrutable, apasionante y divertido.
Los personajes a los que presta voz y alma la señora Damrau son mujeres calcinadas por la pasión, siempre al borde del abismo, impregnadas de amor hasta la locura.
En las notas al programa, es decir en las notas del cuadernillo, Axel Brüggemann vierte entrevista con la soprano al mismo tiempo que contextualiza sus comentarios. Rosmonda y María Stuarda, por ejemplo, dos de los personajes que viven en este disco y que creó Donizetti para dos de sus óperas, pintan al compositor como un analista agudo de la sique, observa Damrau.
Para interpretar a estas mujeres, Diana Damrau consultó a sicólogos con el propósito de ir profundo en sus interpetaciones. Yo no me suicidaría por el amor o desamor de nadie, ni me volvería loca de amor, pero sí me da curiosidad conocer los motores, los disparadores de emociones tan radicales en los personajes que interpreto. Se trata de intentos experimentales de poner en música la sicología de los humanos
, dice la cantante.
Su propósito al cantar consiste entonces en evitar la pirotecnia vocal que estas arias posibilitan y en cambio dar vida al tipo de ópera que el compositor tuvo en mente: la expresión de una realidad interior que resulta a veces cruel, a veces liberadora, a veces fatal. La ópera no es una forma abstracta pero ocupa el mero centro de nuestra realidad síquica
.
La sabiduría e inteligencia de Diana Damrau está patente en la potencia de su canto. En términos idiosincráticos, siendo ella alemana en pos del espíritu de personajes femeninos italianos, encuentra el camino en la poesía: varias de las obras que interpreta en este disco tienen clara influencia de un poeta alemán: Friedrich Schiller (1759-1805).
Otra herramienta maestra utiliza Damrau para conseguir verosimilitud en un género tan bombástico: todos los compositores estaban en búsqueda continua de verdadero material dramático cuyo nudo surja no solamente del amor, odio y celos, tan básicos, sino de historias de vida complejas y de las contradicciones de los personajes, sus vidas al límite, personajes intensos y todo esto da como resultado una expresión dramática pura
.
Las dotes histriónicas de Diana Damrau están desplegadas en La Traviata, filme espléndido que supera el hito anterior, la versión que filmaron los directores de cine Carlo Rezzi y Willy Decker, con Anna Netrebko y Rolando Villazón.
Aquí, los directores Louise Narboni y Benoit Jacquot tienen aciertos tales como ubicar la cámara en una butaca, en un efecto narrativo que pone al espectador ahí, dentro del teatro, además de movimientos de cámara espléndidos y tomas tras bambalinas, entre otros avances que ponen a la ópera como un género vivo y lo rescatan del almidón, el cartonpiedra, la rigidez caduca y la molicie.
Las nuevas grabaciones de la gran soprano alemana Diana Damrau logran todo eso: nos rescatan la ópera para volverla a convertir en atractivo.
Diana Damrau tendrá una nueva presentación en México: ofrecerá otra gala de ópera el 19 de noviembre en el Teatro Bicentenario de León, Guanajuato.