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La línea 12: costos y responsabilidades
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ace una semana se reabrieron cinco estaciones de la línea 12 del Metro de la ciudad de México y hacia finales de mes abrirán las seis estaciones restantes, de modo que la línea 12 recuperará su funcionamiento normal luego de 18 meses de haber suspendido el servicio en 11 estaciones. En la ceremonia de reapertura, que un gobernante responsable hubiera evitado, Mancera insistió en plantear que el costo del cierre parcial de la línea, que estimó en mil millones de pesos, está constituido por el dinero gastado en la rehabilitación de la parte material de la línea y de los trenes que corren en ella. Olvida que los 450 mil pasajeros que se transportaban diariamente en esa línea también tuvieron que pagar por ese cierre.

En diversos medios escritos se difundieron entrevistas con usuarios que el día de la reapertura de nuevo abordaron ese medio de transporte. Alguien mencionó que sus tiempos de traslado pasaron de 40 minutos con la línea funcionando a dos horas de ida y casi tres horas para el regreso. Esos tiempos perdidos son responsabilidad del Gobierno del DF y pueden medirse en pesos y centavos. Al costo del cierre, en consecuencia, deben sumarse los costos en tiempo perdido de los usuarios de la línea. El método para hacer esto es conocido: consiste en determinar el salario de las personas que usan el metro, ya que su salario constituye una medida que valora su tiempo.

Esta es una forma de estimar los beneficios sociales de la construcción de una nueva línea del metro y, por ello, permite compararlos con los costos monetarios de esa obra pública. Se trata de un análisis costo-beneficio típico en el que se introducen beneficios sociales. Es evidente que en el caso de un cierre, como el de la línea 12, deben contabilizarse los costos sociales medidos en salarios. En artículos anteriores (10/4/14 y 9/10/14) estimé los costos sociales del cierre de la línea 12. Los datos básicos son: la línea transportaba 450 mil pasajeros diarios; puede considerarse que la mitad fueran asalariados y que, para simplificar, ganarán un salario mínimo diario; en promedio esos usuarios perdieron dos horas y media diarias.

De esta manera el costo social diario perdido fue de $4.7 millones. Considerando cinco días laborables las pérdidas semanales serían de $23.5 millones. Con 35 semanas de actividades normales en 2014 en las que se mantuvieron cerradas once estaciones, tendríamos que los costos sociales por pérdidas de los usuarios del metro en ese año fueron de $822.5 millones. Las semanas cerradas en 2015 tienen un costo mayor para el usuario ya que hubo un aumento en el salario mínimo, de modo que el costo diario es este año de $4.9 millones y el semanal de $24.5 millones. Hasta octubre ha habido 40 semanas de actividades normales, lo que implica pérdidas sociales de $980 millones. Reduciendo las pérdidas semanales en noviembre a la mitad, ya que se abrieron cinco estaciones el 28 de octubre, las pérdidas diarias se reducirán a $2.45 millones y las semanales a $12.25, por cuatro semanas de noviembre tendrán un costo social en salario mínimo de $49 millones.

Así las cosas las pérdidas sufridas por los usuarios, pagadas en incrementos en sus tiempos diarios de traslado, suman por todo el cierre $1,721. 5 millones, más los mil millones de pesos pagados por la rehabilitación de la línea. El cálculo es, por supuesto, conservador. No monetiza el aumento en los tiempos de traslado de quienes, sin usar la línea 12, se beneficiaron de ella. Tampoco contabiliza el costo del tiempo perdido de cientos de miles de estudiantes de todos los niveles escolares. En consecuencia, el Jefe de Gobierno debería reconocer no solamente que el metro cayó en un bache y que ese gobierno le olvidó, sino que eso tuvo costos importantes que los usuarios del metro tuvieron que pagar diariamente.

El jefe de Gobierno, que cree poder participar en la contienda presidencial, debiera reconocer que su gestión al frente del gobierno de la ciudad de México ha sido muy desafortunada. Uno de sus más lamentables fallos es precisamente el cierre de la línea 12. Él y sus empleados la recibieron funcionando y la aceptaron. Debieron conocer los problemas de esa línea y resolverlos. No lo hicieron. Creyeron que olvidándola, no pasaría nada. Cierto que, afectó duramente las intenciones de Ebrard, pero también lo hará con las de Mancera. Por lo pronto debiera aceptar que el cierre afectó a los usuarios y, por lo menos, disculparse. De cualquier manera le costará mucho políticamente. Su responsabilidad es evidente.