Enna Román Orozco vive en la ciudad de México y para ella la Internet ha sido pieza clave en su formación como madre. Agustina Hernández habita en la sierra nahua de Puebla, y a los 41 años aprendió a utilizar la red; se conecta para buscar lo que, por vergüenza, no se atreve a preguntar al médico.

Valeria, de 14 años, la emplea para tareas escolares, ver videos y publicar comentarios y fotos en Facebook, donde también platica con sus amigos.

El uso que las mujeres dan a la red es diverso y depende también de la edad que tengan. En México son quienes utilizan más las redes sociales, y el grupo de edad que más lo hace es de 19 a 24 años, de acuerdo con la Asociación Mexicana de Internet (Amipci).

Si bien la cifra de inter­nautas en el país se divide de manera igualitaria entre ambos sexos, dado que hay más mujeres, existe un rezago para ellas de 6 por ciento, señala en entrevista Guillermo Pérezbolde, de la Amipci.

La utilidad de la red es interminable. Te acerca con la familia y amigos, dice la interiorista Enna Román. Hay gran cantidad de artículos y aplicaciones para el embarazo, posparto y la crianza en las que yo me he apoyado.

Además, te puedes enterar de cualquier cosa que ocurra en el mundo, al tiempo que muestras lo que tú quieras. Sin embargo, reconoce, en el país no todas tienen oportunidad de conectarse, y es lamentable porque las mujeres informadas logran hacer valer sus derechos, y no sólo los que tienen que ver con la maternidad.

Esa oportunidad la tuvo Agustina Hernández, cuando el Centro de Asesoría para el Desarrollo Indígena proporcionó a ella y a un grupo de mujeres nahuas de Puebla, un curso de tecnologías de la información. Nos percatamos de que estaban en un gran rezago no sólo frente a otros adultos, sino ante sus hijos. Vimos cómo se abría una gran distancia generacional, indica María Elena Bravo, líder del proyecto.

Agustina cuenta que le cambiaron la vida. No sabía ni encender una computadora, y ahora ayuda a su hijo a buscar información para hacer la tarea. Encontró otra ventaja: “Me da pena cuando voy con el médico, ‘¿cómo le voy a preguntar eso?’, me digo, además es hombre. Así que se me hace más fácil buscar en Internet. Así, yo solita veo lo que necesito”.

Tiene una cuenta de Facebook, donde se comunica con sus dos hijas mayores que viven lejos de Yaonáhuac, de donde son originarias. Aún no se anima a subir fotos, porque sé del peligro; mejor me ahorro problemas.

Pero a Valeria le encanta publicarlas, para eso son, dice. No recuerda cuándo empezó a usar Internet, pero para la escuela es algo básico, y también para platicar con mis primas que viven en Michoacán.

En las redes sociales las mujeres han encontrado otra forma de vincularse. Lo que en su momento fue el teléfono, ahora son estas plataformas, dice Guillermo Pérezbolde. Para Enna simplemente es que Internet hace el mundo más chiquito.