Continúa el bicentenario de la neodependencia de México
Juan Luis Silis, ¡qué buen torero!
os ingenuos son los alcahuetes de los ambiciosos, así que cuando la previsora empresa de la Plaza México –nada de Cecetla que hoy andamos como serios– encabezada por Rafael Herrerías, Juan Castañeda y la reciente incorporación de Pablo Álvarez Palillo (?) lanzó la convocatoria Haz tu temporada, en la que invitaba a los aficionados a armar los carteles del serial 2015-2016, nos entusiasmamos.
Sin embargo, tras dar a conocer el Ce…, digo la empresa, los diestros importados, los toreros nacionales seleccionados y las combinaciones que logró hacer, se tiene que convenir que no sólo celebrará su vigesimosegunda temporada grande y el 70 aniversario de la inauguración del coso, sino que proseguirá con la entusiasta celebración del bicentenario de la neodependencia de México, a la que todavía le quedan 85 años.
La sencilla mecánica, no dinámica, consistía en que cada quien armara 12 carteles con los toreros y ganaderías de su predilección y los enviara a la página de Facebook de la Plaza México. Los cinco carteles de mayor preferencia –¿entonces para qué 12?– entre los participantes serían anunciados en la presentación de la temporada grande 2015-16 –sin que a la postre informara cuáles fueron esos–; la empresa afirmó contar con la disponibilidad de contratación de todos los toreros de México y España
–pero acabó contratando a los mismos de siempre– y se comprometió a cumplir con las bases de la convocatoria, faltaba más.
Innovadora como andaba, la empresa anunció que por primera vez daría a conocer los 20 carteles de que constará la temporada –publicados aquí en la entrega anterior– y, generosa como ha sido, decidió amontonar en tres jueves taurinos nocturnos a 18 coletas modestos o que sin serlo no quiso colocar en los carteles de tercia y un cuarto jueves con los triunfadores de los anteriores. En uno de esos festejos se disputará la Oreja de Oro a beneficio de la Asociación Nacional de Matadores de Toros y Novillos, Rejoneadores y Similares, que ya reanudó relaciones con la empresa, aunque no acaba de aceptar que en un cartel toreen dos extranjeros y un mexicano, no sólo por el desempleo creciente, sino porque aún lo impide el reglamento taurino del Distrito Federal, desde hace décadas poco más que decorativo.
Suman 16 los extranjeros contratados, si bien las únicas novedades son el español Manuel Escribano, ya con 11 años de matador, y el extraordinario peruano Andrés Roca Rey, que tomó la alternativa en septiembre pasado, y 17 las ganaderías anunciadas con repetición de algunas, por lo que ante el fervor internacionalista de la empresa y el arraigado ventajismo que caracteriza a las figuras importadas uno se pregunta si aquella convocatoria sirvió para algo más que dorarle la píldora a los ingenuos participantes, dadas las combinaciones de toros y toreros, sin que ninguna garantice entradas espectaculares pues la mayoría de los diestros no han logrado hacerse del público del DF.
Ese pequeño detalle al margen –imagine el lector a una empresa, incluso aérea, ofreciendo productos de relativa calidad, desconocidos o francamente malos como filosofía de servicio– no impide que recibamos con los brazos abiertos a novedades toreras como Hermoso, haciendo la América hace tres lustros, o a Ponce, con apenas 25 años de matador, o a José Tomás, Padilla, Paquirri y Puerto, con dos décadas de alternativa, o a Morante y al Juli, con 18 y 17 respectivamente, o a Castella y al Fandi, con 15. Esta falta de un oportuno relevo de toreros, según méritos y competitividad delante del toro no de su aproximación, es otro de los enemigos internos de una fiesta secuestrada por la tauromafia. Ya hablaremos de los coletas mexicanos incluidos, de sus merecimientos y del ganado.
Juan Luis Silis no pertenece a ninguna dinastía ni es compadre de potentados ni tampoco bien parecido, es nada más un torero de los pies a la cabeza, al corazón y a los cojones, lo que lo convierte en indeseable alternante de los que figuran. El hombre fue el triunfador de la feria de Pachuca en 2012, al año siguiente un toro de José Julián Llaguno le dio una cornada en el cuello que lo tuvo al borde de la muerte, le destrozó la arteria carótida y aún lo obliga a usar unas gafas especiales para proteger el ojo izquierdo, por lo que nadie imaginó que volvería a enfundarse en el traje de luces con renovada afición, cortando 11 orejas en ocho tardes a lo largo de 2014.
Pero no son las luces lo que caracterizan al empresariado taurino mexicano, tan acomplejado y extranjerizante como el resto de los países del continente donde se dan toros, así que el pasado domingo Silis enfrentó en Pachuca otra corrida de… José Julián Llaguno, uno de los hierros que los que figuran no ven ni en pintura. Recibió a su primero con cuatro verónicas de un temple que impactó de inmediato, realizó una sobria y enterada faena por ambos lados a un toro que había que aguantar y obligar mucho y culminó su labor con una estocada entera en todo lo alto. Como no es extranjero ni famoso, Juan Luis Silis sólo recibió una oreja por aquella inteligente y ejemplar obra torera.
El viernes pasado falleció el padre de Juan Luis, quien tanto lo apoyara a lo largo de su carrera. Desde aquí le envío un fuerte abrazo, seguro de que sabrá cómo honrar su memoria.