La escritora compartió sus ideas tras la apertura de una cátedra en la UdeG
La incursión de las mujeres dio un certificado de honradez al ejercicio profesional: aunque hay chayoteras, la gran mayoría son honestas, y se juegan el puesto y la vida
, señaló
Domingo 4 de octubre de 2015, p. 5
Guadalajara, Jal.
El semblante feliz de Elena Poniatowska permaneció a lo largo de la jornada del viernes pasado, en la Universidad de Guadalajara (UdeG).
Habló una hora en el discurso inaugural de la cátedra abierta en su honor por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU). Ya había frimado libros y se había tomado fotos con decenas de personas que hicieron fila en el paraninfo de la Universidad de Guadalajara. Y aún tenía sonrisas y lecciones para repartir a los que seguían.
Me preguntan una cosa que es absurda: qué cómo hago para ir de periodista a escritora. Les digo que es lo mismo. Nosotros los periodistas dejamos mucho que nos hagan chilaquil, que nos ninguneen. Es un oficio y ahora más. En mi época sí, yo entré como Pedro por mi casa, pero ahora hay escuelas de periodismo.
Continúa: Para ser periodista lo importante es observar, leer, oír lo que dicen, prepararse, tener una formación. Saber idiomas ayuda mucho. Pero lo esencial es sentir que lo que haces va a servir de algo y que dices algo que es la verdad
.
El advenimiento de las mujeres al periodismo
logró además dar una certificación de honradez al ejercicio profesional, pues, aunque sigan existiendo mujeres chayoteras
, dice en tono de broma que es hasta más difícil darles a ellas el sobre con dinero que a los hombres, pues éstos se lo meten fácilmente en la bolsa interna del saco, pero una mujer, ¿cómo le hace? La gran mayoría son honestas y se juegan la vida y el puesto, como le pasó a Carmen Aristegui
, sentencia.
Gente del lado bueno de la barrera
Contra el retroceso político y de descomposición social que ha vivido el país desde 1968, dijo que el periodismo sí ha evolucionado: Ahora hay mucha protesta
y lucha contra la injusticia.
“Pertenezco a un periódico que es La Jornada. Pienso en Proceso. Hay editorialistas como Juan Villoro. Hay gente pensante que está, para mí, del lado bueno de la barrera.”
Pidió que los periodistas además de ser éticos sean exigentes de un trato respetuoso hacia su trabajo, que no los ninguneen.
A los periodistas los hacen esperar. Ustedes ahorita han esperado. Te tienen debajo de una gotera durante horas, haces antesala durante mil horas. Además de lo mal que te va, llegas con tu jefe de redacción y si no le gusta el título te lo cambia, te mocha la parte que creías importante, no reconoces ni lo que escribiste. Hay mucha falta de respeto en eso.
Para cerrar el tema, ante la pregunta de si un periodismo de denuncia puede cambiar la realidad social, dice con falsa severidad: “Los periodistas colaboramos en la salud pública del país. ¿No creen? Si no creen, les voa pegar”.
Cátedra y país
La escritora estuvo en Guadalajara para inaugurar el viernes pasado, con una conferencia sobre la matanza de Tlatelolco en 1968, una cátedra con su nombre, promovida por la FEU, la cual pretende convocar cada año a tres personajes diferentes para que dicten conferencias sobre política y sociedad.
–¿Qué personajes le gustaría que fueran invitados a su cátedra?
–Se puede pensar en los que no se han muerto (...) Toda la gente está desapareciendo: Hugo Gutiérrez Vega, José Emilio Pacheco, Carlos Fuentes... Van a invitar a dar conferencias a gente valiosa, espero que se pueda aportar algo a los estudiantes, todo lo que configura una cátedra.
–¿Sugerirá algunos?
–Habrá un grupo que tome decisiones sobre a quién se tiene que invitar. Debe también responder a las peticiones de los estudiantes, que digan: queremos oír a tal persona
. Sería muy bonito hacer toda una serie sobre qué es un oficio, los que ejercemos alguno, como el periodismo, la radio, la pintura, la zapatería. También tiene que ser de crítica, de no aceptación, de no tolerar las injusticias.
–Dice que el país está peor desde 1968. Entonces, ¿Tlatelolco no fue un parteaguas nacional?
–Políticamente estamos peor, pero hay mucha más participación de los jóvenes (...) Estamos sujetos a tragedias incontrolables que no dependen de nosotros. Lo que sí depende de nosotros es nuestro gobierno, por quién votamos.
De que hemos escogido mal está a la vista, somos malos para nuestras emociones y malos para escoger. Nuestros presidentes no han sido lo que pensábamos, lo que queríamos ni lo que queremos.
El conejo en llamas
Elena Poniatowska tuvo un tío, Francisco Iturbe Escandón, a quien conocían como El Conejo o sólo Paquito; fue uno de los grandes promotores culturales de México de la primera mitad del siglo pasado. Apoyó a pintores como José Clemente Orozco y Manuel Rodríguez Lozano.
Al vuelo, durante la sesión de preguntas con los reporteros, Poniatowska revela que El Conejo Iturbe fue modelo para uno de los Migueles Hidalgos de Orozco pintados en el conjunto de murales del Instituto Cultural Cabañas, obra conocida como El hombre en llamas.
“Un tío mío es el que hace del Hidalgo que está hasta arriba; es un tío que se llamaba Paquito Iturbe, medio benefactor de Orozco, aunque éste escribía que era un viejo codo”, cuenta en el paraninfo de la UdeG, bajo otra obra mural de Orozco, El hombre pentafásico.
Se despide recordando que en la próxima Feria Internacional del Libro de Guadalajara, en diciembre, volverá a la ciudad para presentar Dos veces única, su libro más reciente, que trata sobre Lupe Marín, una tapatía que era muy mala y se casó con Diego Rivera, a quien cautivó con esos ojos que tienen aquí, que son como de sulfato de cobre, enormes, morena, morena
.