n Estados Unidos se debate ahora acerca de la conveniencia de liberalizar las ventas de crudo al exterior. Un régimen de licencia previa, proveniente de épocas de mucho mayor dependencia del petróleo importado, es considerado, por la industria petrolera y sus aliados del Partido Republicano, como una prohibición de exportar crudo. Tal veda no existe. El sistema de licencias de exportación no se aplica a petrolíferos y condensados procesados; al crudo destinado a consumo en Canadá; al proveniente de la vertiente norte de Alaska; a las rexportaciones, y a algunos crudos de California. En enero-mayo de 2015, las exportaciones de crudo de Estados Unidos promediaron 491 mil barriles diarios (mbd), monto al que se suman 84 mbd de condensados. Con ventas al exterior del orden de medio millón de barriles diarios, Estados Unidos alcanza un lugar entre los 20 principales exportadores mundiales.
Dicho en forma simplificada, la industria y legisladores republicanos proponen eliminar el régimen de licencias para, según dicen, impulsar el crecimiento de la industria, crear empleos, abaratar la gasolina y aumentar las exportaciones. Estos reclamos, fantasiosos en gran medida, recuerdan a las muy parecidas promesas de los propulsores de la reforma energética en México, que, como es cada vez más evidente, quedarán incumplidas. En cambio, los ambientalistas y otros partidarios de la transición hacia energías renovables, apoyan el régimen de licencias.
El debate se da ahora en el Legislativo, en particular en la Cámara de Representantes. Al inicio de septiembre, representantes republicanos presentaron una iniciativa de ley, identificada como HR702, para eliminar la regulación de las exportaciones de crudo. El Subcomité de Energía y Electricidad de la cámara aprobó el proyecto con un voto a mano alzada. El 17 de septiembre, el Comité de Energía y Comercio lo aprobó también, por 31 votos contra 19. Se incorporó una enmienda, propuesta por los demócratas, que faculta al presidente a detener las exportaciones si las considera contrarias al interés nacional o riesgosas para la seguridad nacional o económica del país.
De inmediato, la Casa Blanca manifestó su oposición al proyecto por considerar que el régimen de exportación de crudo es cuestión que corresponde resolver al Departamento de Comercio. Un vocero puntualizó: No apoyaremos la legislación propuesta por los republicanos
. En cambio, agregó, sería adecuado terminar con los subsidios, por miles de millones de dólares, de los que gozan las compañías de petróleo y gas de Estados Unidos, y dedicar esos recursos a asegurar el éxito a largo plazo de nuestra economía y su sector de energía, realizando inversiones en, por ejemplo, energía eólica y solar, inversiones que las corporaciones petroleras mismas proclaman realizar
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El líder de la mayoría republicana en la cámara expresó: Si hay un momento adecuado para levantar la prohibición, es ahora
. El American Petroleum Institute (API), principal portavoz de la industria, señaló que “el gobierno tiene la oportunidad de mostrar liderazgo, abriendo la puerta a las exportaciones estadunidenses [de petróleo], lo que daría lugar a la creación de nuevos empleos, ayudaría a las familias estadunidenses y fortalecería la posición del país como superpotencia energética.
“Los legisladores tienen razón al preguntarse –agregó– por qué los productores de Estados Unidos no pueden tener el mismo acceso a los mercados globales que la administración Obama va a conceder a Irán”. Antes, el presidente del Comité de Energía y Comercio había declarado: Me decepciona que la Casa Blanca haya manifestado oposición al levantamiento de la prohibición cuando estudios autorizados han concluido que el precio [interno] de la gasolina disminuiría con su retiro. Son muchos los que se preguntan por qué a los iraníes se les permite exportar crudo y son sólo los estadunidenses los que lo tienen prohibido
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Es evidente que carece por completo de sentido comparar la regulación de las exportaciones de crudo de Estados Unidos, una decisión nacional destinada a garantizar la seguridad de suministros, con las sanciones impuestas unilateralmente a Irán por Estados Unidos y la Unión Europea, que afectan a los importadores de crudo iraní. Tal comparación encierra un argumento falaz, como tantos otros que se escuchan en el actual ambiente político de Estados Unidos.
Los argumentos más socorridos por los proponentes de poner fin al régimen de licencias son los referidos a su influencia sobre los niveles de precios internos de los petrolíferos, en especial la gasolina –con el alegato de que habría una importante reducción de precios y se beneficiaría a los consumidores y a la industria– y sobre la diferencia de cotizaciones entre el Brent y el WTI en los mercados petroleros mundiales, alegando que reduciría o eliminaría el margen que coloca la cotización del Brent alrededor de 6 dólares por barril por encima de la del WTI. Esta diferencia es muy volátil. De hecho, la brecha promedio en el primer semestre de 2014 fue de 8 dólares por barril a favor del Brent y en igual periodo de 2015 se situó en 6.2 dólares por barril.
La Administración de Información sobre Energía (EIA) de Estados Unidos dio a conocer, el primero de septiembre, un detallado análisis de los efectos de eliminar las licencias de exportación al crudo. De acuerdo con el estudio, los principales efectos –que dependerían del nivel de producción, convencional y no convencional; de la ubicación y naturaleza de los recursos; de las tecnologías disponibles, y de los precios prevalecientes– serían un diferencial a favor del Brent de un rango superior a 10 dólares por barril si la producción de Estados Unidos alcanza o rebasa los 11.7 Mbd hacia 2025 y los precios se mantienen bajos. Si hay una marcada recuperación de los precios del petróleo y el gas, ese diferencial se ampliaría hasta 15 dólares por barril. Cualquier aumento de la producción de crudo de Estados Unidos que no fuese contrarrestado por menor producción en otras áreas se traduciría en un incremento de la oferta mundial de crudo, que presionaría a la baja los precios del petróleo a escala global.
El colapso de los precios internacionales del crudo, que ha colocado contra la pared a los productores estadounidenses de petróleo shale, de alto costo, ha llevado a la industria y a sus aliados en el Partido Republicano a exagerar grandemente las escasas consecuencias positivas que se desprenderían de la eliminación del régimen de licencias de exportación, las que, como muestra el estudio de la EIA (disponible) son en gran medida inexistentes o muy modestas.