Domingo 20 de septiembre de 2015, p. 3
En punto de las 11:30 de la mañana sonó la alarma sísmica. El Distrito Federal, que hace 30 años enfrentaba los estragos que dejó un terremoto de 8.1 grados, se preparó para un simulacro. Esta vez la movilización fue de las autoridades, que hace tres décadas quedaron rebasadas por el actuar de la sociedad civil. Ante esa lección, la práctica de ayer sirvió para reforzar los protocolos de actuación en caso de un siniestro de tal magnitud.
El mensaje que durante varias semanas emitió el Gobierno del Distrito Federal (GDF) para informar sobre la realización del simulacro permitió que los capitalinos no se sorprendieran cuando a través de las bocinas del sistema de seguridad de la ciudad de México se escuchó el ya identificado sonido de la alerta sísmica. Pese a ello, algunos ciudadanos fueron indiferentes.
A diferencia de ellos, las grandes tiendas y edificios gubernamentales que participaron en la práctica de protección civil –la cual planteaba como hipótesis un sismo de intensidad similar al de 1985 con epicentro a cuatro kilómetros de la comunidad del Papayo, Guerrero, con duración de 60 segundos para la ciudad de México– evacuaron los inmuebles ubicados en la avenida 20 de Noviembre, alrededor de la Plaza de la Constitución, en las calles Madero, Tacuba y 5 Mayo, y el Eje Central Lázaro Cárdenas, entre otras vialidades.
Una situación similar se vivió sobre la avenida Paseo de la Reforma: personas con altavoces guiaron a la gente a sitios previamente señalados como seguros. Además usaron insignias o chalecos fluorescentes que los identificaban como integrantes de las brigadas de protección civil que se han conformado en oficinas públicas y privadas para actuar en casos de siniestros, comentó Claudia Silva.
En la Torre Bancomer, uno de los edificios de gran altura recién construidos, los trabajadores de obra y personal de limpieza que ayer laboraban salieron a la calle. De los 50 pisos que conforman el inmueble descendieron los pocos empleados que en él se encontraban, porque trabajar ahí sí es de miedo
, comentó uno de ellos.
El simulacro planteo varios escenarios que se llevaron a cabo en diferentes puntos de la ciudad. En la Unidad Habitacional Kennedy se simuló una fuga de gas natural en una tubería de pulgada y media, pero los habitantes del conjunto sólo observaron, sin participar en la evacuación.
En el Centro Nacional de las Artes se representó un colapso parcial del inmueble, con daño a la Escuela Superior de Música, en una superficie de 8 mil 105 metros cuadrados. Como parte del escenario se encontraban mil 200 personas en el lugar, de las que 500 aparentaron resultar lesionadas y 60 haber fallecido. Ahí las autoridades aplicaron sus protocolos de actuación e identificaron las fallas que éstos presentan y que deberán corregir.
En la Unidad Azcapotzalco se escenificó un derrame de amoniaco y el colapso de una barda.
También a escala federal se instalaron cinco centros coordinadores de auxilio en distintas instalaciones de las secretarías de la Defensa Nacional y Marina, así como de la Policía Federal. Petróleos Mexicanos revisó todas las gasolineras, y la Comisión Federal de Electricidad y la Comisión Nacional del Agua hicieron lo propio en sus instalaciones.
En calles de la colonia Roma, pese a que fue una de las más afectadas durante los sismos de 1985, se observó poca participación de la ciudadanía. Una vecina de la zona, que pasó justo debajo de una de las bocinas, sólo miró hacia arriba y siguió su camino.
Sobre Insurgentes y Medellín la alarma se escuchó con nitidez desde los altavoces instalados en las videocámaras, pero en los nuevos edificios nadie dejó sus departamentos y sólo en algunos negocios los empleados salieron a las banquetas, mientras los peatones continuaron su marcha.
Después de la alerta, en un viejo edificio de Insurgentes y Medellín, prácticamente vacío por su alto riesgo, personal de Protección Civil de la delegación Cuauhtémoc arribó, como parte del simulacro, para rescatar
a dos personas atrapadas en el piso 15.
La incursión provocó el enojo de sus escasos moradores, que reclamaron que se utilizara humo y se arruinara el piso del inmueble que se encuentra en el abandono, con los cristales rotos y con un elevador que sólo funciona hasta el octavo piso.
En esta delegación, las autoridades dispusieron 12 diferentes escenarios en los que hubo derrumbes, incendios, gente atrapada en obras en construcción, así como caída de vidrios y plafones en distintos edificios, como parte del simulacro. Un total de cien personas, entre rescatistas, paramédicos y personal de Protección Civil, se distribuyeron en grupos para atender los llamados de auxilio.
En el centro histórico de Coyoacán comensales de los restaurantes, personal de negocios y tiendas fueron desalojados. Los ciudadanos, sin importar el lugar donde estuvieran, accedieron a participar, pues en ellos aún prevalecía el recuerdo de la tragedia que se vivió aquel jueves 19 de septiembre.
El simulacro también incluyó a 37 mil presos de la cárceles de la ciudad de México. La Subsecretaría del Sistema Penitenciario del Distrito Federal reportó que el personal desalojó de todas las zonas de riesgo a la gente, así como en las comunidades para adolescentes y el centro de sanciones administrativas conocido como El Torito.
Se informó que las autoridades pretenden reforzar y mejorar los protocolos de actuación, así como preparar a la ciudadanía en la cultura de protección civil.
Pese a algunas carencias y errores en la práctica, el secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal, Hiram Almeida Estrada, señaló que la ciudad está preparada para enfrentar un sismo de la magnitud del de 1985, porque actualmente se cuenta con tecnología, insumos, vehículos, transporte, helicópteros y una organización mayor por las instituciones encargadas de la seguridad y de Protección Civil.