Moscú.

El nuevo escándalo generado por el despido del secretario general de la FIFA, Jerôme Valcke, arruinó ayer la fiesta que los anfitriones del Mundial de Rusia 2018 organizaron en la Plaza Roja, para marcar los mil días de cuenta regresiva hacia el inicio de la justa.

Las acusaciones de corrupción contra el número dos de la FIFA y mano derecha del presidente, Joseph Blatter, son un asunto desagradable para el ministro de Deportes ruso, Vitali Mutko. Sería deseable que la situación se tranquilizara, añadió el también presidente de la federación rusa.

Ni Valcke, quien rechaza todas las acusaciones, ni Blatter participaron en la fiesta, en la que sí estuvo el presidente Vladimir Putin.

El discurso en representación de la FIFA tuvo que hacerlo el director de competiciones, Colin Smith.

Valcker fue despedido luego de ser acusado por el empresario Benny Alon, dueño de la empresa JB Marketing, de haber pedido una discreta parte en la ganancia por la adjucación de un contrato de venta de entrada para los mundiales de 2010 a 2022.