idel Castro fue al meollo del asunto en Brasil, 1992: “las sociedades de consumo son las responsables fundamentales de la atroz destrucción del medio ambiente. Ellas nacieron de las antiguas metrópolis coloniales y de políticas imperiales que, a su vez, engendraron el atraso y la pobreza que hoy azotan a la inmensa mayoría de la humanidad. Con sólo 20 por ciento de la población mundial, ellas consumen las dos terceras partes de los metales y las tres cuartas partes de la energía que se produce en el mundo. Han envenenado los mares y ríos, han contaminado el aire… han saturado la atmósfera de gases que alteran las condiciones climáticas con efectos catastróficos que ya empezamos a padecer… Los bosques desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen”. (youtube.com/watch?v=fk99iM_xdVM)
En los 23 años siguientes a ese histórico discurso se ahondó la acción de los monopolios fósiles, de los agronegocios y Wall Street que abrazaron no la ruta trazada por Fidel sino la catástrofe climática. En pos de ganancias combatieron –y de cara a la COP 21, diciembre de 2015 combaten– los acuerdos vinculantes para una reducción/extracción de los gases con efecto invernadero (GEI) y todos lucrando con el mercado de bonos de carbón, los Mecanismos de Desarrollo Limpio
, el programa de reducción de emisiones por deforestación y degradación ambiental” (REDD, y REDD+), las bioenergías y los agrocombustibles, junto a paquetes con sensibilidad al clima
, para una todavía mayor depredación, privatización, incautación de riqueza y mercantilización del aire, la tierra, el agua y los bosques. Todo según importante organización campesina, para que los grandes contaminadores sigan contaminando por medio de mercados artificiales que privatizan la naturaleza
y de paso afectan a la población y ponen en peligro la vida de los pequeños agricultores, de los campesinos y de las comunidades indígenas.
El diseño alimentario de las grandes corporaciones genera gran dependencia de los combustibles fósiles para producir, transformar y transportar
alimentos, “siendo responsables de un estimado de 44 a 57 por ciento del total de las emisiones de GEI
. Además, recuerdan que según el Programa ONU sobre Medio Ambiente, entes similares y el mismo relator especial de la ONU para el Derecho a la Alimentación, los pequeños agricultores producen hoy en día hasta 80 por ciento de la alimentación de los países no-industrializados, donde vive gran parte de la población mundial
(Ibid). De COP en COP, mediatizada, siguió en aumento el calentamiento global, la devastación de suelos, el derretimiento de glaciares y grandes placas de hielo de los polos, la acidificación y los niveles oceánicos, la extinción masiva de especies (La Jornada, 2, 10 y 30/12/10).
A diario llega el dato duro. Dice que no son tiempos para corruptelas neoliberales. Desde hace un lustro resuenan las palabras de James Hansen: esto no es asunto para la próxima generación: para cuando los jóvenes sean adultos, la situación podría estar fuera del control
. Con semejante solidez y urgencia, también llegan reflexiones de la ciencia social: El capitalismo empezando por su polo imperialista
, advierte el economista Jorge Beinstein, de la Universidad de Buenos Aires, “se ha ido convirtiendo velozmente en un sistema de saqueo donde la reproducción de fuerzas productivas queda completamente subordinada a la lógica del parasitismo. Las elites imperiales y sus lumpenburguesías satélites ‘necesitan’ superexplotar hasta el exterminio recursos naturales y mercados periféricos para sostener las tasas de ganancia de su decadente sistema productivo-financiero” (http: www//:WebPage-5.pdf).
Esa reflexión recoge la dinámica de guerra general y agrega fondo analítico a un sustancioso estudio de Gerardo Ceballos et al (Science Advances 19/7/15) en el que se asienta incontrovertible evidencia de que las tasas de extinción (de especies)
, en la era moderna, “no tienen precedente en la historia humana y es altamente inusual en la historia de la Tierra… la sociedad global ha empezado a destruir especies de otros organismos a una tasa que se acelera, iniciando un episodio de extinción masiva sin paralelo en 65 millones de años… evitar una sexta extinción masiva requerirá de esfuerzos rápidos y altamente intensos para la preservación de especies que ya están en riesgo y aliviar presiones sobre sus poblaciones –notablemente la pérdida de hábitats, la sobreexplotación con fines de lucro y el cambio climático–”(Ibid).
Ante los retos de la fosilización en curso y del mal-trato a la naturaleza como mercancía vale el llamado de los Galeanos de este mundo a ocupar las calles de París. Pero de cara a la debacle fósil y a la crisis del capitalismo monopólico, la amenaza a la vida exige mucho más: un incesante plantón mundial de construcción social alternativa.