últimas fechas, el pianista Rodolfo Ritter ha estado involucrado en algunos proyectos de investigación y rescate que han producido, venturosamente, resultados tangibles o, para decirlo con mayor propiedad, audibles. Me refiero particularmente a dos cedés de reciente aparición que son importantes por estar dedicados íntegramente a la música mexicana, y que tienen la virtud añadida de contener novedades y, además, han sido editados en un sello europeo, Sterling.
El primero de estos compactos está dedicado a la música de Manuel M. Ponce, y lo más relevante de su contenido es la primera grabación (surgida, además, del estreno absoluto en 2012) del Segundo concierto para piano (1947) de Ponce, escrito tres décadas y media después que el Primer concierto, obra bien conocida de su catálogo. Tanto el estreno como esta grabación son el resultado de diversas labores de investigación realizadas sobre los materiales musicales por el propio Ritter.
La audición de este concierto inconcluso (Ponce terminó sólo dos movimientos) es una auténtica sorpresa, sobre todo si se realiza después de escuchar el Primer concierto. Se trata de 11 minutos de música claramente moderna, en la que Ponce ya no mira al pasado decimonónico sino que se instala plenamente en el siglo XX. Sobre todo en el ámbito de la armonía, el compositor zacatecano abandona los referentes usuales para crear un lenguaje muy atractivo que, a pesar de su modernidad, no pierde nunca la claridad de intenciones y metas; esa modernidad está presente también en un tratamiento mucho más libre de la orquesta. En el contexto de esta expresión nueva, Ponce logra conservar, a la vez, numerosos gestos tradicionales de la escritura pianística, pero los reviste de elementos que pertenecen ya a una forma de pensar la música que está distante de los parámetros perceptibles en el Primer concierto.
Ojalá que Ritter (y después de él otros pianistas) retome estos dos movimientos del Segundo concierto de Ponce para darles amplia difusión; se trata, sin duda, de música que complementa de manera muy interesante el perfil creativo de Ponce, y que puede servir para contradecir a aquellos que, a estas alturas de nuestra historia musical, todavía suponen que Ponce es sólo Estrellita. Igualmente interesante es la declaración de Ritter en sus notas discográficas de que ya prepara la grabación (¿y quizá estreno en público?) del tercer movimiento del Segundo concierto de Ponce, que fue terminado (¿o redactado en su totalidad?) por la compositora alemana Ruth Schonthal (1924-2006) quien, hacia los últimos años de su vida, fue maestra de música de Stefani Joanne Angelina Germanotta, mejor conocida como Lady Gaga. En este mismo cedé, Ritter ofrece una interpretación del Primer concierto de Ponce, venturosamente alejada del almíbar y los desvaríos ultra-románticos que han perpetrado algunos de sus colegas, entregando en cambio un Ponce más lúcido y más transparente, cosa que siempre se agradece. Ritter redondea esta grabación con los Preludios encadenados y las Cuatro danzas mexicanas, para piano solo, obras en las que, de manera análoga a lo propuesto en los dos conciertos, se muestra como un intérprete de Ponce atento a la evolución del compositor, particularmente en lo que se refiere a los estilos e influencias por los que atravesó a lo largo de su carrera. En este cedé protagonizado por Rodolfo Ritter, el pianista es acompañado en los conciertos de Ponce por la Orquesta Sinfónica de San Luis Potosí, dirigida por Zaeth Ritter.
En el segundo cedé, Ritter hace una límpida ejecución del Concierto para piano de Ricardo Castro, complementada eficazmente por el solista Vladimir Sagaydo en su enjundiosa grabación del Concierto para violoncello del propio Castro. Y como bienvenida novedad, el poema sinfónico Oithona, inspirado en una antigua leyenda celta, en el que Castro se muestra fiel y leal a los modelos europeos del género, pero ya con algunas pinceladas personales, entre las que destaca una orquestación más transparente que lo usual en este tipo de músicas románticas descriptivas. En este compacto, la OSSLP es dirigida por José Miramontes Zapata.
