Sociedad y Justicia
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Cada semana, el Hospital Juárez recibe por lo menos un caso

Tumores en la mandíbula, frecuentes, pero de detección tardía: especialista
 
Periódico La Jornada
Martes 18 de agosto de 2015, p. 39

Por lo menos cada semana, el Hospital Juárez de México recibe a una persona con un ameloblastoma, es decir, un tumor en la mandíbula, generalmente tan grande que los médicos tienen que extirparlo, así como la totalidad de esa zona de la cara.

Los latinoamericanos, incluidos los mexicanos, tienen predisposición genética a desarrollar esta neoplasia, afirmó Carlos Liceaga, jefe del servicio de cirugía maxilofacial del hospital.

Investigaciones realizadas durante los tres años pasados por Alejandro García, del Centro de Investigaciones y Estudios Avanzados (Cinvestav), del Instituto Politécnico Nacional (IPN), encontraron marcadores genéticos en una proteína que inducen la formación del padecimiento.

Liceaga presentó ayer los resultados de una cirugía practicada a una haitiana que tenía una neoplasia de este tipo y que en su país no se pudo atender. En México pasó por varias instituciones sin obtener resultados; Liceaga agregó que en alguna institución pública la paciente acudió cerca de un mes sin que le resolvieran el problema.

Por recomendaciones de otras personas, los hijos de la mujer –médicos que radican en México– la llevaron al Hospital Juárez de México, donde a la semana siguiente le realizaron la intervención quirúrgica.

Liceaga explicó que los ameloblastomas únicamente se originan en el tejido de los dientes. Son tumores benignos, de rápido crecimiento, pero se pueden detectar y obtener el diagnóstico clínico en etapas tempranas. El problema, señaló, es que la mayoría de los afectados buscan ayuda cuando el tumor en el rostro ya es evidente.

En cambio, en otros países, como Japón, se detectan cuando tienen el tamaño de una uva, señaló. En esas condiciones la resección es sencilla y no implica amputaciones, como ocurre en la mayoría de los casos en México.

Un dentista puede identificarlo

El ameloblastoma se desarrolla de manera silenciosa, no da síntomas, pero un dentista lo puede detectar en sus etapas iniciales. Una señal de alerta son, por ejemplo, los dientes retenidos (no salen en tiempo y forma).

Un obstáculo para curarlo, agregó, es que no existe una cultura de cuidado de la salud bucodental y en algunos casos, por miedo, las personas prefieren no hacer nada.

Respecto de la paciente haitiana, el especialista informó que, a pesar de que sus hijos son médicos, pasaron siete años antes de que llegara al hospital Juárez, lo que da idea de la dificultad y falta de información que existe para el tratamiento de los ameloblastomas.

En estos casos, el daño y pérdida de hueso son irreversibles. La paciente requirió la colocación de una prótesis de titanio para remplazar la mandíbula y tomar parte de una costilla para formar la articulación de remplazo. Se trata, explicó Martín Antonio Manrique, director del centro sanitario referido, de un trabajo de alta especialidad que sólo se realiza en ese centro y en el General de México, dentro de los hospitales federales que dependen de la Secretaría de Salud.

Liceaga afirmó que aunque los pacientes absorben el costo de la placa metálica, que puede ser de 10 mil a 20 mil pesos, en ocasiones los fabricantes donan el producto y en otras, los médicos nos cooperamos cuando las personas no pueden pagarlo.