oda una hazaña. En lugar de resolver su diferendo con el magisterio oaxaqueño, simplificarlo y acotarlo al terreno estatal, la actual estrategia gubernamental lo ha hecho más grande, más complejo y de más difícil solución. De un día a otro convirtió un problema educativo en un conflicto de seguridad pública. Transformó un asunto político en una cuestión policiaco-militar. Hizo de una pugna regional una disputa nacional.
Bajo el argumento de que va a garantizar la calidad educativa, convirtió al instituto responsable de conducir la enseñanza pública de Oaxaca en una agencia del Ministerio Público. Las instalaciones del Instituto de Estatal de Educación Pública de Oaxaca (Ieepo) fueron ocupadas por uniformados y para dirigirla se designó a un policía: Moisés Robles.
Además del director del Ieepo, otros tres mandos tienen una trayectoria policiaca. El nuevo subdirector, José de Jesús Silva Pineda, fue subprocurador del estado durante el gobierno de Ulises Ruiz, su padrino de boda. La encargada de mejorar la convivencia escolar, María de los Ángeles Jiménez fue asesora técnica del sistema nacional de seguridad pública en Guanajuato y responsable de prevenir el delito de la Secretaría de Seguridad Publica de Oaxaca. La directora administrativa, Ubalda Cruz López, fue jefa de departamento en la Procuraduría General de Justicia del Estado y de la Secretaría de Seguridad Pública.
Perfil similar tiene Jorge Vilar Llorens, delegado de la SEP en la entidad y su representante en el Ieepo. Militante en su juventud de la Línea Proletaria, desempeñó después distintas responsabilidades en la Secretaría de Gobernación y en los programas de combate a la pobreza.
Para justificar esta estrategia, la propaganda gubernamental ha insistido en que el Ieepo estaba en manos de los maestros de la sección 22. El mismo gobernador Gabino Cué admitió que eso era falso. “El mando –dijo– nunca lo tuvo la CNTE, el mando lo tenía el gobierno compartido en alguna parte de la estructura administrativa, pero siempre el director del Ieepo fue designado por el gobernador en turno, así como los coordinadores” (http://goo.gl/nDKGS3 ).
De los 17 mandos recién nombrados, nueve, incluyendo su director, formaban parte del organigrama de esa dependencia estatal antes de su restructuración, como integrantes de su cuerpo directivo. ¿Puede llamarse a eso renovación?
Con la encomienda de regenerar pedagógicamente la entidad, escogieron funcionarios que, en su mayoría, poco o nada saben de educación: ocho abogados, cuatro economistas, dos administradores de empresas, un comunicólogo, un ingeniero en sistemas electrónicos y un licenciado en turismo.
El perfil de los nuevos directivos del Ieepo es mediocre y polémico. Muchos provienen de las filas del ex gobernador Diódoro Carrasco. Dos carecen de cédula profesional: el subdirector de Servicios Educativos, Juan José López Martínez, y el director de Planeación Educativa, Enrique Ponce Cortés. Según los abogados en activo de la entidad, el director jurídico, Raúl Pérez Zorrilla, litiga en juzgados imaginarios.
Jorge Oropeza, su nuevo vocero, dobletea chamba: junto a su responsabilidad en el instituto conduce en Tv Azteca Hechos meridiano Oaxaca, programa con el sello de la casa. Y este año, el asesor general, Juan Pablo Morales García, protagonizó un sonoro escándalo como consejero del Instituto Estatal Electoral, cuando exigió y obtuvo una indemnización de más de 2 millones de pesos al terminar su función.
En el afán de estigmatizar a los maestros democráticos, se han filtrado a la prensa diversos casos de corrupción del antiguo Ieepo. Muchas de esas denuncias son verídicas. Sin embargo, es falso que los culpables de esta situación sean maestros. No puede descartarse que alguno de ellos tenga vela en ese entierro, pero son la excepción, no la regla. La nómina fue inflada para incluir a diputados, dirigentes partidarios, funcionarios públicos, presidentes municipales, recomendados y porros del PRI (http://goo.gl/kgdPJt ). Ninguno es parte del movimiento magisterial. Por el contrario, son sus enemigos. Llegaron allí y conservan sus aviadurías gracias a los actuales mandos del Ieepo.
De la mano de Emilio Chuayffet, Rosario Robles, secretaria de Desarrollo Social, se trasladó a Oaxaca para poner la infraestructura y los programas de combate a la pobreza al servicio de la cruzada contra el magisterio democrático. Su objetivo es enfrentar a la población de menos recursos con sus maestros, usualmente sus mejores aliados. Para ello anunció el uso de las redes de Prospera con el fin de explicar las bondades
de la reforma educativa, y la decisión de que las beneficiarias del programa ya no requieran acreditar que sus hijos asisten a una institución escolar.
En su última excursión a tierras oaxaqueñas, pidió a las madres de familia de la entidad no dejarse engañar por maestros integrantes a la CNTE. De paso, ensalzó la valentía del gobernador Gabino Cué al transformar el Ieepo.
La señora Robles no ha tenido mucho éxito en su empresa. Volcada al uso político faccioso de los programas sociales, denunciada penal y mercantilmente, su credibilidad está en entredicho. Apenas el pasado viernes, agentes municipales de Oaxaca acusaron a los delegados de Prospera y Liconsa de obligarlos a ir a los eventos con ella bajo la amenaza de que si no lo hacen se les cancelarán los apoyos (http://goo.gl/54HvAk ).
Los maestros en Oaxaca son un factor de gobernabilidad, un vehículo para vincular centenares de comunidades pluriétnicas con las instituciones nacionales. Los profesores son intelectuales orgánicos de esas comunidades. Apostar a cercenar o lastimar esa relación es una aventura política de consecuencias insospechadas.
Un volante fue distribuido estos días entre los trabajadores del Ieepo. En él aparece una foto de los flamantes funcionarios y los presenta como “aptos y listos para actuar como agentes del Ministerio Público y policías en la aplicación de la norma para el logro de la calidad educativa
. Finalmente se pregunta: ¿sabrán qué es educación? Esos son los mandos designados para encabezar el renacimiento pedagógico en Oaxaca.
Twitter: @lhan55