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Karlheinz Brandenburg, junto a sus colegas Harald Popp y Bernhard Grill, el creador

Hace 20 años MP3 revolucionó la manera de escuchar música

Soñábamos con una radio digital y millones de usuarios, pero el sueño fue superado: ahora son muchos miles de millones los aparatos que trabajan con el formato, afirma su descubridor

Sin embargo, la calidad del espectro de tonos se pierde debido a la compresión, señalan

 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de julio de 2015, p. 8

Erlangen/Berlín.

La innovación no llegó de Silicon Valley, sino de Baviera: científicos del Fraunhofer-Institut für Integrierte Schaltungen, en la localidad de Erlange, se devanaban los sesos para intentar desarrollar un medio que retransmitiera la música con la calidad de tono adecuada. Hace 20 años ese formato de música digital recibió su nombre: MP3. Las dos letras y el número eran una abreviatura de la complicada denominación técnica para comprimir audios ISO Standard IS 11172-3 MPEG Audio Layer 3.

Los científicos consiguieron entonces comprimir datos de audio de manera que la música digital ocupaba mucho menos espacio a la hora de almacenarla que antes. Desarrollar esa técnica llevó a que se impusiera el iPod, se quedaran confinados en las estanterías muchos cedés, se relegaran al olvido los casetes y la industria de la música sufriera un gran vuelco.

El sueño de cualquier científico es desarrollar algo que sea útil para la humanidad, afirmó Karlheinz Brandenburg. El ingeniero en electrónica y matemático creó, junto a sus colegas Harald Popp y Bernhard Grill, el proceso de compresión de datos de audio en un archivo MP3. Soñábamos con una radio digital y millones de usuarios. Ahora son muchos miles de millones los aparatos que trabajan con el formato, lo que supera ampliamente el sueño de entonces, señaló.

Un comienzo muy difícil

Cuando ocho investigadores del equipo del Fraunhofer consiguieron el avance técnico, desconocían la importancia que tendría en el mercado. Al inicio fue todo muy difícil, precisó Popp.

Los pesimistas preguntaban si existiría un aparato que pudiera reproducir una colección de música en formato mini.

Los planes iniciales eran que un codificador-software convirtiera la música en formato MP3. Estaba pensado sobre todo para la industria musical e iba a resultar caro.

Pero en 1997, un estudiante australiano compró un programa similar, examinó el mecanismo y colgó en la red un codificador libre para todos. Él cedió nuestro modelo de negocio, lamentó Brandenburg en una entrevista con la radio estadunidense NPR en 2011. A partir de entonces, cualquier cedé podía transformarse en el manejable archivo MP3, que no era demasiado pesado en las entonces lentas conexiones a Internet.

En 1998 comenzaron a aparecer los primeros reproductores de MP3 en las tiendas. Pero sólo cuando el presidente de Apple Steve Jobs presentó, en 2001, el primer iPod comenzó a imponerse el MP3 como reproductor de música. En tanto, prácticamente cualquier teléfono inteligente graba datos en ese formato.

MP3 cambió entonces la vida de los amantes de la música: podían escuchar sus canciones favoritas de la forma más sencilla sin estar pendientes de los cedés ni de guardarlos en sus cajas. De forma muy sencilla se podían unir todas las canciones favoritas de un álbum en una playlist (lista de canciones).

Y como este invento revolucionario no se limitó a los reproductores de música, sino también hacía posible escucharla en Internet, Karlheinz Brandenburg ingresó el año pasado en el Salón de la Fama de Internet como codescubridor del MP3.

Gracias al MP3 resultó más fácil enviar y copiar música. Pero estas facilidades también desembocaron en abusos: en 1999 arrancó la plataforma de intercambio de archivos Napster online. Dos años después se habían intercambiado en la plataforma 2 mil millones de canciones (en su mayoría de forma ilegal).

Sin embargo, el MP3 tiene mala fama por otras razones: algunos aseguran que el formato ha empeorado la calidad de tono de la música. El proceso de compresión, al parecer, no funciona sin pérdidas, es decir, parte del espectro de tonos se pierde, ya que el margen de frecuencia en una canción se reduce.

Los científicos se aprovecharon de las propiedades del oído humano, pues con el MP3 suenan especialmente bien las partes de la música que oye bien. Si, por ejemplo, una flauta se impone por encima de una trompeta, tras la compresión el primer instrumento suena menos. Se filtran todos los tonos a los que se pueden renunciar, por lo que se ahorra en datos.

Sólo las personas que tienen un oído muy fino pueden debatir sobre la pérdida de calidad de sonido con la compresión. Para el resto de los mortales las pérdidas son casi imperceptibles, sobre todo cuando se utiliza una elevada velocidad de transmisión de datos en la música. La calidad del sonido depende también de otros factores, como los altavoces, amplificadores o auriculares que se empleen.

La evolución actual de la compresión de audio ha dejado atrás la era del reproductor MP3. En la actualidad, para escuchar música cuando uno se desplaza no se necesita mucha capacidad de almacenamiento, sino ancho de banda para el streaming. Y también en este sentido el descubrimiento alemán desempeña un papel considerable: El MP3 no es sólo para la música en la computadora personal, afirma Grill. Más bien es un formato estándar de música para todo. “En la actualidad probablemente hay activos decenas de miles de servicios de streaming con MP3”. El resto emplea en su mayoría formatos como el AAC (sucesor del MP3), que también desarrollaron Grill y sus colegas.

Como en el futuro se dispondrá de mayor ancho de banda, los expertos se preguntan cuándo el MP3 quedará en un segundo plano por el avance de otros formatos. Después de todo, los amantes de la música pueden quedarse tranquilos de que las canciones en MP3 no se han quedado obsoletas. El coinventor del MP3 augura que dentro de 100 años se podrán escuchar los datos de ahora.