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Nosotros ya no somos los mismos

Irreverente sarcasmo y legisladores

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odavía no amacizaba el raquítico sol de estos extraños y volubles días, cuando los amigos aludidos en la columneta pasada me urgían a que les aclarara quién era el senador panista Víctor Hermosillo, qué era el comité que presidía y al que, yo sin consulta previa, los había incorporado pero, sobre todo, en qué consistía la iniciativa de ley que él promovía y que según yo habría de preservar, de ser aprobada, su patrimonio familiar.

Por supuesto que merecen una explicación, misma que habré de ofrecer tan pronto desahogue una diligencia de previo y especial pronunciamiento la que, además de evitar explicables confusiones, nos comprueba que la realidad puede, con creces, superar a la más desbordada imaginación. Cuando me disponía a ofrecer una breve semblanza de nuestro personaje principal, el señor senador don Víctor Hermosillo descubrí que, como es muy común, existía alguna homonimia que nos podía llevar a errores garrafales. (Los listados del Registro Nacional de Ciudadanos nos muestran ejemplos desbordantes de cuántas mexicanas y mexicanos comparten el mismo nombre). El caso de dos Víctor Hermosillo a los que paso a referirme, constituye una ironía verdaderamente hilarante. Les voy a presentar primero a quien es del todo ajeno a la presente croniquilla pero que, en la inevitable comparación con su homónimo, nos golpea con el más irreverente sarcasmo. Juzguen ustedes.

Ashley Madison es una compañía trasnacional, reconocida como líder indiscutible en el estimulante y humanístico ramo al que está consagrada. Puede afirmarse que su objetivo central va más allá de prohijar las relaciones entre los humanos que, como todos sabemos (y penamos), estamos afectados, por la condición de nuestra ineluctable precariedad. (Después de este heideggerazo, ¿quién se atreve a sostener que esta columneta es incapaz de filosofar?) Volviendo a la realidad, Ashley Madison (AM) se dedica a la promoción de las relaciones extramaritales y en el momento, es el sitio más exitoso para conseguir entablar gratas y seguras relaciones extramaritales. En AM, diariamente, miles de esposos y esposas consiguen un liberador (y rico, supongo), affaire (que en muchos casos es la salvación de matrimonios ya absolutamente periclitados). AM, tiene 38 millones de usuarios en el planeta, de los cuales, cerca de un millón se ponen en pie cuando escuchan: Y retiemble en sus centros la tierra. El servicio se inició en México hace apenas un año y ha crecido 160 por ciento. Según sus registros, 27 por ciento de los miembros son importantes ejecutivos de prestigiados consorcios, 14 por ciento son dueños o accionistas de los mismos y dentro de ellos tienen especial cabida los silver foxes, o zorros plateados, también conocidos entre nosotros como rabos verdes, igual color que el de los muchísimos billetes que les cuestan sus membresías. Un último dato por demás significativo: en México, 44 por ciento de los usuarios son mujeres, lo que convierte a nuestro país en uno de los que cuenta con mayor número de participantes del género femenino.

Esta labor de celestinaje electrónico (desde 1499, merced a la obra magistral de Fernando de Rojas, La Tragicomedia de Calixto y Melibea, así suele llamarse a esta especialidad de la licenciatura en relaciones), procura legitimar su quehacer con el alegato de que un sano y efervescente amorío, en un momento propicio, es el complejo vitamínico más eficaz para reavivar el propósito de perdurabilidad del compromiso matrimonial. Al respecto, y por instinto de conservación, no me siento capacitado para emitir opinión alguna. Paso de inmediato a proporcionar la información que sustenta todo lo anterior y que fue, como les dije, motivo de que me desternillara de risa cuando inopinadamente la conocí: El CEO, es decir el mero mero, el boss, el chief, el big brother de Ashley Madison es, nada menos que don Víctor Hermosillo.

Víctor Hermosillo, igualmente, es el nombre del senador panista representante de Baja California, que como un auténtico Savonarola mexicalense (No, senador, Savonarola no alinea con el equipo de Argentina), se ha erguido, inflamado de una justa ira para condenar a la sociedad mexicana por vivir inmersa en un hedonismo bárbaro. Si el declarante se molestara en tratar de entender lo que dijo, encontraría que el hedonismo es la doctrina filosófica que más adeptos tiene en el mundo, porque hasta los masoquistas tienen su manera particular de disfrutar el placer. Señala don Víctor, como una de las causas fundamentales de la degradación social que padecemos, a esa plaga (peor que las 10 de Egipto juntas), que representa la incomprensible pretensión de las mujeres por equipararse al varón. Ser sus iguales. ¡Vaya herejía! Dice don Víctor: A las mujeres, en su libertad que dizque se tomaron, pues, les ha ido peor, porque ahora los hombres se dan con ellas unas agasajadas bárbaras y luego no se casan. Están muy a gusto. (sic bajo protesta de decir verdad) Y cómo no lo van a estar esos afortunados varones si a mí, nada más de oír tan descriptiva narración se me abrió el antojo. Quiero hacer notar la forma en la que el senador exhibe su mentalidad paleolítica: para él, la agazajeada eróticosexual solamente la experimenta el hombre, pues la sexualidad y sus maravillosos placeres no tienen cabida en el más mínimo rinconcito femenino. A la mujer se le conceden otros satisfactores, por ejemplo, ser la sierva de su esposo y parir cuantas veces él lo disponga. Génesis 3: 16: Multiplicaré en gran medida tus dolores y tus preñeces, con dolor darás luz a tus hijos; y a tu marido será tu deseo y él se enseñoreará contigo. (Esa sí es una plenty agasajada). Por supuesto se declara enemigo del divorcio o sea que, como diría mi reciclable abuela #3, es más papista que el Papa, pues como todo mundo sabe, dos meses y un día después de las declaraciones de don Víctor, el cada vez más amigo Francisco, en su catequesis dedicada al sufrimiento de los niños por la separación del matrimonio de sus padres afirmó, que ésta, en algunos casos, es inevitable. A veces la separación puede ser moralmente necesaria. Y agregó: para proteger al cónyuge más débil (que obviamente puede ser cualquiera) o a los hijos, de las heridas causadas por la prepotencia, la violencia, la humillación y la indiferencia. Y que me trepo al carro del cada vez más amigo Francisco y le agrego: y por el fundamentalismo, la superchería, la mentalidad paleolítica y la ignorancia.

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Gustavo Sainz, el 26 de agosto de 2005Foto José Antonio López

Como buen ejecutivo, don Víctor anuncia quiero hacer una ley (ni Moisés tenía esas ínfulas). Supongo quiso decir que presentará una iniciativa que, de ser aprobada se convertirá en una norma que obstaculice y penalice los divorcios. (Y aquí es donde entra mi ayudita a los amigos que cité: Javier Molina y Alfredo Ramos, cuyas hijas, Eva y Victoria, respectivamente, en atención a las preocupaciones de don Víctor, cumplirán la exigencia del matrimonio para poder agasajarse como Dios manda, literalmente). Propone el señor senador (dando pruebas de sus conocimientos en las finanzas), que los cónyuges que decidan divorciarse antes de haberse aguantado mutuamente un año, deberán reintegrar a sus padres los gastos y costas que éstos hayan erogado en el matrimonio que, por causa de su volubilidad y mal juicio, resultó fallido. Como ven, con generosidad cristiana les condona los intereses y todavía más: le da proporcionalidad a la pena. A los dos años de casamiento la lana que los efímeros contrayentes tienen que regresar a sus padres es ya sólo de 80 por ciento y bueno, si rebasan los cinco años, se salvan del rembolso en razón de la natural depreciación.

¿A qué se referirá el señor senador con la depreciación? ¿Al menaje de casa, a las cualidades de ellas, a los atributos de ellos? Ah, por cierto, la preocupación del amigo Francisco por el cónyuge débil y por los hijos, está totalmente ausente del proyecto legislativo del señor Hermosillo, seguramente la guardó para la ley reglamentaria.

Los padres casamenteros que, como mis amigos, estén en el conflicto del casamiento de una hija, pueden expresar su apoyo irrestricto a la ley Hermosillo, al teléfono: 5345 30 00.

El fallecimiento de mi muy viejo amigo Gustavo Sainz, me envolvió en una tenue saudade. La compartí la noche del sábado con tres de sus antiguos compañeros preparatorianos. De la madre de uno, Jorge Yáñez, Gustavo, como el Carlitos de Las batallas en el desierto, dejó constancia escrita de su fijación. Gustavo y yo nos enfrentamos por conseguir los favores de la bella Malena Galindo, (50 por ciento de la firma: Hermanitas Galindo SA), en una justa por demás injusta: yo le escribía redovas de una rústica consonancia y él unos hermosos diarios que ojalá ella, sin rubores, dé a conocer.

Twitter: @ortiztejeda