Brasilia.

El portal de revelaciones políticas Wikileaks difundió este sábado documentos que muestran que Estados Unidos no sólo espió en 2013 las comunicaciones telefónicas de la presidenta Dilma Rousseff, sino se ocupó principalmente de intervenir las líneas de los responsables de administrar las finanzas públicas, de diplomáticos brasileños en el extranjero y de altos ejecutivos empresariales.

La información fue dada a conocer cuatro días después de que los presidentes Rousseff y Barack Obama cerraron un episodio de la relación bilateral marcada por filtraciones de Wikileaks que mostraron que los teléfonos y el correo electrónico de la mandataria fueron espiados por la Agencia de Seguridad Nacional (NSA, por sus siglas en inglés).

A raíz de las denuncias de octubre de 2013 Rousseff canceló una visita de Estado a Washington, prevista para ese mes, y criticó al gobierno de Obama por el espionaje de su gobierno no sólo a su administración, sino hacia otras naciones supuestamente amigas de Washington.

De acuerdo con las nuevas revelaciones de Wikileaks –una semana después de reportar más actividades de intercepción de comunicaciones en Francia y Alemania–, en total fueron 29 los teléfonos intervenidos por Washington, entre ellos cuatro pertenecientes a la oficina de Rousseff en el palacio presidencial de Planalto y un aparato satelital de la empresa de telecomunicaciones británica Inmar- sat, utilizado por la mandataria en el avión oficial.

Los viajes de la mandataria

Hasta en sus viajes oficiales la presidenta Dilma no estaba protegida de intervenciones, ya que la lista de blancos incluía el teléfono satelital Inmarsat en el avión de la mandataria, comentó al respecto el fundador de Wikileaks, Julian Assange, en un artículo publicado en el portal.

La lista de personas espiadas incluye al asesor personal de Rousseff, Anderson Dornelles, y a su secretaria, Nilce.

Wikileaks entiende que Washington no sólo buscaba saber lo que hacía o decía la gobernante sudamericana, sino quiso promover una campaña de espionaje económico contra Brasil.

La deducción, según Assange, surge del hecho de que en la lista de teléfonos intervenidos estaban los de los principales responsables de administrar la economía brasileña, entre ellos el presidente del banco central y el de los ministros de Planificación y de Hacienda.

También fueron interceptadas las comunicaciones de embajadas brasileñas en el exterior, como las de París, Bruselas, Washington, Berlín y Ginebra.

El ministro de Comunicación Social de la Presidencia, Edinho Silva, dijo ayer que más allá de la revelación de este sábado, Brasilia considera superado el asunto del espionaje.

Agregó que para el gobierno brasileño la nueva denuncia se refiere al caso de 2013.

La posición del gobierno es que este episodio está relacionado con hechos antiguos. El propio gobierno estadunidense reconoció internacionalmente el error y asumió el compromiso de cambiar esa práctica. Para el gobierno está superado, apuntó Silva.