A tres décadas de que sus terrenos fueran convertidos en tiraderos de escombro, tras los sismos de 1985, ejidatarios de San Gregorio Atlapulco, en la delegación Xochimilco, apuestan por reactivar sus tierras de cultivo con nuevas técnicas y asesorías de especialistas de Cuba.

El proyecto, financiado por la Secretaría de Ciencia, Tecnología e Innovación (Seciti) del Distrito Federal, que signó un convenio de colaboración con el Instituto de Investigaciones Fundamentales de Agricultura Tropical (Inifat) Alejandro de Humboldt, de Cuba, consiste en hacer pequeños relieves en las parcelas llamados canteros chinos y organopónicos, en los que se utilizan los elementos naturales del entorno.

En un recorrido por la tercera sección del ejido, Maylin Martínez Suárez, encargada del proyecto, explica que se trata de técnicas agroecológicas que se aplican según la necesidad que existe. “Aquí hay un problema de salinidad y el sistema tradicional no se logra producir, pero nos dimos cuenta de que si levantamos el terreno –con 50 por ciento de abono orgánico–, hay automáticamente un lavado natural que elimina la sal y favorece el cultivo”, apuntó.

Acompañados de los expertos del Inifat Daniel Balmaseda y Marisol Morales, los ejidatarios hablan con entusiasmo de sus viajes a Cuba y del intercambio de experiencias que han sostenido para arrancar con este plan, que busca dejar atrás el abandono de sus tierras.

Alfredo Abad Galicia, presidente de la comisaría ejidal de San Gregorio, detalla que de las 200 hectáreas de cultivo, sólo tres o cuatro eran utilizadas, por lo agreste del terreno y la falta de agua. El detonante para reactivarlas fue la rehabilitación de una planta de tratamiento que opera mediante un sistema de diatomeas (fósil que se encarga de filtrar el líquido) y el tendido de una línea de agua por parte de la Seciti.

Sin embargo, contar con el líquido no fue suficiente. Después de 30 años en desuso prácticamente el suelo estaba muerto. Gustavo Páez, uno de los primeros en incorporarse al proyecto, cuenta que sus primeras siembras con el sistema tradicional no se daban; salían unas hojitas y se morían.

Con las nuevas técnicas aplicadas, agrega, ya realizó sus primeras cosechas de jitomate, rábano, zanahoria, y ha dado un paso más al convertirse en pionero en producir lombricomposta y hacer su propio banco de semillas.

Éramos el granero del sur de la ciudad, porque todo el ejido se dedicaba al cultivo del maíz y otras semillas; esperamos volver a ver ese vergel, expresa Francisco Telésforo, ejidatario del lugar, quien alista su parcela para cultivar maíz, avena y hortalizas.

Paula Galicia, Adán Medina, y Marco Antonio Cortés, otros beneficiados, comentan que una de las principales motivaciones es ver que lo aprendido está dando sus primeros resultados. Lamentaron que las instituciones del ramo haya hecho caso omiso de sus demandas, cuando hay tanta carencia de alimentos.

De acuerdo con el director de Innovación Tecnológica de la Seciti, Mauricio León Salazar, en este proyecto se ha invertido 6 millones de pesos.