Mensaje en misa de ordenación en la Basílica de San Pedro
siervos y no gerentes
Lunes 27 de abril de 2015, p. 43
Ciudad del Vaticano
El papa Francisco lamentó el domingo que existan sacerdotes cuyo objetivo sea vivir para el placer de sí mismos
y se sientan pavorreales
, durante el sermón de una misa en la cual confirió la orden sagrada a 19 seminaristas.
En la homilía, ante miles de fieles en la Basílica de San Pedro, Francisco puso en guardia a los nuevos sacerdotes ante las amenazas de su labor y les pidió ser auténticos, evitar homilías aburridas y celebraciones apuradas.
Que sus homilías no sean aburridas; que lleguen al corazón de la gente porque salen de su corazón
, recomendó.
El ejemplo edifica. Las palabras sin ejemplo son palabras vacías sin ideas; no llegan jamás al corazón; es más, pueden hacer mal, muy mal
, dijo el Papa.
Ante los seminaristas de la diócesis de Roma, algunos procedentes de otros países, como Perú o India, el líder católico pidió que cuando celebren misa se den cuenta de lo que están haciendo. ¡No lo hagan a las apuradas!
, insistió.
Los llamó a no negar jamás el bautismo a quien lo pida y confesar con extrema misericordia.
Tras la celebración, al mediodía romano, Francisco se asomó a la ventana de su estudio privado en el Palacio Apostólico del Vaticano y dirigió su bendición con el Regina Coeli (Reina del Cielo) ante una multitud en la Plaza de San Pedro.
Agregó que quienes tienen puestos de poder en la Iglesia –sacerdotes, obispos y papas– están llamados a tener la mentalidad de siervos y no de gerentes
.
Dijo que el mal pastor piensa en sí mismo y explota a las ovejas, mientras el pastor bueno piensa en las ovejas y no en sí mismo. A diferencia del mercenario, Cristo pastor es un guía que participa en la vida de su grey; no busca otro interés, no tiene otra ambición que guiar, nutrir y proteger a sus ovejas
, apuntó.
De forma sorpresiva, antes de concluir la oración, el Papa llamó a dos de los nuevos sacerdotes que había ordenado y los invitó a asomarse con él a la ventana para impartir la bendición de forma conjunta.