Opinión
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Elecciones en normalidad (anti) democrática
L

o que en otros países es anormal en México se ha vuelto normal. No se van a cambiar las inercias, las enquistadas situaciones de facto, porque hay elecciones federales y locales. Pero que tampoco se diga que el proceso electoral de 2015 se desarrolla dentro de la normalidad democrática. Porque en este país la democracia en todas sus acepciones, incluso en la más mínima, se atropella, se violenta todos los días. Y las condicionantes para que la gente se anime a emitir su voto, y si se anima, a que lo haga con libertad, se cuentan por decenas. Aunque el INE no lo vea.

Vayamos de lo menos a lo más. En muchas partes del país, Chihuahua cuando menos, la propaganda induce al tripartidismo. Los dos partidos con más recursos, el PAN y el PRI, dominan las campañas por aire: tienen la mayoría de los espots; pueden añadir mensajes locales a las pautas nacionales; contratan la mayoría de los espectaculares. Como que la izquierda da por perdido el norte y concentra sus muchos o pocos recursos, según el caso, en el centro y en el sur de la República. Sólo el hartazgo informado y responsable puede conducir a los apabullados votantes a buscar otros partidos, otros candidatos casi invisibles.

La legislación electoral sobre medios, y sobre todo la práctica, han logrado combinar inequidad con saturación. Además del fárrago, principalmente auditivo, de la propaganda partidaria o del INE, muchos medios sólo entrevistan a candidatas y candidatos si se les compran espacios. Los abanderados del PRI sistemáticamente rehúyen los debates, y las pocas veces que éstos se llevan a cabo, son imposibles el intercambio y la discusión entre los 10 representantes de partido.

El PVEM sigue haciendo gala de espectaculares, de anuncios en los taxis y en los puestos de periódicos. Siguen llegando al domicilio de un ciudadano sí y otro también las tarjetas de descuento verde sólo para afiliados, sin que uno haya autorizado que proporcionen su dirección ni mucho menos que lo consideren como potencial tributario de esta corrupta franquicia familiar. Los verdes siguen disfrutando de total impunidad. En todo caso se dan el lujo de comprarla pagando las leves multas que se les aplican. El cada vez más sumiso a los partidos de Peña, Lorenzo Córdova, presidente del INE, señala con una lógica según él contundente: Si quieren que se le quite el registro, que no voten por él. Si vamos a dejar que la operación del omnisciente mercado político opere como señala el neo-neoliberal político Córdova, ¿para qué gastar tanto dinero en sueldos como los de él? ¿En gastos de representación, choferes y demás privilegios para los consejeros y funcionarios de su instituto?

El INE también es incapaz de dar seguimiento a los gastos de campaña, sobre todo del PRI, el que más se aprovecha de puestos de gobierno, de programas, de entrega de televisiones plasma, de láminas para techo, de tinacos, de tarjetas de descuento como las del Verde. Impone farragosas y complicadísimas formas de controlar y auditar el gasto de los centavos, pero detrás de él los partidos de Peña Nieto despilfarran los millones sin ninguna regulación.

No sólo son las graves condicionantes endógenas al proceso electoral. En la mayor parte del territorio de Chihuahua, por ejemplo, es peligroso andar en la carretera después de las ocho de la noche. Hace unos días unos jóvenes dirigentes de Morena fueron detenidos por un retén ilegal en una autopista del noroeste del estado. Tuvieron que pagar su cuota para que los dejaran continuar su camino… en una rúa que, sin embargo, es patrullada día y noche por la Policía Ministerial del estado. Seguramente esto no le sucede al convoy de camionetas Suburban de los candidatos tricolores.

El miedo domina en muchas poblaciones del campo chihuahuense. La gente teme organizarse, expresarse, participar públicamente. A más invisibilidad mayor protección, piensan. Y no en vano: tan sólo en el municipio de Cuauhtémoc, el Centro de los Derechos Humanos de las Mujeres tiene documentadas más de 900 desapariciones forzadas. No cabe duda de que el proceso electoral estará vigilado, más que por el INE, por los efectivos del crimen organizado. Ellos, sin incurrir en violaciones manifiestas a la ley, pueden inclinar definitivamente la balanza por uno u otro candidato. Elecciones sub armis, bajo las armas. Los narcobloqueos y enfrentamientos en Reynosa, en Tampico, en Morelos, en Jalisco, en Sonora y Sinaloa y en Guerrero nos cuestionan cómo esta normalidad va a impactar en la voluntad de los votantes.

Las denuncias por la corrupción de los gobernantes se minimizan en estas campañas tanto como el percudido logo del PRI. Las casas en las Lomas de Chapultepec, las constructoras consentidas del sexenio, los Duartes, los Padrés, los Moreiras, los Aguirres, se olvidan porque ahora todo candidato o candidata se dice acérrimo partidario del sistema anticorrupción. Para muchos llegar a la Cámara de Diputados es indulgencia plenaria o amnistía total de corruptelas pasadas y presentes.

Inequidad, impunidad, saturación de propaganda, interferencia del crimen organizado, temor… estas son sólo algunas de las circunstancias que pesan fuerte en el proceso electoral en curso. Y no van a poder amortiguarse al menos con tan sólo escritos, oficios, recursos de la representación de los partidos políticos en el INE; son necesarias acciones decididas de los propios partidos y de la ciudadanía.

Post scriptum. El sábado pasado se constituyó el grupo de observadores nacionales que acompañará al Movimiento Chihuahuense Unión Ciudadana en su lucha contra la corrupción y en su denuncia contra el gobernador César Duarte. Gracias a ellos ahora se evitó una agresión contra la Marcha del Silencio, pero no las descalificaciones verbales de los gatilleros a sueldo.