Desarrollan programa para detectar efectos potenciales de ese contaminante
Los ejemplares adultos ya no van a anidar a las playas y las crías pueden desorientarse, perderse, exponerse a depredadores o morir de deshidratación rumbo al océano, explica Ricardo Rodríguez Estrella, de la AMC
Realiza estudio en Cabo Pulmo con expertos de EU
Martes 21 de abril de 2015, p. 2
No hace mucho que la luz artificial nocturna comenzó a considerarse un contaminante. Está ampliamente documentado que en las tortugas marinas causa un impacto negativo directo: los adultos ya no van a anidar a las playas y las crías cuando salen del huevo pueden desorientarse y perderse, quedando expuestas a los depredadores o morir de deshidratación en el camino hacia el océano, explicó Ricardo Rodríguez Estrella, del Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste.
También miembro de la Academia Mexicana de Ciencias trabaja desde 2005 en el Parque Nacional Cabo Pulmo, zona de alta biodiversidad en el Golfo de California que posee el único arrecife de coral vivo del oeste del continente americano. Estudia el ordenamiento ecológico territorial de las actividades de esta área y los impactos de éstas en la flora y fauna acuática y terrestre.
Junto con investigadores de las universidades de Stanford y Maryland, de Estados Unidos, así como de la Fundación para la Vida Silvestre, realizó una investigación publicada el año pasado en el Global Ecology and Conservation, que simuló los efectos de la luz artificial sobre los sitios de anidación de la tortuga golfina y laúd, especies catalogadas como vulnerables, durante las diferentes fases de construcción de un megadesarrollo turístico en Cabo Cortés, a 17 kilómetros de la reserva coralina, que fue suspendido en 2012 por el gobierno mexicano ante las dudas sobre su sustentabilidad.
Los especialistas sostienen que las principales señales que siguen las crías son la intensidad luminosa y la elevación del horizonte. En condiciones normales, el horizonte sobre el océano aparece más brillante que en dirección a las dunas o la vegetación, porque el agua tiene mayor albedo –la proporción de luz que refleja un cuerpo respecto de la que repercute sobre él– que la tierra. Por tanto, las crías se orientan lejos de las sombras y las altas siluetas creadas por la vegetación de la playa o las dunas y hacia el horizonte más bajo y brillante. Con la iluminación artificial es difícil para ellas encontrar el camino más directo al océano.
Para modelar el efecto potencial de este relativamente nuevo contaminante, los investigadores adaptaron un programa computacional de cuenca visual, que resalta todos los elementos de una línea de visión desde la ubicación de cierta marca de posición; si hay algún objeto que se interponga en el camino, la cuenca visual muestra una sombra detrás de él.
El programa utiliza básicamente tres elementos: los datos de elevación del terreno, los cuales se pueden adquirir de forma gratuita en ciertos sitios de Internet; las ubicaciones de los puntos de anidación de las tortugas para distintos años, proporcionados por la Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, y el mapa georreferenciado del Plan Maestro de zonificación del desarrollo megaturístico Cabo Cortés, en el cual se determinan las áreas destinadas para uso residencial, comercial, recreativo e indeterminado.
Rodríguez Estrella apuntó que el software que se propone en este estudio es abierto y busca que se tenga mejor manejo de la iluminación externa para mitigar esta amenaza para la fauna, en general, y en particular, al éxito reproductivo de las tortugas marinas.