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A punto de jubilarse y con daños a la salud, los obligan a firmar cartas de renuncia

Denuncian a compañías ferrocarrileras por violar derechos de trabajadores

Ya no podía más y tuve que aceptar; por 15 años me dieron 10 mil pesos, lamenta ex garrotero

 
Periódico La Jornada
Domingo 19 de abril de 2015, p. 9

Monterrey, NL.

El tren se mueve lentamente, va cargado de aceite y expulsa vapor al detenerse para descargar. El chirrido de las ruedas en los rieles es ensordecedor. Y los resortes de algunos vagones lucen extendidos, ello quiere decir que ya están vacíos, comenta José Aaron Hernández mientras camina por las vías que ha recorrido en los últimos 40 años.

Don José Aaron es conductor de trenes, pero desde hace dos meses no trabaja. Extraña la locomotora que mueve decenas de vagones y también estos sonidos y olores. La mitad de su vida ha transcurrido entre las vías, antes trasladando personas y ahora mercancías: Ser ferrocarrilero es un honor, un orgullo, una forma de vida, una herencia. Mi abuelo y mi padre también fueron ferrocarrileros, pero con esta empresa gringa todo ha cambiado.

La empresa Kansas City Southern de México (KCSM), lo suspendió el pasado 20 de febrero de manera injustificada, a punto de cumplir los 60 años. Le aplicó una sanción por pisar una señal. No fue por negligencia, sino por falla mecánica. Veníamos en una pendiente descendiente y se nos recargó el tren. Nos suspendieron al maquinista y a mí. Es un método utilizado por la empresa. Hay más de 25 compañeros suspendidos.

A partir de ese momento, don José Aaron quedó en un limbo laboral. Para jubilarse, la empresa le exige que firme una carta de renuncia y sólo le reconoce el último año trabajado, a pesar de tener una antigüedad de 18 años: “Me dijeron: ‘si te quieres pensionar, renuncia’. Fui con el sindicato, y va de acuerdo con la empresa. Me dijeron que renunciara para que ya no anduviera penando. El sindicato está vendido”.

Se refiere al Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros de la República Mexicana (STFRM), dirigido desde hace 20 años por Víctor Flores Morales, recientemente denunciado por desaparecer 13 mil 500 millones de pesos de un fideicomiso liquidador, 500 millones de pesos del fideicomiso para el pago del seguro de vida y más de 600 millones de pesos de cuotas sindicales que descontaron a los jubilados de manera ilegal y a quienes el año pasado el sexto tribunal colegiado en materia de trabajo del primer circuito les concedió un amparo definitivo para suspender el descuento de esas aportaciones.

El sindicato es aliado de Kansas City Southern de México, dice don José Aaron: Nosotros somos más de 600 compañeros afectados. El sindicato no nos defiende; al contrario, quiere que renunciemos. ¿Dónde quedan los 18 años que he laborado?

En realidad, tiene 40 años de antigüedad. Antes, trabajó 22 años para Ferrocarriles Nacionales de México (FNM), empresa creada por Porfirio Díaz en 1907, nacionalizada por Lázaro Cárdenas en 1937 y vendida por Ernesto Zedillo en 1997, quien ahora es socio de Kansas City Southern e integrante del consejo de administración de la empresa ferroviaria Union Pacific.

Kansas City Southern pagó mil 400 millones de dólares para quedarse con el control del ferrocarril en el centro y noreste de México, con 3 mil 960 kilómetros de importantes vías que comunican al valle de México con Laredo, Texas, y los puertos de Lázaro Cárdenas y Tampico, para operar 40 por ciento de la carga que se transporta por ese medio en México y 60 por ciento de la que llega de Estados Unidos. La empresa está dirigida por José Zozaya, quien además es presidente del Consejo Mexicano del Transporte.

Nos encontramos ante una empresa que en México viola la Ley Federal del Trabajo, mientras en Estados Unidos la respeta. Aquí suspende a los trabajadores utilizando trampas para aplicarles sanciones y no respetar su antigüedad; también los obliga a firmar cartas de renuncia y a trabajar jornadas extenuantes en un régimen de esclavitud. Hay más de 600 ferrocarrileros afectados, dice la abogada Queeny Rose, quien defiende a los trabajadores y ha interpuesto las denuncias ante la Junta de Conciliación y Arbitraje.

Ante esto, La Jornada solicitó la posición de la empresa. Rogelio Hernández Vega, encargado de medios de KCSM, dijo que el presidente de la compañía no da entrevistas. Y Karen Monroy López, directora de comunicación explicó que darían una respuesta por escrito. Luego, Julieta Peña Flores, asociada junior de la empresa de comunicación Guerra, Castellanos y Asociados, envió un correo electrónico para señalar que Kansas City Southern de México “respetaba la ley federal del trabajo: La empresa protege los derechos de sus empleados y les ha brindado estabilidad laboral.

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Genaro Hernández Flores y José Aaron Hernández, ex trabajadores de Kansas City Southern de MéxicoFoto Sanjuana Martínez

Jornadas extenuantes

Cerca de una docena de ferrocarrileros están alrededor de la abogada. Cada uno expone su testimonio; coinciden en que las sanciones que aplica la empresa antes de cumplir la edad de jubilación, en realidad son trampas administrativas.

Es un reglamento interno que la empresa utiliza contra los trabajadores. Aplican la regla 1.1.2 que forma parte del reglamento RIT para hacerlos responsables de situaciones provocadas con maniobras operativas inadecuadas que a veces causan accidentes. De esta forma, los hacen responsables y lo sancionan para luego suspenderlos y así obligarlos a firmar la carta de renuncia, dice la abogada.

Don José Aaron explica que los trabajadores sólo tienen 12 horas de descanso: Si trabajan en Monterrey son más de 18 horas, pero si salen fuera son más de tres días continuos de trabajo y sólo las 12 horas de descanso. Es una explotación. No tienen personal suficiente.

La abogada, interviene: Los obligan a seguir laborando, a pesar de que padecen graves afectaciones a la salud. Son trabajadores que están en la cesantía. Son gente que casi ya no ve, por su edad y el desgaste en las vías; tienen dificultades para caminar y oír. Están imposibilitados para seguir siendo garroteros. Al cumplir estas largas jornadas pierden su vida familiar, su vida social.

Genaro Hernández Flores trabajó de 1997 al 2005 para Transportación Ferroviaria Mexicana (TFM); luego, de 2005 a 2012 para Kansas City Southern de México, y posteriormente para Kansas City Servicios. Tanto al empleado de confianza y el trabajador sindicalizado nos manejaron que esta última es una empresa prestadora de servicios. Cuando hubo esos cambios de razón social nomás nos avisaron de palabra y supuestamente nos iban a respetar los mismos derechos.

Una de las denuncias interpuestas por la abogada precisamente exige que las tres empresas respondan a sus obligaciones laborales ante los trabajadores: Son derechos que están violentando contra los trabajadores. La empresa los engaña. Pero los trabajadores han generado sus derechos entregando su vida a estas empresas y merecen ser tratados con dignidad y apego a la legalidad.

Hernández Flores, de 62 años, camina por las vías junto a José Aaron y explica: “Después de 17 años solicité mi baja para gestionar mi pensión ante el Seguro Social, pero a cambio de mi baja me exigían que firmara una hoja de renuncia. Luego me dieron un papel donde especificaban las cantidades y decía ‘bonificación’. Y yo no quiero bonificación alguna; yo quiero lo que es la ley, pero por mis 17 años no me están reconociendo un peso”.

Su abuelo era ferrocarrilero y aún recuerda las diferencias laborales entre una y otra empresa. Ahora KCSM ni siquiera les da utilidades: “Nos dan una cantidad irrisoria bajo el nombre de ‘bono de desempeño’. Es una burla. Por eso estoy pidiendo que me reconozca mis 17 años, que reconozca que nunca me pagaron un día festivo; jamás me pagó un minuto de tiempo extra y nunca disfruté un día de descanso, porque cuando descansaba uno o dos días estaba como empleado, a la disposición de la empresa durante las 24 horas”.

Jubilado sin antigüedad

José Ladislao Medrano Vázquez tiene 65 años y camina con dificultad. Está operado de ambas rodillas. Durante 15 años trabajó con TFM, KCSM y KCS y otros 18 años en FNM: A mí no me reconocieron mi antigüedad. Al final me cansé y les firmé la carta de renuncia. Hay cientos de compañeros igual que yo. Y mire, se me desgastaron mis rodillas.

Era garrotero de patio y durante 33 años se encargó de formar trenes. Subía y bajaba de los vagones y eso finalmente le pasó factura. También padece el mal del pinto debido a la larga exposición al sol. Su deteriorada salud provocó que tomara la decisión de ceder ante la empresa: Tuve que firmar; ya no podía más. El sindicato está con la empresa, nomás recibiendo dinero. Por 15 años me dieron sólo 10 mil pesos. ¿Cómo lucha uno contra esos canijos? Es una empresa muy fuerte y no hay justicia ¿Qué le hacemos?