Buenos Aires.

Los sucesos a nivel jurídico de los últimos días parecen dar la razón a quienes denuncian aquí un golpismo judicial y mediático en desarrollo, ante la dimensión que toman los programas televisivos que muestran fotografías de la causa que investiga la muerte del fiscal Alberto Nisman, filtradas para entorpecer las investigaciones y en las resoluciones de algunos fiscales y jueces tratando de afectar, sin pruebas, al gobierno.

El jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, afirmó que no tiene ninguna duda de que el fiscal de la Cámara Federal porteña Germán Moldes pediría a la Sala 1 que revocara el fallo del juez Daniel Rafecas, quien recientemente y con argumentos irrefutables, desestimó la denuncia del fallecido Nisman contra la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el canciller Héctor Timerman, el diputado Andrés Larroque y otros dirigentes políticos, por supuesto intento de pactar encubrimiento con Irán a favor de funcionarios iraníes.

Ese grupo de diplomáticos y funcionarios iraníes, fueron acusados, sin pruebas, de ser responsables del atentado contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) en julio de 1994, en cumplimiento de las órdenes de los servicios de inteligencia de Estados Unidos e Israel, que desde entonces acusaron a Irán, para usar este argumento contra ese país.

Esta misma certeza tenían jueces y fiscales del fuero federal, estimando que Moldes fuertemente cuestionado por los familiares de las víctimas del atentado a la AMIA y también por organismos de Derechos humanos, está interviniendo en esta causa a pesar de tener una parcialidad manifiesta contra el gobierno, como se vio públicamente cuando encabezó la marcha opositora del 18 de febrero pasado en esta capital.

Pese a que no existe prueba alguna que habilite la acusación contra la mandataria, la insistencia en mantener abierta esa denuncia es considerada como una acción política y no judicial para confundir la situación en un año electoral.

Lo mismo sucedió con la causa Papel Prensa ya que fiscal Leonel Gómez Barbella apeló en las últimas horas la decisión del juez federal Julián Ercolini de rechazar el pedido de indagatoria de los directivos de Clarín y La Nación comprometidos en el expediente que investiga el despojo accionario de aquella firma.

Para Gomez Barbella, la resolución del magistrado merece una amplia revisión y advierte que el caso reviste una cuestión de gravedad institucional y que existe abundante prueba más directa y de mayor poder convictivo que la existente en otras causas por violaciones a los Derechos Humanos durante el terrorismo de Estado que se tramitan en este fuero, en las cuales hay personas imputadas y procesadas. El que debe decidir es el fiscal Molde nuevamente en otra causa donde su parcialidad es evidente.

Causa Nisman

En la misma línea se encuentra el tema de filtraciones de fotografías en la causa Nisman, algunas de ellas se refieren a su vida íntima que, de cualquier manera, iban a aparecer en esta historia, ya que en la investigación, se busca a una mujer que había cenado con el fiscal dos días antes de su muerte y ya se indagó a una joven modelo que viajó con el fiscal a Cancún, México y que formaba parte de un grupo de amigos y amigas de la noche que frecuentaba el fallecido fiscal.

El canal TN informativo de Clarín presentó fotografías tomadas por los investigadores en la casa de Nisma , después que fue encontrado con un disparo en la cabeza en el baño de su departamento, por lo que una primera autopsia indicó suicidio.

Las fotografías se presentaron con parte del informe de los peritos de la juez y, en este caso, abogada querellante, Sandra Arroyo, ex esposa de Nisman y madre de sus hijas, quien intenta instalar la hipótesis de homicidio y magnicidio para llevar esta causa al foro federal.

Las filtraciones y la utilización de los medios para hacer prácticamente un juicio paralelo, fundamentado todo en suposiciones por presuntos expertos que ni siquiera conocen el expediente, son nuevos obstáculos para la causa , que lleva la fiscal Viviana Fein, a la que también la querella ha intentado separar de la causa.

Por otra parte, se extiende la sospecha en el caso del técnico informático Diego Lagormasino, quien entregó la pistola calibre 22 con que se habría matado Nisman, de quien era empleado de confianza, y es el único imputado en esta causa. La confrontación entre la defensa de Lagomarsino y Arroyo Salgado es contínua.

En estos días Lagormarsino presentó a la fiscalía un escrito para demostrar que del sueldo de 40 mil pesos que le pagaba Nisman, debía depositar la mitad en cuentas del fiscal, al que acompañaba también como titular de una de las varias cuentas bancarias que tenía el magistrado fallecido, en este caso en Nueva York.

La causa se enreda cada día más y la imagen de Nisman se va desdibujando e incluso en el periódico Haaretz de Israel se ha planteado que Nisman no debería estar enterrado junto a las víctimas de la AMIA y del atentado contra la Embajada de Israel (1992), porque consideran que no se trata de un héroe.

La comunidad judía argentina está siendo funcional a la revolución (aquí se le llama golpismo) silenciosa de la extrema derecha ha escrito recientemente el fundador del Comité Israelí Contra la Demolición de Viviendas, el argentino-israelí Meir Margalit también Coordinador, para América Latina del Foro de Organizaciones de Paz y otra sinstituciones.

Margarit sostiene que lo que parecía ser una teoría conspirativa ha tomado forma real y quién sabe qué monstruo acecha. Las fuerzas oscuras del pasado están regresando con ganas de cobrar venganza de la familia Kirchner pues el fallecido presidente argentino Néstor Kirchner, esposo de la actual mandataria, los puso en el banquillo de los acusados por crímenes contra la humanidad.

En una nota publicada por la Agencia Paco Urondo tomada de Israel News, Margalit analiza la situación en Argentina y sostiene algo adelantado en el diario israelí Haaretz por él mismo en enero de este año: que el asesinato (o suicidio) de Nisman olía a una conspiración oportunista de derecha, que en connivencia con ex policías y oficiales del ejército, buscaba derrocar al gobierno y destruir la democracia en Argentina, todavía débil después de tres décadas una revolución que según el analista “se está llevando a cabo no con tanques o ataques a la Casa Rosada, pero con la clara intención de avivar el caos social y económico que derrocó al presidente chileno Salvador Allende en 1973.