Entre cuerpos tirados buscaba a mi familia, recuerda sobreviviente mexicano
de lo más horrendo
Viernes 20 de marzo de 2015, p. 20
Al salir, me encontré un panorama de lo más horrendo que te puedas imaginar: cuerpos tirados, heridos, estoy seguro que había muertos también. Gente que no se movía.., trataba de ver si entre ella veía a mi familia. Mientras, seguían las ráfagas de fuego
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Jorge Manzur Nieto, empresario tampiqueño, narra así vía telefónica los momentos de angustia que vivió con su familia durante el ataque ocurrido el pasado jueves en el Museo Nacional El Bardo, en la ciudad de Túnez. La tranquilidad de su voz no se altera cuando comenta que hubo un momento –cuando buscaba a su hijo en la parte alta del inmueble– que se topó con personas armadas que al verlo le dispararon ráfagas de metralleta.
Contactado a bordo del crucero MSC con destino a Barcelona, España, el que fue candidato priísta a una diputación federal en 2006 en Tampico, Tamaulipas, accede a contar su historia, la cual –señala– terminó bien, porque a pesar de lo ocurrido, su esposa María Teresa, sus dos hijos, su amigo Jaime Sainz y los familiares que los acompañaban podemos contar la historia, venimos todos juntos y eso es lo más importante
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Muertes lamentables
Pero también lamenta lo ocurrido a nueve pasajeros que iban a bordo del mismo crucero y que decidieron aprovechar su estadía en Túnez para conocer el museo, donde perdieron la vida.
“Llegamos al museo, hicimos un recorrido de un par de horas, el cual fue muy interesante y casi al final el guía nos dijo que teníamos unos 15 o 20 minutos para tomar fotografías. Ya estábamos en el autobús, bajamos mi hijo y yo a la tienda, queríamos comprar un par de recuerdos de la zona que habíamos visitado. Al lado de la tienda estaban los baños.
“A los 30 o 40 segundos de que yo había entrado al baño, empecé a escuchar la ráfaga de balas. Inmediatamente, trato de salir en busca de mi hijo, pero no lo veo. Sigo oyendo los balazos, veo una persona tirada cubriéndose; dejo la tienda, voy hacia la salida del museo y veo la desgracia que estaba sucediendo en la parte de afuera.
“Estaban rafagueando personas, me asomo en busca de mi hijo y empiezan a disparar hacia el interior, corro por las escaleras hacia la parte de arriba. Gracias a Dios había un muro muy grande a mi lado, todas las balas pegaron ahí y en una columna. Veo que los agresores suben al museo, persiguiendo y disparando a la gente. Yo vuelvo a bajar las escaleras y salgo del edificio.
“Al salir me encuentro con un panorama de lo más horrendo que te puedas imaginar: cuerpos tirados, heridos; estoy seguro que había muertos también.
“Varias personas me decían que me agachara. Enfrente está una base militar, yo no me había dado cuenta qué era. Con señas me decían que corriera hacia ellos en zigzag. No sé si veían que estaban disparando; yo oía balas, pero no las veía ni siquiera cerca, o tampoco sentía que pegaran a un lado, pero no sabía si ellos veían algo diferente.
Hice caso y corrí hacia ellos en zigzag, me cubrieron y me metieron a la base militar. En ese tiempo me comuniqué al teléfono de mi hijo, que estaba con mi esposa, mis hijas, y eso me tranquilizó, saber que estaban bien con la otra familia, que estaban juntos. Estuvimos en comunicación cuatro horas completas. Venimos tristes por el suceso, por lo que vivimos. Muy dolidos por mucha gente que no tuvo la oportunidad de salir adelante en esta situación
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(Con información de David Castellanos, corresponsal)