Las reformas van a empezar a materializarse, asegura
La reforma fiscal generó decepción entre los empresarios, reconoce el directivo, aunque no cree que sea la causa de la falta de crecimiento del país. Asimismo, confía en que este año se logrará un mayor avance económico
Viernes 20 de marzo de 2015, p. 24
En el mundo empresarial hay decepción por el resultado económico de los últimos dos años, que ha sido menor a la expectativa creada al comienzo del gobierno. Es un estado de ánimo abonado por hechos puntuales, algunos de carácter coyuntural, asegura Luis Robles Miaja, presidente de la Asociación de Bancos de México (ABM). También influye en esa percepción el efecto de la reforma fiscal de 2014, que elevó algunos impuestos.
Las cartas están puestas sobre la mesa
para dar vuelta a ese sentimiento de decepción que es entre los empresarios y no en el país en general
, dice a La Jornada.
Robles Miaja asumió la presidencia de la ABM en octubre del año pasado, luego de la renuncia a ese puesto de Javier Arrigunaga, quien dejó la dirección de Banamex como secuela del fraude cometido por Oceanografía contra ese banco. En enero pasado, Robles Miaja fue electo para seguir un año más al frente del organismo de representación de los banqueros. Este viernes, cuando se celebra la 78 Convención Bancaria, iniciará su periodo. Vivimos en tiempos de paz
en el sistema bancario, dice en referencia a la dinámica de crecimiento de crédito y de la morosidad entre los usuarios de préstamos.
México goza de estabilidad económica envidiable. Los jóvenes de hoy nacieron con estabilidad. Antes hubo crisis económicas terribles. Esa estabilidad, que se ha construido por el gobierno y la sociedad después de la crisis de 1995, pone a México en una situación favorable, distinta en relación con otros países
, dice Robles Miaja, también presidente del consejo de administración de BBVA Bancomer.
Sin duda, apunta, el país enfrenta problemas, como la desigualdad en el desarrollo de estados como Chiapas, Oaxaca y Guerrero, respecto del resto del país. Es un tema que está ahí y la tragedia de Ayotzinapa (la desaparición forzada de 43 estudiantes en septiembre pasado) nos lo recordó
, añade. Sí hay retos que superar, pero son mucho mayores las palancas de crecimiento y desarrollo
. En su opinión, “vienen buenos años para el país; tenemos una oportunidad histórica y todos tenemos que hacer lo que nos corresponde. En ese sentido, la banca tiene que tomar una actitud proactiva para impulsar el desarrollo que todos deseamos”.
–¿De qué manera la banca va a tomar esa actitud?
–La economía mexicana tiene un gran reto en la informalidad, que genera baja productividad. Es verdaderamente patético, nuevamente habla de dos países en uno: empresas que por un lado compiten con las mejores del mundo y otras actividades poco productivas. Tenemos que fomentar la formalidad, y en ese sentido la banca puede ser un actor importante. Tenemos 45 millones de usuarios y tendríamos que establecer mecanismos para fomentar el menor uso de efectivo. Aunque aparentemente hay un costo por incorporar a la formalidad a un negocio o persona, hacerlo genera posibilidades de crecer y ser competitivo y productivo. Es muy difícil prestar dinero a un negocio informal porque no hay posibilidades de evaluar los riesgos.
–¿A qué atribuye el pesimismo que hay en algunos sectores respecto de la economía?
–Una cosa es un estado de ánimo y otra el análisis. Mi optimismo, si se quiere calificar así, no es un estado de ánimo. Yo veo lo que se está haciendo, veo cifras y datos y a partir de ahí llego a conclusiones, que me hacen sentir optimista. Pero trato de hacer un análisis lo más objetivo posible.
–En algunos sectores, incluso empresariales, se ha ventilado públicamente cierta decepción con los resultados económicos en este gobierno. ¿Cuál es su visión sobre el momento que vive el país?
–En el país se generaron tres grandes decepciones, y me estoy refiriendo entre la clase empresarial y no el país en general, tres grandes decepciones. La reforma fiscal, que irritó a muchos, pero no hay reforma fiscal que no irrite. Pero no creo, como algunos líderes empresariales, que sea la causa de que el país no crezca, eso me parece una exageración. Segundo, la reforma fiscal se inserta en una serie de reformas estructurales para las que se tiene que llegar a consensos y negociaciones. No comparto la irritación porque los beneficios de la reforma energética, de competencia y telecomunicaciones superan por mucho los posibles costos de la reforma fiscal. Esa molestia no la comparto. Tercero, se da una decepción porque se esperaba un crecimiento mucho mayor. Hubo problemas, fundamentalmente externos, que limitaron ese crecimiento, además de la baja inversión el gobierno en los primeros meses de 2014. Tampoco se pueden soslayar los hechos lamentables como Ayotzinapa o eventos como la compra de casas a un contratista del gobierno, sobre los que no voy a juzgar porque los involucrados han dado las explicaciones.
–¿Cree que este año se pueda revertir ese estado de ánimo?
–Sí. Están todas las cartas sobre la mesa. Vamos a tener mayor crecimiento este año y las reformas van a empezar a materializarse. La gente va a empezar a sentir en sus bolsillos los beneficios de las reformas. Estoy optimista de que este estado de ánimo que hoy es pesimista, por decirlo de alguna manera, puede voltearse muy rápido y debe ser así porque estamos en un momento histérico que si no hacemos todos lo que nos corresponde, sería una desgracia.
–¿Cuál espera que sea la demanda de crédito?
–No puede crecer artificialmente el crédito. La banca ha venido consistentemente creciendo el crédito de 2003 a la fecha a un ritmo más de tres veces el crecimiento de la economía. En 2015 el crédito puede crecer tres o cuatro veces el producto interno bruto. Y hacerlo de una manera sana, porque lo peor que podría suceder al país y al sistema financiero es incurrir en la irresponsabilidad en la que incurrimos todos en los años 90 del siglo pasado, donde crecimos siete veces el crédito respecto del crecimiento del PIB.
–¿Los niveles de morosidad son manejables?
–Sí. En el sistema financiero mexicano vivimos tiempos de paz. Hemos vivido muchas veces tiempos de guerra, hoy estamos en tiempos de paz. La morosidad está estable y la demanda de crédito se ha incrementado de manera significativa. Hemos hecho un buen trabajo con la banca de desarrollo que nos ha permitido llegar a segmentos que en el pasado hubiera sido difícil atender.
–¿Cuál es el balance de estos meses que ha estado al frente de la Asociación de Bancos de México y en qué centrará el trabajo en el siguiente año?
–Entré a la presidencia de la ABM como consecuencia de la renuncia de un extraordinario banquero y una gran persona que es Javier Arrigunaga, que renunció a Banamex. Lo que busqué es dar continuidad. Yo ya venía en esa mesa directiva como vicepresidente y por lo mismo conocía los temas que estaban en la agenda. Lo que busqué en este periodo es concluir este proceso, que se traduce fundamentalmente en terminar los cambios que derivaron de la reforma financiera. La reforma legal en el sector financiero generó más de 200 ordenamientos secundarios, algunos de ellos muy importantes. Destaco también el tema de Basilea III (una regulación internacional sobre la solvencia en el capital de los bancos), que se terminó de implementar. Gracias a esa implementación México fue reconocido por Basilea como un país que cumple plenamente con los estándares. Y creo que ahora viene un momento distinto. En el nuevo periodo viene un momento en el cual la banca debe jugar un papel mucho más proactivo en este momento que vive México, que yo considero que es único. Porque es un momento en el cual se consolidan muchas políticas públicas y reformas, por supuesto las estructurales aprobadas al inicio del periodo presidencial, pero muchas reformas muy de fondo que se vienen construyendo desde hace 20 años.