¿Pueden los sonidos de la naturaleza o del universo influir en la formación musical?

Claro, responde a La Jornada el alemán Irmin Schmidt, reconocido en la historia de la música contemporánea por ser fundador y tecladista de Can, inclasificable banda germana que influyó a efigies actuales del rock y la electrónica. A su gru- po lo bautizaron como krautrock, una especie de sicodelia abs-tracta. Krafwerk, Joy Division, David Bowie, Talking Heads, Radiohead, entre otros, han reconocido su influencia.

Cuando eres niño tienes una recepción natural. El ambiente, la música de la radio, el escándalo de una fábrica, los ruidos del bosque... todos esos sonidos han sido muy importantes para mí, abunda este creador vanguardista con formación académica en Dortmund y Colonia, que incluye a maestros de composición como Karlheinz Stockhausen, quien hizo aportaciones históricas a la música electroacústica.

Recuerda: Una vez, cuando era muy pequeño, hice un viaje en un tren nocturno de Berlín a Austria. Toda la noche escuché los sonidos. Ya en mi etapa con Can o en la de solitario, en muchas de mis piezas, esos sonidos surgieron desde mi interior en una suerte de reproducción natural.

Schmidt (Berlín, 1937), uno de los primeros en interpretar a John Cage, es también autor de la música de unas 100 producciones de cine y televisión. Ha grabado discos en solitario y óperas. En 2013, una larga compilación de su música fue lanzada por el emblemático sello Mute, creado por Daniel Miller, con quien Schmidt realizará una charla y un DJ set en la Fonoteca Nacional, este jueves a las 18 horas, donde se recordará el disco The Lost Tapes, de Can.

El encuentro, promovido por Independent Recordings, abordará este álbum, hito en la historia del rock de vanguardia.

Irmin Schmidt, recientemente nombrado caballero de la Orden de las Artes y las Letras en Francia, también actuará en el Festival Mute, en el que se presentarán Orchestral Manoeuvres in the Dark y Vince Clark, entre otros. Se realizará este 21 de marzo en Zapopan, Jalisco.

Su primera vez

–¿Recuerda cuando sintió por vez primera un teclado?– se le cuestiona.

–Hace tantos años que no recuerdo. Sólo sé en que casa de mis papás había un piano. Creo que fue como a los cuatro años cuando sentí sus teclas. Mi memoria no me da para acordarme, pero cuando me senté fue impresionante.

–¿Qué es la vanguardia para usted?

–Lo que hicimos en un tiempo podríamos llamarle más bien experimentación, que fue lo que nos dotó de cierto espíritu. Era una forma de buscar nuevas posibilidades y técnicas. De celebrar una búsqueda de algo nuevo.

Hay que aclarar que la idea que se tenía en Europa en los años 70 ya no es la misma.

–La composición es un proceso personal y distinto en cada creador. Usted ha hecho obras para orquesta, rolas para banda de rock y score para cine.

–Cada vez es diferente. Es decir, en ocasiones las ideas vienen de no sé donde. Y otras de algo muy consciente. A veces, en la mañana me levanto, voy al piano y mis manos solas comienzan a tocar algo nuevo; creo que quieren decir algo. Otras tantas, las composiciones vienen de un meticuloso trabajo que yo sigo, no por instinto, sino por reglas en las cuales me guío o que sigo. Es un proceso que a veces es muy matemático, como un diseño arquitectónico en el que se tiene que buscar un cierto equilibrio entre las formas, entre las subidas y las bajadas.

–¿Cómo describiría la relación que existe entre el cine y la música?

–Es algo complicado contar una historia con sonidos. Pero ahora la música es esencial en la estructura de un filme, porque aporta a su belleza. Lo puede llevar a otro nivel. Pero al final es una fiel servidora del cine.

Schmidt dice de sus presentaciones: Tocaré de mis grabaciones en solitario y de Can... Música de los recientes 40 años.

Hay que recordar que The Lost Tapes es un documento sonoro grabado en el mítico estudio del grupo, localizado en Weilerswist, Alemania, cuando la banda contaba en su alineación con Holger Czukay, en el bajo; Michael Karoli, en las guitarras; Jaki Liebezeit, en la batería, Irmin Schmidt, en los teclados, y en las pistas de voz: Malcolm Mooney y Damo Suzuki. Los materiales sonoros datan de 1968 a 1977 y estuvieron almacenados mucho tiempo en el estudio de la banda hasta que éste se desmontó al venderse al Museo de Rock y Pop Alemán.

Se trata de 30 horas de música y pistas que no llegaron a las versiones finales de álbumes y que hoy, editados, dan cuenta de la historia de un grupo seminal y de culto con ideas experimentales del rock sin influencias anglosajonas.

La Fonoteca Nacional se ubica en la calle Francisco Sosa 383, colonia Coyoacán. Informes al 41550950, o en la página Fonoteca Nacional Entrada gratuita. Cupo limitado.