ace 186 años falleció doña Josefa Ortiz de Domínguez en su casa de la calle del Indio Triste, hoy el Carmen, en el corazón del Centro Histórico. Es de todos conocido el incidente del encierro forzado al que la obligó su cónyuge, el corregidor de Querétaro, don Miguel Domínguez, al ser descubierta la conspiración de la que ambos eran parte. Es igualmente sabido que, desafiando la prohibición marital, se las ingenió para mandar la información al cura Miguel Hidalgo y al capitán Ignacio Allende. Lo que poco se dice es que ella dio la orden al alcaide Pérez, quien fue el mensajero, para que comenzara de inmediato el movimiento de Independencia. Sin esta audaz acción posiblemente la gesta libertaria hubiera tardado muchos años más en iniciarse.
En los libros de historia, hasta ahí suele quedar su participación en el movimiento insurgente. Se ignora que en esos momentos estaba a punto de parir su decimocuarto hijo y aun así, en avanzado estado de gravidez, fue recluida en el convento de Santa Clara, en la ciudad de Querétaro, del que fue liberada para dar a luz. Esto no disminuyó un ápice su fervor libertario, combinó la crianza con la función de informante de los independentistas.
Era tan intensa su participación que el virrey envió a una persona de su confianza, el canónigo Beristaín, para que averiguara sobre este caso y el de sacerdotes que apoyaban la insurgencia. Este informó: ...y hay finalmente algún otro agente afectivo, descarado, audaz e incorregible, que no pierde ocasión de inspirar odio al rey, a la España y a la causa legitima de este reino... Y tal es Sr. Excmo. la muger (sic) del corregidor de esta Ciudad...
. La respuesta del virrey fue ordenar su traslado a la capital del país y recluirla en el severo convento de Santa Teresa la Antigua, manteniéndola incomunicada. Ahí permaneció varios años hasta que su salud se vio severamente menguada y se le concedió internarse en el mas laxo convento de Santa Catalina de Siena. En total, pasó cinco años encerrada, con los consecuentes problemas para la numerosa familia que había dejado en Querétaro. Don Miguel Domínguez tuvo que dejar el cargo de corregidor para venirse a vivir a la ciudad de México con los hijos más pequeños y realizar gestiones para que fuera liberada.
Finalmente fue puesta en libertad ya convertida en una heroína, papel que nunca aceptó, pues veía como un deber de cualquier ciudadano que amaba su país luchar por su liberación. Con la vehemencia que la caracterizaba, Josefa rehuzó ser dama de honor de la esposa del emperador Agustín de Iturbide, así como la pensión que le ofreció el Estado por los valiosos servicios prestados a la patria
. También se recuerda cuando corrió de su casa al presidente Guadalupe Victoria por haber permitido el saqueo del mercado del Parián, en donde tenían comercios ricos españoles, acto vandálico que en su opinión demeritaba el ideal de un gobierno independiente y justo, que habían buscado los forjadores del movimiento libertario.
Así fue toda su vida, una lucha constante por defender sus convicciones, siempre basadas en el interés y amor por su país, sin importarle los riesgos o el precio que tuviera que pagar, como lo mostró al enfrentar los encierros y el poder imperial y presidencial.
La editorial Miguel Ángel Porrúa acaba de publicar el libro Josefa y su independencia, de la autora de estas líneas. La novela apegada a los hechos históricos nos acerca a la intimidad de doña Josefa, a sus penurias y gozos, a los personajes con quienes convivió y brinda una visión de la vida de México en esos tormentosos años de la primera mitad del siglo XIX.
La casa donde vivió y murió sigue en pie en la calle del Carmen número cuatro. En el número 69 continúa vigente el restaurante El Taquito, cercano a cumplir 100 años. Conserva su decoración taurina y sabrosa comida mexicana. Ahora por la cuaresma ofrecen la sopa de habas con su venita de chile pasilla y los romeritos con tortitas de camarón.
