Múltiples tendencias anuncian que el capitalismo ha llegado a su fin /XII
Automatización y fin del trabajo, 20 años después del famoso libro de Rifkin
l capitalismo, en su incesante búsqueda de mayores ganancias, revoluciona constantemente las técnicas de producción. Generó la primera revolución industrial en el siglo XVIII centrada en el carbón y la máquina de vapor; y a comienzos del siglo XX, la segunda revolución centrada en el petróleo, el motor de combustión interna, la electricidad y el teléfono. En ambas revoluciones, en la producción industrial, agrícola y minera las máquinas sustituyeron una parte importante del trabajo humano directo. Los trabajadores se volvieron cada vez más supervisores de la maquinaria automática que se basaba, empero, sólo en principios mecánicos, que tienen límites. La Revolución Científica y Técnica que comenzó a finales de la Segunda Guerra Mundial, al introducir la cibernética, la informática, la inteligencia artificial y la robótica, desató una espiral de desarrollo tecnológico que se puede identificar como la tercera revolución industrial, aunque abarca todas las actividades productivas. Lo que ahora remplaza el trabajo humano son complejos de producción autónomos
.
Cada vez se generan menos nuevas actividades mercantiles lucrativas intensivas en empleo, y no compensan los empleos que se están perdiendo debido a la automatización, lo cual ha estado contribuyendo al desempleo, el subempleo, la generalización del empleo precario, la pobreza, el hambre y la crisis. Las consecuencias más amplias podrían llegar antes que un alto porcentaje de los asalariados haya sido desplazado por la automatización, pues:
A medida que la automatización comienza a eliminar puestos de trabajo en una cada vez más amplia gama de industrias y ocupaciones, claramente sus impactos no van a ser mantenidos en secreto... A medida que un porcentaje cada vez mayor de la población esté expuesto a la evidencia directa de la pérdida de empleos, mucha gente va a empezar a experimentar niveles elevados de estrés y preocupación. Frente a esto, los individuos tomarán la acción obvia: reducirán su consumo, tal vez de manera espectacular, y tratarán de ahorrar más en previsión de un futuro muy incierto. Si, en algún momento de las próximas décadas, hubiera una coalición de creencias que sugieran que los empleos podrían no estar disponibles, o que serían muy difíciles de obtener, podríamos claramente ser arrojados a un escenario muy oscuro: una dramática espiral económica descendente se precipitaría casi seguramente
. (Martin Ford, The Lights in the Tunnel, Acculant Publishing, EU, 2009).
Como resultado del progreso imparable de la automatización, el capitalismo caerá en crisis cada vez más graves hasta volverse completamente inviable. A esta inviabilidad apuntaba un muy distinguido grupo de científicos encabezados por Robert Oppenheimer, constituidos en el Comité ad hoc sobre la Triple Revolución, hace más de 50 años, cuando publicó una carta abierta al Presidente de Estados Unidos en el New York Times, que argumentaba que las ciber-tecnologías están forzando un cambio en la relación entre el ingreso y el trabajo y pidieron al presidente y al Congreso que considerara garantizar a cada ciudadano, como una cuestión de derecho, un ingreso adecuado.
Jeremy Rifkin, 19 años después de su famoso libro El fin del trabajo, en su nuevo libro The Zero Marginal Cost Society (Palgrave, EU, 2014) vuelve al tema:
“…capacidades analíticas avanzadas, algoritmos, inteligencia artificial (IA) y la robótica están remplazando el trabajo humano tanto en las industrias manufactureras, como en las de servicios, y en los sectores del conocimiento y de entretenimiento, lo que lleva al prospecto muy real de liberar a cientos de millones de personas del trabajo en la economía de mercado en la primera mitad del siglo XXI” (Capítulo 8, p.121).
Cita The Economist del 4/11/ 2011 que señala que la profecía que él hizo en su libro de 1995, claramente ha comenzado
a hacerse realidad. Rifkin comenta:
“No es que fuese clarividente. Las señales estaban en todas partes, pero en los años de crecimiento la mayoría de los economistas estaban tan apegados a la teoría económica convencional –que las nuevas tecnologías, si bien trastornantes, reducen costos, estimulan el consumo, espolean más producción, aumentan la innovación, y abren oportunidades de nuevos tipos de puestos de trabajo– que mi mensaje cayó, en gran medida, en oídos sordos. Ahora los economistas están tomando nota” (p. 122).
Y añade: “Hoy en día, fábricas-casi-sin-trabajadores, operadas por programas de cómputo son cada vez más la norma, tanto en los países industrializados como en las naciones en vías de desarrollo... [Muchos] culpan a la relocalización de la producción a los mercados de mano de obra barata, como China, por la pérdida de empleos, pero lo que ha ocurrido es algo de mayores consecuencias. Entre 1995 y 2002 fueron eliminados 22 millones de empleos manufactureros en la economía mundial, mientras que la producción mundial aumentaba en más de 30 por ciento. Fabricantes que dependían de mano de obra barata en China están trayendo la producción de vuelta a casa con la robótica avanzada que es más barata y eficiente (p. 123). Sobre el libro de Rifkin de 1995 y el de André Gorz de 1998 (Miserias del presente. Riqueza de lo posible, Paidós, 1998) escribí una larga serie de entregas de Economía Moral entre julio y noviembre de 2011.
Rifkin describe que después de la gran crisis financiera ha habido un auge en las publicaciones que advierten sobre el impacto de la automatización en el empleo, y su mensaje de un mundo-sin-trabajadores ha comenzado a llamar la atención de los medios de comunicación, incluso provocando algunos comentarios de hacedores de política, investigadores, economistas y el presidente Obama
. Uno de estos autores es Martin Ford, ya citado, quien vincula el avance de la tecnología con la crisis actual, se percata que los economistas rechazan la idea de que la tecnología desplaza mano de obra, y tiene muy claro el papel del mercado de trabajo en el capitalismo:
“La economía de libre mercado no puede funcionar sin el mercado de trabajo. Los empleos son el principal mecanismo a través del cual los ingresos –y por lo tanto el poder de compra– se distribuyen a las personas que consumen lo que la economía produce. Si en algún momento resulta probable que las máquinas se apoderen de una gran parte del trabajo, eso será una amenaza para la base misma de nuestro sistema económico “(p. 5).
Percibe que la relocalización es un preludio a la automatización: muchos puestos de trabajo que se están relocalizando actualmente serán automatizados en el futuro. La relocalización es la pequeña ola que te distrae. La automatización es la grande, más lejana, que no ves venir
(pp.56-57). Evidencia adicional:
“La población de EU creció en 30 millones en la última década, por lo que tendría que crear 18 millones de puestos de trabajo sólo para mantener la misma proporción de la población activa que en 2000. Pero no hemos creado prácticamente ninguno, reduciendo el cociente de ocupados a población de 64 a 58 por ciento. La falta de puestos de trabajo no es simplemente una cuestión de los despidos masivos debido a la Gran Recesión… refleja problemas estructurales profundos que han ido empeorando durante una década o más” (E. Brynjolfsson y A. McAfee, Race Against the Machine, EU, 2012, p. 35).
Los libros recientes sobre automatización refuerzan la conclusión de que el desarrollo de las fuerzas productivas compatibles con el capitalismo está llegando a su fin.