esús García, mejor conocido como Chuy por sus amigos y la comunidad mexicana de la Villita y Pilsen, compite en la segunda vuelta por la alcaldía de la ciudad de Chicago. Con 34 por ciento de los votos asegurados, en una elección no partidista, se disputa el puesto con el actual alcalde Rahm Emanuel, que es también de filiación demócrata.
Aunque su candidatura, en esta ocasión, es fruto de la casualidad, no es una sorpresa que Chuy sea popular en Chicago, que cuente con el voto duro de la comunidad latina, con muchos apoyos en la comunidad afroamericana y con otros tantos en los barrios blancos.
El liderazgo de Chuy se construye desde abajo, desde el trabajo comunitario por mejor educación, vivienda y también desde el servicio público, con múltiples puestos político administrativos a los que accedió con el voto popular. A pesar de contar con muy pocos recursos económicos, su veteranía en la política y su pasión por el trabajo comunitario lo avalan de tal manera que ya cuenta con un tercio del electorado en la primera vuelta.
Llegó a ser candidato por la repentina enfermedad de Karen Lewis, lideresa de la comunidad afroamericana, que viene de las filas del sindicalismo magisterial. Lewis tuvo que declinar a la candidatura pero pudo convencer a Chuy de que tomara la estafeta y que contaría con el apoyo de la comunidad afroamericana.
Esta alianza afro-latina viene de lejos. De los tiempos en que fue alcalde Harold Washington, abogado y político, primer alcalde negro de la ciudad, en 1983. En aquellos tiempos se selló una alianza electoral entre ambas comunidades, bajo el liderazgo de Rudi Lozano, asesinado poco después de las elecciones. A Chuy, le tocó relevarlo y trabajó en la administración de Harold Washington.
En 1986 fue electo como concejal del distrito 22. Luego en 1992 fue electo para el senado en el estado de Illinois, el primer latino en llegar a ese puesto. Y así ha rotado por diferentes cargos administrativos, siempre ligado a temas y problemas citadinos, educativos y de vivienda.
En abril se define, si aquel niño nacido en Los Pinos, municipio de Tepehuanes, en el estado de Durango, llega a ser el alcalde de la tercera ciudad de Estados Unidos. Como muchos mexicanos, Chuy llegó de joven a estudiar en 1965, una vez que su padre había adquirido la residencia.
Luego estudió en la universidad pública de Illinois (UIC) la licenciatura en ciencias políticas y una maestría en planificación urbana. Como muchos migrantes en Chicago, Jesús García es un espécimen urbano, arraigado en la gran ciudad y anclado en el barrio mexicano, donde todavía tiene su casa y recibe a sus amigos.
Una noche fría de Chicago, tuve el privilegio de ir a cenar a su casa con unos amigos de la Universidad de Chicago. En aquella época, había dejado la política formal y trabajaba en un proyecto educativo para la comunidad. En 2001, después de una huelga de hambre, en la que lo acompañaron 11 padres de familia, logró que el proyecto de una secundaria en La Villita saliera de los cajones del olvido.
La educación y la vivienda son su carta fuerte, por experiencia administrativa y por lucha tenaz y constante a lo largo de muchos años. Por eso cuenta con el voto de los pobres de la ciudad, en una alianza afro-latina que ya dio frutos en otras ocasiones y con otros candidatos.
Es el caso de diputado federal de origen puertorriqueño Luis Gutiérrez, quien también fue concejal por la ciudad de Chicago en el distrito 26 y que luego se mudó a Washington, como representante, donde se ha convertido en el líder indiscutible de la comunidad latina que lucha por una reforma migratoria. Ganar el distrito 26, que incluye al barrio puertorriqueño de Chicago, no fue tarea fácil, pero se logró con la alianza de la comunidad mexicana y el voto afroamericano. No en vano Gutiérrez había participado activamente en la administración de Harold Washington, en los 80.
Los negros del sur y los mexicanos, de más al sur, formaron parte de las últimas oleadas de inmigrantes que llegaron a Chicago a comienzos del siglo XX. Compartieron trabajos en las empacadoras de carne del sur de la ciudad, en múltiples empleos y oficios citadinos y los jóvenes se socializaron, no sin conflictos, en las escuelas públicas.
No es fácil que en política trabajen juntos latinos y negros y en muchas ocasiones la bisagra son los puertorriqueños, muchos de los cuales son mulatos y considerados negros en Estados Unidos. Es una alianza difícil, pero no imposible. Tan difícil y utópica, como que allí, se gesta el futuro electoral distinto en Estados Unidos. El que Harold Washington llegara a la alcaldía de Chicago, permitió que Chuy García, Luis Gutiérrez y otros latinos se foguearan en cargos públicos de elección popular. Y es allí donde se construyen las alianza del futuro, donde se pierde el miedo a superar los prejuicios, donde es posible la generosidad y la amistad. De allí salen gestos como el de Karen Lewis, que le pasó la estafeta y todo su apoyo a Chuy García.
Pierda o gane, la candidatura de Chuy es un paso gigantesco en la dirección correcta, que articula el trabajo comunitario con la política y que vincula en un mismo proyecto a latinos y negros, trabajadores, sindicalistas, activistas, mujeres, gays, iglesias y academia. Esta alianza imposible, quizá sea también el resultado, a mediano plazo, de aquellas megamarchas de 2006 que cimbraron a la ciudad de los vientos.