Domingo 8 de marzo de 2015, p. 3
Inúndame.
Tu luminaria ciega la oscuridad en la que poso,
ciega la oscuridad en la que yazgo
como un caimán
conforme con su desliz sin agua.
Hoy
puedo decirlo todo,
porque acontece
que estoy
como una liebre en celo
sin pasto que la llene.
Que estoy –diría yo–
como un caudal de lava
que desciende –lo ves–
hasta muy bajo.
Ah, pero si canto creces.
Un estremecimiento
levanta polvo en mí
como estampida de bisontes
y estoy por las pezuñas hollada,
pero en brama,
porque eres formidable,
porque desde que estás,
yo que soy puritana,
me disfrazo para ser tu ramera.
Ciega la oscuridad en la que poso.
¡Inúndame!