El panorama electoral en el DF
PRI y PAN, sin futuro
La peor izquierda...
os pronósticos que auguraban que el Partido Revolucionario Institucional obtendría una votación histórica en el Distrito Federal se han desmoronado. Sin estructura, pero lo peor, sin candidatos, esa organización política está a punto de sufrir una de las derrotas más dolorosas, y, junto con el PAN, habrá de protagonizar un episodio que deberá hacerles reflexionar sobre su existencia en la capital de México.
¿Se lo merecen? Sí, sin duda. Los gobiernos federales que han encabezado esos dos partidos, cuando menos en las tres décadas pasadas, destruyeron toda posibilidad de que los capitalinos pudieran apoyar las líneas de quehacer de los azules y los tricolores, y su ineficiencia le ha dejado las puertas abiertas a la peor de las izquierdas en el país de que se tenga memoria: la de este PRD, que no tiene competencia.
Carlos Salinas, Ernesto Zedillo, Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña, todos abonaron, con su mal gobierno, a la pésima imagen que tienen sus partidos en la capital del país. El PRI, si bien nunca tuvo al DF como uno de sus bastiones, como Chiapas, el estado de México o Hidalgo, sí podía sostener un enfrentamiento recio con el PRD, aunque al final tuviera que sucumbir.
Fox y Calderón hicieron todo lo posible por deshacerse de las figuras emblemáticas de la izquierda, pero nunca pudieron contra personajes como Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés Manuel López Obrador, quienes en sus gobiernos marcaron grandes diferencias con el actuar de los gobiernos neoliberales de priístas y panistas.
Hoy el PRI en la ciudad de México, que fue descuidada por casi todos sus líderes, sigue en manos del único político que lo mantuvo vivo durante más de 18 años: Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre, pese a que la dirigencia actual niegue la participación de su ex presidente en las decisiones más importantes de la organización partidista.
Sí, Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre sigue ordenando en el PRI-DF porque la única estructura que existe de ese partido en la ciudad de México es la que él construyó, por más corrompida que se halle, y sin sus órdenes nada se mueve allá abajo, donde los otros líderes no quieren voltear al ver.
Pero eso no quiere decir que el cochinero del señor de la basura vaya a salvar a su partido, que de cualquier modo parece imposibilitado para quitarse de encima la figura de Gutiérrez de la Torre, con lo que de una vez dibuja su perfil perdedor en el DF. De seguir como hasta ahora, el PRI no ganará ni las delegaciones que el PRD da por perdidas.
El panismo busca retener lo único que le queda: la delegación Benito Juárez, donde dice que invertirá hasta el último esfuerzo, pero todo indica que no les va a alcanzar. El binomio mal gobierno-mal candidato parece mortal para los azules, que destruyeron todas sus esperanzas de mantener la jefatura delegacional luego de que el panista Jorge Romero se dedicara a consentir a los desarrolladores de vivienda, contra las opiniones e intereses de los habitantes de esa demarcación.
Por eso, los observadores también dan por perdida la Benito Juárez, y consideran delicada la situación de los azules en el DF. Hay encuestas que advierten que el PAN es el instituto político con menos credibilidad en la ciudad de México, aunque hay que explicar que, no obstante, aún cuentan con simpatizantes en muy limitadas esferas de la iniciativa privada y en algunos grupos católicos; no todos y no muchos.
Total, como ya habíamos señalado, lo más probable es que el PRD siga siendo el partido hegemónico en el DF, pero no por sus acciones políticas en favor de la gente, sino porque no hay más, aunque tal vez esta sí sea la última vez que el PRD encabece el gobierno de la capital de México.
De pasadita
Es indignante lo que pasa en las calles de la ciudad. Los empleados que inmovilizan los vehículos que no pagan por estacionarse en la vía pública tienen instrucciones de no mirar, y menos multar, a los camiones de poderosas empresas como Coca-Cola o repartidoras de agua o de cerveza, y menos aún a los que recogen la basura, que se han convertido en un obstáculo constante en las vialidades, sin que las autoridades hagan algo por poner orden. ¡Qué pasa ahí!