Domingo 1º de marzo de 2015, p. a15
Nueva York.
Anthony Mason, el recio alero que fue un muro defensivo con los Knicks de Nueva York en la década de los 90, murió a los 48 años de edad por insuficiencia cardiaca.
La Nueva York nocturna y el mundo perdió a una leyenda, un amigo, un hermano... pero más que nada, a nuestro padre, Anthony Mason,
dijo su hijo del mismo nombre, un destacado jugador de baloncesto de la St. John’s University al informar sobre el deceso del gigantón de ébano que no se había repuesto de un ataque al corazón sufrido a principios de febrero de este año.
Mason, conocido por su juego físico, llamó la atención por lo creativo y los mensajes que tallaba en sus cortes de pelo. Promedió 10.9 puntos, 8.3 rebotes y 3.4 asistencias en 882 partidos entre 1989 y 2003 con los Nets de Nueva Jersey, Nuggets de Denver, Knicks de Nueva York, Heat de Miami, Bucks de Milwaukee y Hornets de Charlotte. Era un verdadero tanque bajo los tableros.
Fue galardonado con el premio al mejor suplente de la NBA en 1995 con un equipo de los Knicks que fue eliminado en la segunda de los playoffs en una de sus clásicas series de postemporada contra los Pacers de Indiana.
La ferocidad con la que jugaba, junto a Charles Oakley y el estelar pivote Patrick Ewing, lo convirtieron en uno de los jugadores más queridos en Nueva York cuando ganaron la Conferencia del Este en 1994 y llegaron a las finales de la NBA, donde perdieron con los Rockets de Houston en serie de siete partidos.
Mason fue un modelo de perseverancia para todos los que luchan por tener una oportunidad en la NBA
, destacó el comisionado de la liga Adam Silver.