El presidente Enrique Peña Nieto se sumó a la condena por el asesinato del mexicano Antonio Zambrano Montes a manos de la policía del condado de Pasco, en Seattle, Estados Unidos, ocurrida el martes pasado.

En contra del michoacano, dijo, se aplicó el uso desproporcionado de la fuerza letal.

Frente al cuerpo diplomático acreditado en México, entre ellos el embajador de Estados Unidos, Anthony Wayne, el titular del Ejecutivo federal dijo haber instruido al canciller José Antonio Meade de apoyar a los deudos de Zambrano Montes.

Se dará el respaldo del gobierno de México para que su familia no se sienta sola. También, indicó Peña, la Secretaría de Relaciones Exteriores deberá dar puntual seguimiento a la investigación de este hecho tan lamentable e indignante.

A propósito de un aniversario más de la firma del Tratado de Tlatelolco y de la entrega de cartas credenciales de 11 nuevos embajadores, el gobierno de la República convocó a los diplomáticos a un almuerzo en Palacio Nacional. Para ellos, Peña Nieto hizo un recuento del avance de las metas nacionales en los primeros meses de su tercer año de gestión.

Si bien aclaró: No pretendo rendir un informe, comenzó por documentar con cifras oficiales sobre seguridad. En 2014, aseguró, hubo 28 por ciento menos averiguaciones por homicidios dolosos respecto de 2012.

La inseguridad y la violencia, insistió, se concentra en zonas específicas de algunos estados, como Guerrero, Michoacán y Tamaulipas.

A partir de ahí derivó: El caso Iguala, que nos conmovió a los mexicanos, ocurrió precisamente en dos municipios del estado de Guerrero.

Enseguida aprovechó para agradecer el apoyo recibido por varias naciones con representación diplomática en el país, así como de organizaciones internacionales de derechos humanos con las que México coopera. El gobierno, apuntó, valora profundamente el gesto de solidaridad mostrado en esa situación.

Como decano del cuerpo de embajadores, el nuncio apostólico Christopher Pierre fue orador y ubicó la institucionalidad republicana y el fortalecimiento del sistema democrático como valores fundamentales para impulsar a México a mejores condiciones.

Además, planteó una convicción: El esfuerzo decidido en la lucha contra la corrupción, las desigualdades sociales y la pobreza, aunada a la promoción de una educación verdaderamente integral para todos los mexicanos, es fundamental para fortalecer el auténtico entendimiento entre los individuos que conforman la nación, para lograr que la justicia y la paz imperen.

Parafraseó entonces a Francisco de Asís al pedir al presidente Peña y a su gobierno, mucho ánimo, audacia y valentía para llevar amor donde hay odios, perdón donde hay venganza, esperanza donde hay desaliento y alegría donde hay dolor.

Peña Nieto había hecho un recuento detallado sobre los avances en materia de política social, la reforma educativa, los resultados evidentes en la aplicación de las reformas estructurales, las cuales, en conjunto, dijo que ya están mejorando la dinámica económica de México.

También se refirió al crecimiento del empleo, de la actividad industrial, del turismo y de un apreciable mayor consumo en el mercado interno, aunque debió admitir la reducción en el gasto público como medida preventiva ante la caída de los precios del petróleo y la volatilidad de los mercados financieros globales.

México, aseguró a los embajadores, es capaz de atender lo urgente sin extraviarse en la coyuntura.