De no recuperarse la credibilidad en lo que se ha dicho acerca de la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, si el caso no se resuelve satisfactoriamente, puede dañar la imagen del Presidente, expresó ayer José Luis Cuevas.

El artista visual hizo votos por que no sea así y los estudiantes sean encontrado vivos, como piden sus padres, ya que es imposible desaparecer a tantas personas de un día para otro. En México nunca se había dado una situación así.

A una semana de la apertura de la exposición Doscientas cartas amorosas a Beatriz del Carmen, en el museo Cuevas, el pintor se reunió en su casa con representantes de la prensa escrita y la radio. En la charla de casi una hora don José Luis, quien cumplirá 84 años el jueves 26, lució contento, bromista y bastante recuperado de la salud después de una serie de desavenencias hace dos años.

Múltiples fueron los temas abordados. Conocido como apasionado polemista, se le inquirió si su posición frente al muralismo ha cambiado. Desde luego, no es el tiempo para atacar el muralismo. Ahora puedo encontrar méritos en la obra de Diego Rivera, pero no es una corriente que regresará ni mucho menos, porque representó una época del México; pertenece al pasado.

¿Contra qué protestaría hoy?, preguntó La Jornada. Cuevas contestó: Una protesta no muy entusiasta, pero protesta al fin, contra el conceptualismo. Dueño de una obra que siempre ha exaltado el dibujo, aseguró que hoy los jóvenes no dibujan ni pintan, hacen lo que llaman conceptualismo.

Situación familiar dolorosa

Cuevas consideró que exposiciones como la de las cartas, y otra de 100 dibujos, propuesta para el Museo de Arte Moderno, donde exponía con cierta frecuencia, son una especie de lección para los artistas que han abandonado el dibujo.

Frente a Cuevas, siempre acompañado de su esposa Beatriz del Carmen, uno quiere saber todo. Por ejemplo, cómo se siente. Hay un vaivén en los sentimientos, aunque lo amoroso se impone. También el sentimiento patriótico, aunque no quede reflejado en la obra que no es periodística, en el buen sentido de la palabra.

El caso de los normalistas desaparecidos, dijo, “es algo que afecta más que nada mi estado de ánimo, aunque no caigo en el error que cometieron los artistas de la Escuela Mexicana de hacer un relato de lo que acontece, y lo que dicen Radio Educación –estación que escucha mientras trabaja– y los periódicos”.

En cuanto a la relación con sus hijas, Mariana, Ximena y María José, respondió que el rompimiento es una situación dolorosa para mí, pero no quiero polemizar con mis hijas. He sabido que me están atacando, lo mismo que mi hermano Alberto, incluso, al alterar mi fecha (de nacimiento); bueno, al revelar la terrible verdad que no tengo la edad que confieso. Lo que pasa es que mi hermano no sabía por dónde atacarme, entonces, dijo que me quitaba la edad.