aya forma de torear de Sergio Flores, entregado y dispuesto a triunfar contra viento y marea! ¡Qué toreo de verdad del joven torero tlaxcalteca, triunfador en España, que realizó un faenón de antología a un bravo toro de Xajay que acabó siendo indultado!

¡Qué manera de Sergio dejarse venir al de Xajay muy toreado de las tablas al centro del redondel y cuajarle series de redondos y naturales y pases de pecho interminables que enloquecieron a los cabales y no cabales! ¡Qué encastada nobleza del toro Gibraltar de Xajay –arquitectura moderna: sorpresiva y curva– alegre, planeador, fijo, pero, que había que torearlo parando, templando y mandando! ¡Cómo traía Sergio al toro toreado desde lejos para ajustarse en capote y muleta, cargando la suerte y ligando sin pérdida de terreno!

Sergio Flores se colocó a la cabeza de la joven torería mexicana, la tarde de ayer al inmortalizar a Gibraltar. Sergio cantaba quedo decires ignorados de la montera a las zapatillas y le llegaba a los aficionados al giro quebrado de la cintura que alteraba la sangre brava del toro de Xajay y alumbraba la oscuridad de la plaza. Luz que permitía contemplar como la prodigiosa muleta llevaba al toro enhebrado en ella con el hocico en la arena del redondel que parecía columpiarse alegremente. Faenón que hablaba del hechizo del pase natural; arrullo de canciones rancheras perdidas en la fantasía del son capotero y muleteril de la tierra tlaxcalteca.

En su primer toro, Sergio nos había mostrado que venía por todas y en riñonuda faena y estocada, anticipó que esta tarde sería inolvidable para él, el ganadero Sordo Madaleno y los que la contemplamos.

No cabe duda que los toreros, aparte de su técnica y concepción artística del toreo, transmiten al tendido lo de acá adentro. Sergio Flores mostró que viene por el puesto estelar de nuestra torería que seguramente refrendará en la temporada que se inicia el mes que entra en España.