Me gustaría decir que en ese tiempo el mundo será un lugar mejor, expresa a La Jornada
La escritora finlandesa participó en el reciente Hay Festival de Medellín, Colombia
La literatura ayuda a cambiar los modelos sociales, opina la autora de Las vacas de Stalin y La purga
Jueves 5 de febrero de 2015, p. 6
La literatura no tiene por qué enfrentar entretenimiento y reflexión. Un libro puede ser entretenido, ser una buena lectura y al mismo tiempo dar información. Esa es la combinación perfecta. No es suficiente escribir sobre temas importantes, también hay que atrapar a los lectores
, dice la escritora finlandesa Sofi Oksanen, autora de Purga, por la que obtuvo varios premios, vendió más de un millón de ejemplares en 41 países y se tradujo a 38 idiomas.
Oksanen (Jyväskylä, Finlandia, 1977), de madre estonia y padre finlandés, llegó a México luego de participar en el Hay Festival de Medellín, Colombia, y el viernes regresa a Helsinki.
Aun con la falta de tiempo ya trabaja en un nuevo libro. Quiero escribir buenas historias. Por supuesto espero escribir historias que sean interesantes para los lectores en cien años; hay historias que hablan de cierto tiempo o periodo y dejan de leerse, pero espero que mis libros puedan ser leídos y entendidos en cien años. Es algo que no sabré, pero espero que pase y me encantaría decir que en cien años el mundo será un lugar mejor, pero tampoco lo sabemos
.
Comenzó sus primeros textos a los seis años en su diario personal y ahora quiero tener más tiempo para escribir; a los seis años no entendía muy bien lo que era, no sabía por qué escribía, porque no hay escritores en mi familia. Aprendí a escribir a los seis años, que es cuando tuve un diario, principalmente relatos y algunos poemas que terminaban convertidos en cuentos
.
Dictaduras con el mismo método
Las novelas de Oksanen exploran temas universales, como dictadura, guerra, resistencia o el tráfico de mujeres. Hablan de un pasado reciente y eso ocurre desde la primera, Las vacas de Stalin. y se mantiene en Purga y Cuando las palomas cayeron del cielo, ambas publicadas en castellano, la primera en una coedición entre Salamandra y el sello mexicano Almadía, y la segunda por Salamandra, editorial que es distribuida aquí por Océano.
“Escribí Las vacas de Stalin porque advertí que las personas de mi edad en Finlandia no entendían lo que fue el mundo y la sociedad de la Unión Soviética, no entendían a un país con un pasado reciente de dictadura como fue Estonia, lo que es el mecanismo y la destrucción en un país no democrático y cómo esa clase de sociedad afecta la vida diaria. No entendían por qué el colonialismo mantiene su sombra en los países durante cientos de años.
“Con la traducción de mis novelas a otros idiomas y los viajes a otros países que tuvieron casi los mismos problemas –prosigue Oksanen– noté que la mecánica de la ocupación es la misma. Los dictadores gobiernan en países diferentes, pero el método es el mismo. Los mecanismos de tortura no difieren mucho de un país a otro, parece que usan el mismo manual para controlar a las personas.”
Cuando las palomas cayeron del cielo está ambientada en Estonia durante la Segunda Guerra Mundial, la resistencia contra la Unión Soviética, la llegada de los alemanes y después la oposición a los nacionalsocialistas.
En Estonia existe una nueva generación de historiadores que escriben de lo que pasó y eso significa que tengo más información sobre temas que me interesan.
Cada país tiene necesidades literarias diferentes, añade, pues en muchos existe un pasado reciente con temas que no son debatidos o no hay una discusión pública, “así que la literatura es una forma de hablar de eso. También porque con la ficción puedes ser más directo y puede cambiar el pensamiento conservador o los modelos.
Los personajes literarios son parte de la forma en la que construyes tu identidad. En los libros escolares, por ejemplo, la madre siempre es la que hace las tareas domésticas y el padre sale a trabajar. Es la manera en la que nos formamos y por eso es importante escribir de las diferentes formas de vivir la realidad: los padres no son los únicos que van a trabajar. Las madres también. Por eso la literatura ayuda a cambiar los papeles.