La violencia escolar no es un fenómeno nuevo. Sin embargo, se ha extendido y profundizado como una manifestación más del proceso de desintegración social que aqueja al país, alertaron especialistas, quienes señalaron que no sólo hay un deterioro del entorno familiar; también se han perdido el rumbo y la certidumbre de que es posible alcanzar un futuro mejor con los viejos esquemas de educación y empleo.

Reunidos en el seminario internacional La producción y reproducción de la violencia en las escuelas, destacaron que enfrentar un fenómeno tan complejo no sólo demanda acciones de contención, sino de una verdadera transformación integral de toda la normatividad interna de las escuelas, en la que participen alumnos, profesores y directivos.

Salvador Alvarado Garibaldi, investigador de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la Universidad Nacional Autónoma de México, destacó que México enfrenta fractura y polarización aunque no debido a la pobreza, sino a la injusticia social que mantiene a millones de jóvenes no como parte de un bono, sino de un pasivo demográfico, pues carecen de las oportunidades de una inserción social exitosa.

Están en crisis muchas instituciones sociales, dijo, entre ellas la familia. Recordó que de acuerdo con cifras oficiales, el 20 por ciento más acaudalado de la población tiene acceso a 52.8 por ciento de la riqueza nacional, mientras que el 20 por ciento más pobre vive con sólo 5 por ciento.

Enfatizó: la violencia no se explica por la pobreza, sino por la desigualdad social, por el roce constante entre opulencia y miseria. No podemos soslayar que detrás de este contexto de violencia escolar subsisten fenómenos complejos de desigualdad.

Al respecto, José del Tronco, investigador de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), afirmó que es necesario identificar claramente las causas que ocasionan la violencia en el entorno educativo, y optar no sólo por medidas paliativas, sino por acciones que permitan una transformación integral de las normas que se aplican en la escuela.

Hasta ahora, explicó el académico, las medidas que se llevan a cabo se determinan por agentes externos. Es decir, no participan los profesores frente a grupo en el diseño de esquemas de prevención o atención, pero ocurre lo mismo si observamos los reglamentos internos de las escuelas, en las que tampoco intervienen los alumnos.

Del Tronco, quien participó en la coordinación del encuentro convocado por la Universidad Nacional Autónoma de México y la Flacso, destacó que se necesitan medidas de mediano y corto plazos, que permitan una verdadera transformación de los contextos escolares y de los mecanismos de prevención.