Sentir que es un soplo la vida, que veinte años no es nada
En enero de 1995 cambió mi vida al comenzar a colaborar en La Jornada
l 20 de enero de 1995, hace 20 años, publiqué en La Jornada mi primera colaboración en la sección de economía. Tres años antes, en enero de 1992, había regresado a México después de trabajar cuatro años en el Proyecto Regional para la Superación de la Pobreza en América Latina, del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), con sede en Bogotá, y me había incorporado, en marzo de dicho año a El Colegio de México como profesor-investigador de tiempo completo. Antes, en la segunda mitad de los años setenta, había escrito en el diario Unomásuno colaboraciones semanales por varios meses. El país vivía las contradicciones, arbitrariedades y represión selectiva (dirigida sobre todo contra el PRD) del gobierno de Salinas, que fueron agudizándose mientras se negociaba el TLC, estallaba el sorprendente levantamiento armado del EZLN el mismo día que entraba en vigor el TLC, se asesinaba a Colosio y luego a Ruiz Massieu. Todo culminó en el desastre económico que estalló en diciembre de ese año ya con Zedillo como presidente. Mi angustia, como la de muchos mexicanos, crecía. En mi caso crecía mi deseo por expresar mis puntos de vista en La Jornada que, para entonces, llevaba ya 10 años de existencia y se había consolidado como el principal diario crítico del país. Le pedí a Enrique Provencio, quien era colaborador de La Jornada, que le expresara a Carlos Payán, su fundador y director, mi deseo de colaborar en dicho diario. Después de una breve entrevista, Payán aceptó que colaborara semanalmente con un espacio de opinión en la sección de economía, aunque dejó claro que estaba a prueba. Hace poco tuve la oportunidad de charlar con Carlos Payán (que por cierto fue antes subdirector del Unomásuno, en cuyas páginas había colaborado por invitación de Aguilar Camín; a Payán no lo conocía) y le expresé mi agradecimiento por haberme dado la oportunidad de escribir semanalmente en La Jornada, lo que, como le dije, cambió mi vida.
Al percatarme de que ya son 20 años, me he puesto a mirar con nostalgia pero también con ojo escudriñante, mis colaboraciones. La mayoría de ellas están disponibles en mi página web. Igualmente en la página web de La Jornada están disponibles todas a partir de marzo de 1996. Dos lectores han recopilado mis colaboraciones en La Jornada; por su cuenta construyeron archivos de todas ellas y me los proporcionaron en forma electrónica. Además, Hilario Barcelata, profesor de la Universidad Veracruzana (UV), hizo una selección de mis colaboraciones entre 2000 y 2003, las clasificó en tres temas, escribió una breve introducción y editó un libro electrónico (e impreso) en la Universidad de Málaga, España, con el título de Pobreza, desarrollo y política social en México. Textos de Julio Boltvinik. así como en la página web de la UV. En ambos casos se puede descargar gratis en pdf.
Al recorrer mis colaboraciones (892 con la de hoy) se aprecia, en primer lugar, su cambio de formato: iniciadas como un espacio de opinión, relativamente pronto se fueron transformando en la columna Economía Moral (en 2000 ya se había consolidado como tal), la cual, por tanto, cumple ahora unos 15 años. El apoyo de Carmen Lira (directora general de La Jornada desde 1996) y de algunos miembros de su equipo (Luis Hernández Navarro, Emilio Lomas) fue fundamental para este cambio, que aumentó el espacio de que disponía para mis colaboraciones: de media página a una página entera. Ello me permitió desarrollar argumentos más amplios y profundos, incluir cuadros y gráficas, fundamentales en una columna que aborda, con cierta frecuencia, temas de carácter empírico. Con el mayor espacio, al parecer, aumentaron mis lectores, sobre todo entre público acostumbrado a leer textos más largos, y a veces, complejos. La página completa se redujo a tres cuartas partes de página a partir de 2007, como resultado de una política general del diario. Tuve que adaptarme a este nuevo espacio, mayor al de los espacios de opinión, pero menor a la página completa que tuve casi 7 años. Una de las formas de esa adaptación consistió en construir series de entregas con un tema amplio que los unifica. Por ejemplo las serie de entregas recientes sobre la reforma energética peñista y una sobre la medición de la pobreza en el mundo. En no pocas ocasiones algunas de estas series las he recogido, editado y convertido en artículos más largos que he publicado, previas revisiones y adiciones, como capítulos de libros o artículos en revistas académicas.
Quisiera recordar algunas de mis colaboraciones de diferentes periodos. En el primer artículo que publiqué (a un mes de iniciada la crisis económica 1994-1995):
“Dornbusch, al analizar las razones de la intención norteamericana de otorgar garantías sobre valores gubernamentales mexicanos hasta por 40 mil millones de dólares, señala como la razón de mayor peso, que el colapso de la economía mexicana ‘habría puesto en duda al modelo de reforma y desarrollo en base al mercado, que ha estado siendo practicado en toda Latinoamérica’. Como se ve, lo que está en juego es el modelo económico dominante en el mundo, detrás del cual hay una concepción de la economía, una visión del mundo, una ideología. La centralidad del caso mexicano en la suerte de esta visión del mundo es una bendición y una maldición para el país” (“México y el modelo económico neoliberal”, 20 de enero de 1995).
A principios del 2000, ya con el formato de la columna Economía Moral, escribí:
Hoy analizo cómo algunas de las orientaciones importantes de la lucha contra la pobreza en este gobierno (el de Zedillo) están basadas en un principio ideológico y en un error de cálculo. Las orientaciones que analizaré son: 1. la prioridad otorgada a la pobreza extrema en el medio rural en detrimento de la pobreza extrema en el medio urbano y en detrimento de la pobreza no extrema o moderada en todo el país; y 2. la orientación que consiste en combatir la pobreza extrema a través del otorgamiento de cheques, que contrasta con la de enfrentarla vía medidas de política económica, como una de recuperación de los salarios reales. Estas orientaciones parten de una premisa y de un diagnóstico. La premisa es de carácter ideológico. En el pensamiento neoliberal la igualdad de oportunidades y la libertad son los valores fundamentales. Se piensa que la pobreza extrema, concebida sobre todo como hambre, es una condición que impide a los individuos participar en el juego del mercado. Por ello, resulta una obligación del Estado (casi la única que tiene en un mundo en el que el mercado lo hace todo), eliminar este tipo de pobreza para colocar a todos los individuos en posibilidades de jugar este juego. Con ello, se supone, se lograría la igualdad de oportunidades. La pobreza moderada no le atañe al Estado combatirla, ya que no impide a los individuos participar en el mercado.
(El error de Levy
, 25/2/2000)
Después del fraude electoral del 2006 escribí:
Podemos distinguir cinco niveles de datos o de realidades
: 1) ontológico (la voluntad de los electores); 2) ontológico plasmado u objetivado (boletas en el paquete); 3) interpretativo (actas de casilla); 4) virtual capturado; y 5) virtual archivado y difundido (Marco conceptual del dato electoral
, 4/8/2006).