Domingo 11 de enero de 2015, p. a16
Hablar del actor mexicano Ignacio López Tarso (ciudad de México, 1925), cuyo trabajo sigue dando frutos, es hablar de una de las figuras de la historia del cine y del teatro en México más importantes de los pasados 70 años.
Hablar con el protagonista de más de 100 obras de teatro, más de 50 películas, además de los ocho álbumes grabados con su voz con un centenar de corridos y relatos de la Revolución Mexicana es un enorme privilegio, el cual se duplica cuando la conversación es con su hija Susana López Aranda, quien grabó y charló con su padre unas 16 sesiones de alrededor de dos horas cada una, que se realizaron entre febrero de 2011 y febrero de 2013.
Resultado de ese trabajo es el volumen Ignacio López Tarso: hablemos de teatro, publicado por Trilce Ediciones y el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Susana López Aranda es también autora del libro El cine de Ignacio López Tarso.
El libro sobre la trayectoria teatral del reconocido actor refleja la importancia que el teatro ha jugado no sólo en su carrera, sino en su vida. El trabajo se apoyó en la memoria y en una revisión, entre otras fuentes, del archivo de programas de mano que se conservan en la casa del actor y que, prácticamente, integran toda su carrera teatral, de 1949 a la fecha.
Explica López Aranda en la presentación del ejemplar: “Desde que escribí el libro de cine me pareció indispensable que fuera el actor, con su estilo y forma de hablar, quien contara todo, porque aparte de sus demás talentos, mi papá es excelente conversador: imprime un sabor muy peculiar a todo lo que platica. Tiene una memoria privilegiada; todo lo que recuerda es divertido e interesante. A sus casi 90 años (que cumplirá este 15 de enero) ha conocido a tanta gente, ha visto y disfrutado tanto, que lo que nos cuenta constituye un testimonio en verdad invaluable.
Elegí eliminar el formato pregunta-respuesta, pues me pareció más atractivo y directo dejar que hablara sin mediación. Traté de conservar el tono, el sabor y su manera de expresarse. La plática transcurre con fluidez, con el propósito de que el lector sienta que está hablando de teatro, justamente, con Ignacio López Tarso.
En el libro, especie de memorias, el versátil, vital y excepcional actor, quien dio vida a los entrañables personajes de Pito Pérez y Macario, evoca los diversos personajes, autores clásicos y contemporáneos (Sófocles, Eurípides, Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca, Sor Juana, Shakespeare, Chejov, Brecht, Arthur Miller, García Lorca, Emilio Carballido, Sergio Magaña, Jodorowsky y Skármeta), así como a los directores con los que ha trabajado y forjado su carrera, entre ellos Luis Buñuel, Seki Sano, Ignacio Retes, John Houston, Luis Alcoriza, Roberto Gavaldón, Ismael Rodríguez y Julio Bracho.
La conversación incluye su trayectoria como líder de las asociaciones nacionales de intérpretes y actores, y del Sindicato de Trabajadores de la Industria Cinematográfica. Comparte también sus experiencias durante la llamada Época de Oro del teatro mexicano, en la década de los años 60 del siglo pasado, cuando el Instituto Mexicano del Seguro Social creó la red de teatros más importante de América Latina, con Benito Coquet como uno de sus artífices.
Sobre todo resultan de enorme relevancia las lecciones y experiencias que el maestro López Tarso deja aquí sobre el trabajo actoral y escénico, entretejidas en innumerables anécdotas.
“Desde mi primer trabajo en teatro mi preocupación central era y ha sido creer en lo que digo, en lo que hago, creerme el personaje. Cuando me sentía cómodo en él entonces empezaba a sacarle provecho, a profundizar de manera lógica y coherente, de forma, digamos, mucho más interna. Jamás he acudido a esos martirios a los que se sometían algunos compañeros y compañeras. Esas torturas y tormentos me parecen absurdos, inútiles.
“Claro que hay que concentrarse, pero no hace falta martirizarse. Me concentro, pero de otra manera, para mí no es necesario apartarse y buscar el silencio absoluto. Lo primero que debes hacer es gozar tu trabajo, aprender a disfrutar mucho lo que haces, porque de otra manera pierde color, pierde vida tu interpretación. Pienso que disfrutar haciéndolo es esencial; cualquier otra cosa, para mí, es contraproducente.
“Mi sistema de memorizar es según la colocación en la página, de la línea que estoy aprendiendo, y recuerdo hasta detalles mínimos de la hoja, como arrugas en el papel o una mancha en una esquina: cuando estoy memorizando, estoy visualizando la página completa. Entonces voy diciendo el texto y en el punto exacto, volteo la hoja sin necesidad de verla.
“Sobre las diferentes teorías y métodos en teatro, que son materia muy discutible –dice López Tarso– el mejor método “es como un traje a la medida.
“Después de haber leído a Stanislavski y de haberlo practicado, de haber leído a Brecht, a Eugeni Vakhtangov, a Grotowski, a los teóricos importantes de teatro, de los cuales te puedes informar, hay que tomar lo que a ti convenga. Las ideas rígidas que dicen: ‘esto se hace así y así debe ser’, hay que rechazarlas. Decir: ‘No, eso a mí no me funciona, no me sirve’.
En esta profesión nunca sabes qué va a pasar, al terminar una temporada, puede que te caiga algo rápidamente o bien te quedas desempleado y esperando quién sabe hasta cuándo. Mi carrera, puedo decirlo, ha sido muy bella por todo lo que he tenido oportunidad de hacer, pero el teatro es, sin duda, lo que más me gusta, me preocupa, me interesa y me da más satisfacción
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