En la década de los 70 del siglo pasado se creó la licenciatura en enfermería en México, pero hasta hace 10 años, 90 por ciento de los trabajadores de esta categoría en el sector salud todavía tenían nivel de técnico.

Actualmente ya se refleja el aumento en el grado académico, pues 34 por ciento de las y los enfermeros son licenciados, y si se suman los que tienen especialidad, maestría y doctorado, representan 47 por ciento del total.

Para los empleados, integrantes de la Asamblea Intergremial de Enfermeras, Trabajadores Sociales, Terapeutas y Rehabilitadores Físicos (Aigett), es indispensable reconocer laboral y salarialmente a todos los servidores que han obtenido un grado académico y aprovechar, en beneficio de los pacientes, esa preparación.

Se trata de reconocer, con hechos, que el personal de enfermería es pilar fundamental del sistema nacional de salud, como dijo el martes la secretaria Mercedes Juan (titular de la Ssa), señalaron algunos de los participantes en el movimiento que, entre otros asuntos, demanda ampliar a todas las instituciones del sector los beneficios del programa de profesionalización de enfermeras, trabajadores sociales y rehabilitadores físicos.

Esta es una estrategia que sólo se aplica a los empleados que ocupan plazas federales en clínicas y hospitales del país, es decir, dependen de la Ssa. Deja fuera al personal contratado por los estados con recursos del Seguro Popular.

Desde 2006, cada año la dependencia federal convoca a los empleados de las categorías mencionadas a participar en la selección para ocupar plazas de especialistas. Los entrevistados señalaron que el programa ha funcionado más o menos, porque generalmente las convocatorias no han tenido difusión amplia. A veces nos enteramos cuando está por vencer el plazo para ingresar las solicitudes.

Aun así, comentaron, el programa representa un estímulo para actualizarnos, seguir estudiando y aspirar a mejores puestos. Lo que no se vale, dijeron, es que las autoridades pongan trabas y acoten las posibilidades de participación de los trabajadores, con exigencias como los dos años de antigüedad que deben acreditar en su lugar de adscripción, con código de enfermería, y, al mismo tiempo, haber obtenido título y cédula profesionales de licenciatura y/o de especialidad, maestría o doctorado, al menos un año después de haber ingresado a la institución. Esto deja fuera a los recién egresados de las carreras de licenciatura en enfermería, apuntaron.

De acuerdo con datos de la Ssa, la estrategia que reconoce la formación académica de enfermeras ha tenido impacto favorable, pues los trabajadores que acreditaron nivel de licenciatura pasaron de representar 18 por ciento, en 2006, a 30 por ciento en 2014.

El martes pasado, Mercedes Juan resaltó que ante la transición demográfica y epidemiológica, que implica mayor cantidad de ancianos y a la vez mayor prevalencia de enfermedades crónicas, como cáncer, diabetes y cardiovasculares, entre otras, se requiere de la participación de personal de enfermería con nuevas habilidades y mejor preparado. Por eso también, dijo, la importancia de mantener el programa de profesionalización.