no de los temas de conversación más socorridos durante el espacio vacacional de fin-principio de año es el análisis de si continuarán los reclamos al gobierno con la intensidad con que se presentaron a finales de 2014 o si el gobierno logrará calmar los ánimos para enfilarnos hacia momentos de mayor mesura.
Diré que el mayor número de opiniones se inclinaba por un futuro inmediato en el que ambos extremos se equilibrarían. Los opinantes en favor de un cambio hacia una situación con menores tensiones argumentan que la interrupción vacacional daría cabida a menores enfrentamientos, en primer término porque los más levantiscos habrían perdido precisamente su momento de mayor arrastre popular. Perdida la inercia del enfrentamiento inicial, éste, por fuerza, se frenaría, y ya no representaría para muchos el motivo de la intensidad de hace dos o tres semanas.
Argumentando además que en este espacio de tiempo el gobierno, comenzando por el Presidente de la República, tendría la oportunidad de corregir sus errores y vacilaciones más notables, comenzando por la necesidad de hacer algunos cambios claves en el gabinete. Aquí, es verdad, la variedad de los nombres se multiplica, pero dentro de la coincidencia generalizada de que resultaba indispensable llegar al tema de los cambios de gabinete como remedio indispensable y necesario en el cortísimo plazo. El reordenamiento gubernamental y de información ha sido considerado por muchos como un paso indispensable e impostergable. También, el origen más probable de los problemas.
En este sentido, buen número de mexicanos concedía a Peña Nieto la oportunidad de retomar las riendas y regresar a la situación de equilibrio de gobierno perdido o disminuido severamente por los acontecimientos de las últimas semanas y meses recientes.
Al lado de estos pacificadores, diríamos, se encontraría una zona de opinión intermedia, la cual consideraría que, aún cuando no pase a mayores, Peña Nieto se encontraría definitivamente tocado en su sexenio y disminuido, y que esta situación parece irrecuperable, prácticamente definitiva. En otros términos, que el país seguirá viviendo los cuatros años que restan del sexenio en la misma situación de desconfianza profunda en el gobierno y en las instituciones, y, por ende, con la misma o análoga dosis de corrupción, engaños y hasta traiciones que ha sido la tónica dominante del país en esta democracia tan maltratada. Es decir, la tesis dominante de este grupo pronosticaría más bien una prolongación del estado de cosas, en un equlibrio sumamente precario y peligroso, sin excluir, por supuesto, la utilización de la fuerza y la represión por el gobierno, lo cual daría por resultado un incremento de la violencia por ambas partes, en una espiral muy difícil de controlar. El horizonte estaría más que nublado y el país transitaría a una situación al borde del barranco, o definitivamente pasaría por momentos de suma gravedad, por lo que hace a su capacidad de gobierno, con una disminución de nuestra ya de por sí frágil democracia y con un probable déficit creciente en materia de derechos humanos que perjudicaría de lleno el país tanto en lo interno como en lo internacional, con un desprestigio cada vez mayor y muy difícil de recuperar.
Los más escépticos o de juicio más duro recordarían a cada paso que la situación económica tiende a deteriorarse crecientemente. Desde luego, son absolutamente escépticos de que llegarán las tan esperadas inversiones por el petróleo privatizado, señalando ya como argumentos fuertes la profunda inestabilidad que se vive mundialmente en el aspecto energético, desde luego la inseguridad del país, que actuaría como poderoso elemento disuasorio a las inversiones extranjeras; el hecho de una ausencia prácticamente absoluta de política industrial, lo cual tendría también efectos negativos en la creación de empleos.
En el aspecto político, los más escépticos pronostican que el asesinato masivo en Iguala no se olvidará fácilmente y que los padres de los desaparecidos parecen absolutamente decididos a continuar la lucha por la aparición de los 42, y que todo haría pensar además que la información que en un momento se consolide sobre la muerte de los jóvenes estudiantes de Ayotzinapa dará lugar a protestas cada vez más radicales. Inclusive, por un número importante de mexicanos, sobre todo de las zonas de Tierra Caliente, pudiera hasta llegar a la organización de guerrillas, lo cual colocaría al país en una zona extremadamente peligrosa. Porque ahí, en su sentido más literal y puntual, la violencia originaría más violencia, sobre todo en un país con tantas carencias y con una desconfianza profunda como hoy existe hacia el gobierno y sus promesas.
Como pequeña muestra significativa, algunos mencionaron la información de la revista Proceso, 2/1/15, de que, en el primer viaje de su gobierno a Oaxaca, Enrique Peña Nieto fue asediado duramente por los maestros de la sección 22 de la CNTE: Superaron el primer retén que montaron el Estado Mayor Presidencial y la Policía Federal, quienes portaban equipo antimotín, retiraron las vallas y avanzaron hacia donde los uniformados formaron una barera. Los mentores se mantuvieron en el lugar, mientras los oficiales preparaban su equipo, incluyendo gases lacrimógenos... El secretario de organización rechazó la visita de Peña Nieto... al istmo de Tehuantepec y, en nombre de los maestros, exigió otra vez la presentación con vida de los 42 normalistas faltantes de Ayotzinapa
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Es decir, habría buena cantidad de indicadores confirmando que no tan fácilmente se disolverá este movimiento y que realmente el mismo y sus razones han penetrado hondamente en la conciencia y la voluntad del pueblo. Tan es así, que hay muchos otros grupos políticos decididos a sumárseles y apoyarlos, como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y muchos otros con fuerza real.
El hecho es que, en opinión de buen número de mexicanos, las cosas no desaparecerán como por ensalmo y más bien habría, como dijimos, indicadores que más bien mostrarían de manera contundente que el gobierno estará muy lejos de tenerlas todas consigo ahora que reinicien las actividades tras las vacaciones decembrinas.