Trabajo
En Estados Unidos unos 53 millones de personas trabajan por cuenta propia
Martes 6 de enero de 2015, p. 26
A principios del siglo XX Henry Ford combinó las líneas móviles de ensamble con la mano de obra intensiva para fabricar automóviles mucho más rápidos y baratos, con lo cual transformó el auto de máquina para ricos en transporte de masas. Hoy, un número cada vez mayor de empresarios se esfuerza por hacer lo mismo con los servicios, combinando el poder de las computadoras con el trabajo por cuenta propia para ofrecer lujos que en otro tiempo se reservaban a los ricos. Uber proporciona choferes, Handy ofrece trabajadores de limpieza, SpoonRocket entrega comidas de restaurante a domicilio, Instacart mantiene surtido el refrigerador, y en San Francisco una joven programadora de computadora ya puede vivir como princesa.
Sin embargo, esta economía sobre pedido va mucho más allá del lujo ocasional. Al hacer clic en la aplicación Medicast se consigue la visita de un médico en el curso de dos horas. ¿Queremos un abogado o un consultor? Axiom proporciona el primero y Eden McCallum el segundo. Otras compañías ofrecen premios a trabajadores independientes para resolver problemas de investigación y desarrollo o para aportar ideas publicitarias. Y un número cada vez mayor de agencias ofrecen trabajadores de todos tipos, como Freelancer.com y Elance-oDesk, que disponen de una base de 9.3 millones de personas para contratar con 3.7 millones de empresas.
La economía sobre pedido es pequeña, pero crece con rapidez. Uber, fundada en San Francisco en 2009, ahora opera en 53 países, tuvo ventas por más de mil mdd en 2014 y está valuada en 40 mil mdd. Al igual que la línea móvil de ensamble, la idea de conectar personas con trabajadores independientes para resolver problemas parece sencilla. Pero, al igual que la producción en masa, tiene profundas implicaciones para todo, desde la organización del trabajo hasta la naturaleza del contrato social en una sociedad capitalista.
Nene, puedes manejar mi auto
Algunas fuerzas detrás de la economía sobre pedido llevan décadas entre nosotros. Ya desde la década de 1970 la economía que Henry Ford ayudó a crear, con grandes empresas y sindicatos, ha perdido vitalidad. Los empleos fabriles han sido desplazados por la automatización o la subcontratación en otros países, en tanto las grandes empresas han abandonado el empleo vitalicio. En Estados Unidos, unos 53 millones de personas trabajan por su cuenta.
Sin embargo, dos fuerzas poderosas aceleran este proceso y lo impulsan cada vez en más partes de la economía. La primera es la tecnología. El poder de la computación de bajo costo significa que un solo actor armado con una Apple Mac puede crear videos que rivalizan con los de los estudios de Hollywood. Tareas complejas, como programar una computadora o preparar una demanda judicial, se pueden dividir ahora en partes y subcontratar especialistas ubicados en todo el mundo. La economía sobre pedido facilita que la sociedad ponga en acción recursos subutilizados: así, Uber permite que las personas renten sus propios autos, e InnoCentive les permite alquilar su capacidad cerebral sobrante.
La otra gran fuerza son los hábitos sociales cambiantes. Karl Marx dijo que el mundo se dividiría entre personas que poseerían los medios de producción –los ricos ociosos– y personas que trabajarían para ellos. En realidad, cada vez se divide más entre personas que tienen dinero, pero no tiempo, y personas que tienen tiempo, pero no dinero. La economía sobre pedido proporciona una forma para que estos grupos negocien entre sí.
Esto llevará a las compañías de servicios a seguir a los fabricantes y enfocarse en sus competencias esenciales. El costo de transacción
de usar a alguien de fuera para arreglar algo (en vez de mantener esa función dentro de la compañía) se está reduciendo. En lugar de controlar recursos fijos, las compañías sobre pedido son intermediarias que arreglan conexiones y supervisan la calidad. No contratan abogados y contadores de tiempo completo con sueldo y prestaciones garantizados. Los choferes de Uber reciben pago sólo cuando trabajan y se hacen responsables de sus pensiones y de la atención de su salud. Los riesgos con los que cargan las empresas se están devolviendo a los individuos, y eso tiene consecuencias para todos.
Obamacare y Brand You
La economía sobre pedido ya provoca debate político, y Uber está en el centro de gran parte de él. Muchas ciudades, estados y países han vetado a esa empresa de compartición de viajes por motivos de seguridad o regulatorios. Los taxistas han montado protestas en contra de ella. Choferes de Uber se han puesto en huelga en demanda de mejores prestaciones. Los optimistas de la tecnología consideran que todos estos son problemas de crecimiento: sostienen que la economía sobre pedido ofrece a los consumidores mayores opciones y permite a las personas trabajar cuando lo deseen. La sociedad sale ganando porque se utilizan recursos ociosos. De otro modo, la mayoría de los autos de Uber estarían guardados en las cocheras.
La realidad es más diferenciada. Sin duda los consumidores salen ganando; también los trabajadores occidentales que valoran la flexibilidad sobre la seguridad, como las mujeres que quieren combinar el trabajo con el cuidado de los hijos. Los contribuyentes pueden ganar si la fuerza laboral sobre pedido se usa para mejorar la eficiencia en el otorgamiento de servicios públicos. Pero los trabajadores que valoran la seguridad sobre la flexibilidad, entre ellos un montón de abogados, médicos y choferes de mediana edad, se sienten justificadamente amenazados. Y es cierto que la economía sobre pedido produce injusticias: los contribuyentes acabarán sosteniendo a muchos contratistas que nunca han construido pensiones.
Este sentido de la diferenciación debe informar la adopción de políticas. Los gobiernos que proscriben las empresas sobre pedido sencillamente baldan el resto de sus economías, pero eso no quiere decir que deban quedarse sin hacer nada. Las formas en que los gobiernos miden los empleos y salarios deben cambiar. Muchos sistemas impositivos europeos tratan a los trabajadores independientes como ciudadanos de segunda, en tanto en Estados Unidos los estados tienen reglas diferentes para los contratistas
, que se deben homologar. Demasiado del estado del bienestar se proporciona a través de los patrones, en especial las pensiones y la atención a la salud: ambos deben trasladarse al individuo y hacerse portables, área en la cual el Obamacare fue un gran paso adelante.
Sin embargo, aun si los gobiernos ajustan sus políticas a una era más individualista, la economía sobre pedido impone sin duda más riesgo a los individuos. Las personas tienen que dominar múltiples habilidades para sobrevivir en un mundo así, y mantenerse al día en esas habilidades. Los profesionales en las grandes empresas de servicios deben hacerse más responsables de su propia capacitación. Las personas tendrán también que aprender a venderse a sí mismas, mediante las redes personales y los medios sociales o, si son en verdad ambiciosas, convertirse en marcas. En un mundo más fluido, las personas tendrán que aprender a manejar la firma Tú, SA.
Economist Intelligence Unit
Traducción: Jorge Anaya
En asociación con Infoestratégica