Ya está en México la versión en español de El invasor, novela más reciente del autor brasileño
Escribir sobre la violencia no es celebrarla como fetiche, sino que el lector no sea indifernte ante ese flagelo, dice a La Jornada
No lograría dormir pensando que soy un impostor
Martes 30 de diciembre de 2014, p. 6
Cuando escribimos sobre la violencia no queremos celebrarla como una especie de fetiche, sino que el lector no se quede indiferente con lo que pasa a su alrededor, dice el escritor brasileño Marçal Aquino (Amparo, Sao Paulo, 1958), autor del libro El invasor, publicado en portugués en 2002 y ahora en versión al español.
“Nuestras historias –añade– hablan de un universo que las personas conocen; en ese momento ellas se quedan pensando sobre las cosas.
“Creo que la función de la literatura es concientizar, permitir que ustedes no se queden indiferentes ante lo que pasa alrededor. Eso es lo más que podemos esperar de una buena literatura, pero no creo que la literatura tenga de inmediato un mensaje a transmitir.
“Sería aburrido pensar que lees un libro de forma didáctica para aprender algo. No se trata de moralejas, sino de proponer algo que al fin y al cabo ustedes se queden pensando ‘¿esto pasa en verdad a mi alrededor?’”
El invasor (publicada por editorial Océano) es una historia de asesinatos, de policías corruptos, de una amistad que se pierde por el dinero. Mientras la escribía, a finales de los años los 90, el cineasta Berto Brant propuso a Aquino convertirla en película, aun sin haber terminado el libro.
Nada ha cambiado en Sao Paulo
Cuando el filme estuvo listo, Brant le dijo que terminara el libro. Volví a este texto con gran dificultad, porque me parecía un poco aburrido escribir la misma historia; lo que me salvó fue que este libro es narrado en primera persona, así que este tipo sólo puede hablar de las cosas que ve, las que escucha, de las que le cuentan, lo que me propició escribir una novela con un grado muy elevado de tensión y paranoia, creo que es la respuesta a la película
, explica Marçal Aquino.
Han pasado 12 años desde la aparición de esa obra en Brasil, pero su actualidad se mantiene. “Las cosas que pasaron en el libro, las que me inquietaron y me llevaron a escribirla hoy están peores en Sao Paulo. No cambió nada. En esa época teníamos un crimen que podíamos llamar ‘desorganizado”, en este momento tenemos un crimen organizado. Rencontrarme con este texto fue una cosa que me hizo repensar en esa época, en que las cosas que me inquietaron están igual”.
En la literatura no existen temas buenos o malos, todos son buenos, subraya Aquino, quien durante muchos años fue periodista y ahora combina el oficio de escribir cuentos y novelas con el de guionista de televisión.
De alguna manera “la literatura siempre es un testimonio de su tiempo, no se puede desdeñar hablar de las cosas. No tengo miedo de hablar de la violencia, y eso no significa que estoy haciendo una apología o algo así de ese fenómeno; al contrario, busco que las personas paren por un momento y piensen, reflexionen sobre las cosas, porque creo que lo que llevó a escribir esta novela es que me parecía que las personas tenían un grado de indiferencia en relación con la violencia extrema que ocurría en las calles de Sao Paulo.
Creo que el papel de la literatura es hablar de todo lo que nos toca como humanos. No hay temas buenos o malos. Existen buenos libros y malos libros.
Como escritores se tiene que trabajar los temas con total libertad, pero sí tenemos algo qué decir a nuestros compañeros de viaje. Tenemos esta responsabilidad. No pienso en un escritor que esté aislado de la especie humana, ¿para qué escribe entonces?, ¿solamente para sí mismo? Eso es una cosa fuera de propósito, creo que tenemos un trabajo que hacer y éste debe tener un compromiso con la sociedad, con las personas. Eso es en lo que creo
.
Nunca se deja de ser periodista
–¿En qué momento se convierte en necesidad llevar el trabajo periodístico a un quehacer literario?
–La verdad es que siempre quise ser escritor. Desde muy niño. Si fui al periodismo es porque necesitaba algo para ganarme la vida, porque la literatura no es un oficio en Brasil, con excepción de Coelho, los demás tienen todos algo qué hacer aparte de la literatura. Esto me confiere un grado de libertad total que me permite escribir solamente cuando creo que tengo una buena historia para compartir, no para pagar las cuentas.
“Entonces me fui al periodismo por una cuestión de sobrevivencia, me quedé en el periodismo hasta los años 90; lentamente me cambié para el guionismo, pero la literatura siempre fue central en mi vida, nunca me pasó por la cabeza hacer otra cosa.
“En realidad, nunca se deja de ser periodista. Mi manera de ver el mundo permanece a la manera de un periodista, porque las cosas atraen mis ojos automáticamente; lo que no tengo es el ejercicio diario de escribir la noticia, pero creo que mi visión del mundo se quedó contaminada por las fuerzas del periodismo.
Escribir una novela es hacer un periodismo con personas que no existen, atribuirles biografías inexistentes, esa es la única diferencia, o sea, son noticias mentirosas, aunque muchos periódicos también publiquen noticias mentirosas. Creo que soy un periodista en reposo.
Marçal Aquino es también un escritor al que no le interesa publicar un libro cada año. Hace casi 10 años que no publica uno, aunque ya trabaja en una nueva novela, una farsa libertina ambientada en el siglo XVIII, con cero rigor histórico.
“No tengo esta prisa por publicar. Justamente escogí cosas que puedan garantizarme la sobrevivencia financiera para pagar las cuentas y tener libertad total para escribir cuando tengo una historia que me parece buena para compartir.
“Creo que a veces lo peor que puede pasar a un escritor es mirar al pasado y arrepentirse de las cosas que escribió. Lo digo con toda honestidad: todos mis libros los haría nuevamente, guardadas naturalmente las proporciones de la distancia del tiempo, pero creo que todos son importantes. Si no hubiera escrito El invasor no habría escrito Yo recibiría las peores noticias de tus lindos labios (también publicada en español por Océano). El escritor tiene un compromiso consigo mismo y si la historia no me agrada no conseguiría dormir en la noche pensando que soy un impostor.”