Están surgiendo mercados como resultado de medios conectados, apunta Iñaki Vázquez
Domingo 21 de diciembre de 2014, p. 6
El espejo mágico del cuento de Blanca Nieves es el teléfono móvil de hoy, al que le consultamos todo, mientras las escobas que barren solas de El aprendiz del brujo, secuencia de Fantasía, película de Walt Disney, son las barredoras automáticas, expresa Juan Ignacio Iñaki Vázquez, profesor de telemáticas en la Universidad de Deusto.
Autor del texto El Internet de las cosas: perspectiva y desafíos, de cambio, libro que acaba de publicar BBVA Bancomer, plantea que desde la antigüedad “siempre hemos imaginado cosas que nos rodeaban, en muchos de los casos imágenes más inteligentes que nosotros mismos.
De niños, nos fascinaban objetos al parecer comunes, pero que en realidad eran mágicos. Los héroes de los cuentos de hadas, leyendas y mitos siempre superaban sus dificultades con la ayuda de algún objeto mágico, cuyos poderes escondidos desafiaban las leyes de la naturaleza
, escribe Vázquez al principio de su ensayo.
Entrevistado, sostiene que muchos de estos objetos mágicos de los cuentos hoy día son realidad. No nos hemos dado cuenta, pero son los mismos
. Agrega, “la idea de Internet de las cosas es que los objetos que nos rodean –aparatos domésticos, vehículos, ropa, latas de refresco– deben convertirnos en ciudadanos de primera clase, que producen y consumen información generada por otros objetos, personas o por otros sistemas”.
Ciudades, gente y ropa conectada
Hoy día vivimos una etapa en que están surgiendo muchos mercados diferentes como resultado de medios conectados, ciudades conectadas, ropa conectada, a Internet. De este modo se está cambiando la proposición de valor de los productos tradicionales que conocíamos y que empiezan a ofrecer también nuevos servicios al cliente
.
–¿Qué tan conveniente es esto?
–Es conveniente siempre y cuando estos nuevos productos que surgen mejoren la vida del usuario o faciliten el desarrollo de sus actividades diarias. No significa que todo vaya a estar conectado. Pero, por ejemplo, si yo antes no conocía cuantas calorías quemaba a diario porque no tenía idea de la actividad física que hago, ahora con las pulseras o los relojes ya tengo esa información.
Con esa información tenemos asistentes en Internet que dicen, bueno, para mantener cierto peso deberías de hacer un poco más de actividad física o comer menos. O, si voy a la consulta médica y me preguntan cuánta actividad física hago, hasta el momento se lo decíamos más o menos. Pero, si ahora tenemos esta información en Internet se podría pasar, incluso, como un informe
.
La idea es que los objetos faciliten nuestra vida de alguna manera para que vivamos más sanos también. De lo contrario, se eliminarán por sí solos
.
Ante la posibilidad de que la especie humana desaparezca frente a tanta tecnología, Vázquez asegura que “realmente el ser humano es el centro de todo. Se trata de que las cosas a nuestro alrededor sean más inteligentes para que no perdamos tiempo en manipularlas.Están allí para servirnos.
No es que las personas vayan a desaparecer, sino que podremos dedicar el tiempo a lo que queremos, lo que realmente nos llena, porque las casas se van a limpiar solas, porque el coche se va a ir solo por las vialidades dependiendo de cual es el estado actual del tráfico. Vamos a salir ganando porque el propósito de los robots inteligentes es ayudar a las personas con más inteligencia.
El libro contiene 19 ensayos sobre la manera en que Internet está cambiando la vida de las personas. En el volumen también escriben David Gelertner, Michael Nielsen, Mikko Hypponen, Manuel Castells, Evgeny Morozov, Federico Casalegno, Neil Selwyn, Lucien Engelen, Hirshberg, Patrik Wikström y Edward Castronova, entre otros.