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La Muestra

Sueño de invierno

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Escena de Sueño de invierno, del turco Nuri Bilge Ceylan, filme dominado por la huella teatral de Shakespeare, Dostoievski y Chejov
P

latonov en Capadocia. En los créditos finales de Sueño de invierno (Winter sleep), del realizador turco Nuri Bilge Ceylan, se alude a las fuentes de inspiración evidentes: Shakespeare, Dostoievski y, sobre todo, Chejov. La huella teatral domina en efecto a lo largo de esta cinta de más de tres horas de duración y diálogos extensos, uno de ellos dura incluso 30 minutos. Nada que no se haya visto antes, particularmente si se recuerda una cinta como Escenas de un matrimonio, de Ingmar Bergman, otra inspiración declarada. El protagonista, el quincuagenario Aydn (Haluk Bilginer), es además un actor retirado, convertido en propietario del pequeño hotel Otelo literalmente enclavado en la montañosa región de Capadocia.

El acaudalado dueño de tierras y arrendador de varias casas dedica sus tiempos libres a la literatura y a la investigación histórica. Vive a lado de Nihal (Melisa Sözen), su joven esposa, y de Necla (Demet Akbag), una hermana viuda de lengua muy afilada que continuamente le recuerda su mediocridad intelectual y el fracaso de su carrera artística.

Un incidente fortuito, una piedra arrojada a la ventanilla del auto de Aydn por un niño, el hijo de un arrendatario moroso, desencadena una serie de dramáticas confrontaciones físicas, pero sobre todo morales, dentro y fuera del hogar del protagonista. Del rencor de una familia sumida en la precariedad hacia el propietario afable pero insensible, se transita rápidamente a los reproches combinados de la esposa y hermana de Aydn, quienes coinciden en señalarle su egoísmo, mezquindad moral y sobre todo falta de carácter y ambiciones. Por su parte, él expone con aspereza los puntos vulnerables de sus interlocutoras: pereza, frustración, y un altruismo hacia las causas nobles, producto de la mala conciencia y de una vida ociosa.

El director muestra con lirismo característico el paisaje de una Anatolia nevada, pero concentra lo esencial de la trama en interiores claustrofóbicos que devienen confesionarios de desencuentros afectivos y aspiraciones derrotadas. La confrontación más inclemente es la de Aydn y su joven esposa, ya que, según admite el director, “si conoces a alguien muy bien, eso significa que también y conoces sus debilidades y sus puntos vulnerables. En ocasiones esa es la tragedia del matrimonio. (Sight and Sound, diciembre 2014). La visión del cineasta turco es declaradamente pesimista, cercana en efecto a la del cine de Bergman y tributaria del desencanto existencial del teatro de Chejov. Por ello resultan ociosos los reproches a la extensión de la cinta y de sus diálogos. Sería tanto como desechar una valiosa tradición fílmica emparentada con el teatro. Basta reconocer el vigor dramático de la propuesta, las actuaciones sobresalientes y la calidad plástica del resultado, valorar también el equilibrio entre la lucidez del punto de vista autoral y sus conclusiones en definitiva generosas, para entender por qué la cinta conquistó este año el máximo galardón en el Festival de Cannes.

Se exhibe en la sala 1 de la Cineteca Nacional. 12 y 18.15 horas.

Twitter: @Carlos.Bonfil1