Nueva York, 6 de noviembre.

Sala llena, protestas en la calle y ruido en la prensa: el estreno en la Ópera Metropolitana de Nueva York de La muerte de Klinghoffer, polémica obra sobre el secuestro de un crucero por palestinos que terminan matando a un judío neoyorquino, no ha dejado indiferente a nadie.

A medio camino de las siete presentaciones programadas que concluirán el 15 de noviembre, la Met parece haber ganado la apuesta de poner sobre la mesa de debate un tabú, según la comunidad judía de Nueva York, en un momento de extrema tensión en Oriente Medio.

La ópera de John Adams cuenta la toma de rehenes del crucero Achille Lauro, ocurrida en 1985 en el Mediterráneo, en la que cuatro miembros de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) matan a un judío estadunidense en silla de ruedas, León Klinghoffer, y arrojan su cuerpo al mar.

Desde su estreno en 1991, en Bruselas, la obra ha sido acusada de antisemita y de dar la palabra a los secuestradores, cuya sicología intenta explorar con un equilibrio no siempre fácil de hallar en un tema que despierta pasiones y es eje de un conflicto desde hace más de 65 años.

Vuelta al debate cultural

El estreno en la Met el 20 de octubre estuvo marcado por protestas de manifestantes en sillas de ruedas e interrupciones de la representación. Desde entonces, los ánimos se calmaron y el miércoles, por ejemplo, hubo lleno en la sala y ovación al final.

Para el director general de la Met, Peter Gelb, controvertida o no, al menos la gran ópera está de vuelta en la discusión cultural.

En la prensa, las opiniones están divididas. La audiencia parece agradecida de la oportunidad de ver la ópera en vez de sólo oír sobre ella, indicó el New York Times, mientras el Daily Beast la calificó de una experiencia operística imponente y sorprendente.

Sin embargo, el neoyorquino Daily News habla de una obra repugnante que no debería ser subsidiada con dinero público.