Critica que en muchos ilícitos exista complicidad de agentes del Estado
En lo que va del actual sexenio se calculan en 7 mil 615 las desapariciones forzadas
Miércoles 5 de noviembre de 2014, p. 9
Miguel Concha Malo, director del Centro de Derechos Humanos Fray Francisco de Vitoria, aseguró que lo ocurrido en Iguala, Guerrero –los crímenes cometidos contra estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa– y en Tlatlaya, estado de México –la muerte de 22 personas– representan el lamentable ejemplo de la crisis que en materia de derechos humanos se vive en México.
Al participar en un foro organizado por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) sobre esos temas señaló que en ese contexto hay un marco general de impunidad, de omisiones, de inacción y complicidad de los agentes del Estado.
Dijo que la crisis de derechos humanos se manifiesta en la inestimable cifra de desapariciones forzadas.
Resaltó que según organizaciones civiles, los datos oscilan en poco más de 22 mil personas en esa condición, de 2006 a la fecha. Apuntó que en lo que va del actual sexenio, más de 7 mil 615 desaparecieron.
En cuanto a ejecuciones arbitrarias, manifestó que el Instituto Mexicano de Derechos Humanos y Democracia, así como la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos señalan en su informe que desde 2007, al menos 80 mil personas fueron ejecutadas en hechos relacionados con el combate a la delincuencia organizada.
También afirmó que las instituciones públicas de protección a derechos humanos han sido omisas en relación a sus obligaciones constitucionales y legales
, y advirtió que en general se excluye a la ciudadanía de participar en la vida pública y democrática.
Rolando Cordera, profesor emérito de la Facultad de Economía de la UNAM, a su vez, expuso que la violencia se disemina y amenaza con contaminar la frágil trama de relaciones sociales que emergió del cambio estructural de la economía y del que tuvo lugar por décadas en nuestras formas culturales y de relación con el mundo. Además de que, añadió, cuestiona la convivencia democrática que se ha querido implantar como la forma principal para dirimir el conflicto político y conformar y renovar el poder
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Planteó que sin ninguna mediación o distinción analítica se habla de una economía de la violencia, de una economía violenta o de una economía que irremisiblemente gesta espacios de indolencia, los necesite o no para su vigencia y reproducción
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