El encargado de encenderla fue el taekwondoísta Guillermo Pérez
Martes 4 de noviembre de 2014, p. a13
El fuego centroamericano recorrió la ciudad de México. La antorcha fue conducida por medallistas olímpicos, participantes de las justas veraniegas, niños, niñas, competidores en silla de ruedas y con capacidades diferentes, quienes con trote seguro mostraron su mejor sonrisa.
Sin embargo, fueron más los claxonazos de disgusto y los reclamos de los viandantes por los cortes de los agentes de tránsito, que los aplausos y las sonrisas de los defeños. El periplo terminó sin novedad, luego de poco más de dos horas tras salir del Centro Deportivo Olímpico Mexicano (CDOM).
El encargado de encender la antorcha fue el medallista olímpico de taekwondo Guillermo Pérez, quien la cedió a otro ganador de presea, Daniel Aceves, quien la condujo fuera del CDOM.
Otros ganadores olímpicos llevaron la flama por Polanco para mostrarla a los transeúntes y automovilistas de Horacio, Mariano Escobedo, Gandhi y Paseo de la Reforma.
Aunque pocos, los niños tuvieron presencia por un corto lapso, en zonas donde el sol no pegaba fuerte. La campeona de karate Alondra Méndez mostró una carita feliz a cada paso, la frente en alto, el corazón latiendo fuerte y el sueño de que cuando crezca –tiene ocho años– estará en una justa mundial.
Deportistas en ciernes, árbitros, entrenadores y ciudadanos completaron el recorrido por avenida Chapultepec, la colonia Doctores, Fray Sernando, para encaminarse, por avenida Morelos, al monumento a la Revolución, luego sobre Baja California e Insurgentes, siempre bajo la custodia de un sexteto de personal del Ejército Mexicano, ataviado con uniforme deportivo.
Momentos antes, a unos pasos de La Merced, una chica quiso colarse en la fiesta deportiva con un cartel de apoyo a Ayotxinapa, pero en una rápida acción fue sacada con extrema cordialidad por la escolta.
Antes de la plaza de la Revolución, el paralímpico Mauro Máximo de Jesús tomó la estafeta para, raudo sobre dos ruedas, emprender el camino a la meta. Cedió la antorcha a Horacio de la Vega –en sustitución de Uriel Adriano, campeón de taekwondo–, quien dio la vuelta olímpica y entregó el fuego a representantes mexiquenses.