La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, sostiene el músico catalán
En una carta dice que esa distinción proviene de un Ministerio de Educación, Cultura y Deportes responsable de mantener en el olvido una parte esencial de nuestra cultura, el patrimonio musical hispánico milenario, así como de menospreciar a la mayoría de músicos que lo mantienen vivo
Sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia... Creo, como decía Dostoyevski, que la belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la educación y a la cultura, expresa Jordi Savall en la misiva que dirigió al ministro de Educación, Cultura y Deportes de España. En la imagen, el músico e investigador con su inseparable viola da gamba, durante el concierto que ofreció el pasado martes, con la Capella Reial de Catalunya, en el Auditorio Nacional de Música, en Madrid, en homenaje a El Greco, a 500 años de la muerte del pintorFoto Armando Tejeda
Viernes 31 de octubre de 2014, p. 5
Madrid, 30 de octubre.
El músico e investigador Jordi Savall, uno de los referentes internacionales en música antigua y barroca, decidió dar un paso al frente e impugnar de manera abierta la política cultural del gobierno del conservador Mariano Rajoy, que abunda en la ignorancia y la amnesia
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Su crítica vino acompañada de un gesto: el rechazo del Premio Nacional de Música, con estímulo económico de 30 mil euros (600 mil pesos).
Savall, nacido en 1941 en Barcelona, lleva 40 años dedicados a la música, sea mediante la investigación y rescate de partituras y géneros olvidados, o la indagación acerca de instrumentos antiguos.
El artista catalán es el violagambista más prestigioso en el mundo, además de director de orquesta, casi siempre con la intención de hermanar civilizaciones a través de la música y de profundizar en nuestras raíces culturales.
Savall, a pesar de su importancia en el mundo de la música desde hace varios lustros, jamás había recibido ningún tipo de reconocimiento del Estado español, únicamente galardones por parte de su región, Cataluña, mientras en el resto del mundo lo elevan a la categoría de genio y lo distinguen con las condecoraciones más altas.
Después de conocer la noticia del reconocimiento, Savall decidió rechazar el Premio Nacional de Música, con argumentos muy meditados y explicados en una carta que dirigió al ministro de Educación y Cultura, José Ignacio Wert, uno de los integrantes del gabinete español más repudiado por su conservadurismo y radicalismo en cuanto a los recortes presupuestales.
Tardío reconocimiento
En la misiva, el genio catalán advierte que la noticia del galardón es una gran alegría por un tardío reconocimiento a más de 40 años de dedicación apasionada y exigente a la difusión de la música como fuerza y lenguaje de civilización y de convivencia
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Sin embargo, al mismo tiempo le genera una inmensa tristeza por sentir que no podía aceptarlo sin traicionar mis principios y mis convicciones más íntimas
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Y continúa: Lamento tener que comunicarles, pues, que no puedo aceptar esta distinción, ya que viene dada de la mano de la principal institución del Estado español responsable, a mi entender, del dramático desinterés y de la grave incompetencia en la defensa y promoción del arte y de sus creadores. Una distinción que proviene de un Ministerio de Educación, Cultura y Deportes responsable también de mantener en el olvido una parte esencial de nuestra cultura, el patrimonio musical hispánico milenario, así como de menospreciar a la inmensa mayoría de músicos que con grandes sacrificios dedican sus vidas a mantenerlo vivo
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Savall ha dedicado la mayoría de su carrera a rescatar, proteger y difundir el patrimonio musical de nuestra civilización, de Oriente a Occidente, y ha tenido especial interés en indagar en sus propias raíces ibéricas, mediterráneas y europeas.
Por ello, en la carta señala: Es cierto que en algunas contadas ocasiones he podido beneficiarme, a lo largo de más de 40 años de actividad, de alguna colaboración institucional: la celebración del V Centenario del descubrimiento de América, las pequeñas ayudas a giras internacionales y recientemente las invitaciones del Centro Nacional de Difusión Musical a presentar nuestros proyectos en Madrid. Pero igual que la inmensa mayoría de músicos y conjuntos del país, he seguido adelante sólo con mi esfuerzo personal sin contar jamás con una ayuda institucional estable a la producción y materialización de todos mis proyectos musicales
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Savall añade: Vivimos en una grave crisis política, económica y cultural, a consecuencia de la cual una cuarta parte de los españoles está en situación de gran precariedad y más de la mitad de nuestros jóvenes no tiene ni tendrá posibilidad alguna de conseguir un trabajo que les asegure una vida mínimamente digna. La cultura, el arte, y especialmente la música, son la base de la educación que nos permite realizarnos personalmente y, al mismo tiempo, estar presentes como entidad cultural, en un mundo cada vez más globalizado. Estoy profundamente convencido que el arte es útil a la sociedad, contribuyendo a la educación de los jóvenes, y a elevar y a fortalecer la dimensión humana y espiritual del ser humano
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Trato inmerecido
Jordi Savall remata con una advertencia: La ignorancia y la amnesia son el fin de toda civilización, ya que sin educación no hay arte y sin memoria no hay justicia. No podemos permitir que la ignorancia y la falta de conciencia del valor de la cultura de los responsables de las más altas instancias del gobierno de España, erosionen impunemente el arduo trabajo de tantos músicos, actores, bailarines, cineastas, escritores y artistas plásticos que detentan el verdadero estandarte de la cultura y que no merecen sin duda alguna el trato que padecen, pues son los verdaderos protagonistas de la identidad cultural de este país (...) Creo, como decía Dostoyevski, que la belleza salvará al mundo, pero para ello es necesario poder vivir con dignidad y tener acceso a la educación y a la cultura
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Savall estuvo precisamente el pasado martes en Madrid, en un concierto que ofreció con la Capella Reial de Catalunya, en homenaje al quinto centenario de la muerte del pintor El Greco, quien residió en España, sobre todo en Madrid y Escorial, durante buena parte de su vida.